Tenemos 3 diferentes climas en un solo día. Soleado recalcintrante de mañana, nubladito y hasta lluvia por la tarde. Esquizofrenia climática, indecisión propia del fin del mundo. El volcán sopla y su bello espectáculo nos hace olvidar que basta uno de estos para acabar con civilizaciones enteras. Veo por las noticias un conductor aplaudiendo efusivamente el valor de una reportera para ir a la zona de peligro caminando por las faldas del volcán. Yo he estado cerca de ahí y el escenario es hermoso. Parece otro país y está a menos de una hora de la ciudad. San Pedro esquina con Perú.
Tengo meses saliendo apenas lo necesario de mi guarida. Uno o dos días a la semana para checar tarjeta de miembro de la sociedad. La ciudad se afea de propaganda electoral y no hay manera de escabullirte de las polémicas inocuas idénticas a las de la contienda pasada. Cambian los peinados y no mucho más. Por una razón que en algún otro momento estudiaré, he reducido mi círculo social. Hubo un sábado que salí con la intención de ir a un bar y sólo marqué un número del que no recibí respuesta. Decidí caminar un rato y regresarme justo después de medianoche. Alcancé apenas el último turno del metro y al salir caminé en lo que parecía territorio zombie para tomar el taxi a mi casa. El carro del taxista olía a sexo y me fui a la cama con un poco de náuseas y me costó trabajo dormirme. Invité a un sex-buddy al depa pero me alivió que no pudiera venir. Al día siguiente amanezco con una ampolla en la punta de la lengua. Alguna cosa importante que no tuve oportunidad de decir o una boca que rechacé besar.