miércoles, diciembre 31, 2008

Thanks giving

Se supone que uno debe ser reflexivo cada vez que despedimos un año, porque siempre es mejor despedirlo nosotros a que él nos diga au revoir, así que aunque mi idea era decirle adiós en la playa con un martini o una copa de vino en la mano para honrar a la siempre bien ponderada pose, mis planes se vinieron abajo pero jamás mi ánimo ni mi ceja.

El caso es que donde quiera que lo despida, así sea con una tecate light y un puño de cacahuates en la mano, lo despediré con una caricia en la nuca y una patadita en el culo, porque este año cómo me hizo batallar. Claro, en el buen sentido de la palabra y con toda la carga semántica del verbo. No sólo cambié de residencia, de trabajo y hasta de amigos, también quiero creer que expandí de alguna siempre limitada manera mis horizontes, que llegan hasta donde llegue mi visión corta y se miden desde el lugar que esté. Lo que quiere decir que uno a donde vaya siempre va cargando con lo mismo, sólo persiguiendo escenografías que le den mejor aspecto a la opinión que uno tiene de sí mismo; muchas veces desproporcionada pero siempre ajustable y convenenciera, como es todo lo que le permite a uno sobrevivir.

Se supone que estas temporadas son de agradecer, aunque me parece un despropósito agradecer a la gente sólo por estar, pero siempre será mejor eso que la ausencia (salvo unas muy bien detectadas excepciones que bien podrían mudarse al reino del ahí te ves). No es lo mismo ya no tener a Adán y sus correos de picaresca fronteriza, sobre todo cuando no tuviste la oportnidad de decir adiós, no es lo mismo nada sin tu palomilla de tanto tiempo y tanto alcohol acumulado en las venas y la cintura, aunque compañía para ese tipo de cosas siempre se encuentra nunca será lo mismo. No fue lo mismo el 2008 sin las lecturas comentadas y los chismes variopintos del medio literagrio, aunque afortunadamente encontré una muy buena réplica que me hizo reencontrarme con la Lispector y conocer a McEwan y lo otro de Piglia y pasarle mi entusiasmo pasajero con Murakami sin que nos durara mucho a ninguno (el amor dura mientras dura dura). Nadie hubiera podido reemplazar a mi compañera de conciertos, que se perdió el mejor del año (Blonde Redhead) por su amasiato con el mainstream, pero que prácticamente me arrastró al de Kanye y James (el tercero mejor), pasando por R.E.M. y la entrada en años y bíceps, Madonna (el 2do. mejor).
Y este año no hubiera estado completo sin todos esos cómplices eróticos a los que no les agradezco porque lo nuestro fue trueque y a mis colegas profesionales quienes me convencieron que la amistad puede ser posible entre iguales/diferentes sin sacrificar ni tantito de convicción.

Gracias Queta, Ana, Carmen, Javier, Magda, Daniel, María, Rosa, Ramona, Adriana, José, Bella, Allison, Daniela, Odeth, Nata, Sylvia, Alberto, Carlos's, Oscares, Max, Francisco, Juana, Julia, Alex's, Allan, Oliver, Rodolfo, Roberto, Cris, Lety, Mario, Jesuses, Rafa (sí, tú), Germán, Ietza, Hugo's, Aaron (!), Sergio's, Fer's, Lore's, Paloma, Paola, Gaby's, John, Abraham, Juan'es (el de acá y el de allá), Ivanes, Gustavo, Guillermo's, Patricia y todos aquellos que hicieron este año y parte del pasado un muy buen tiempo compartido (los de la gorrita, el de la chamarra tal y los calzones chistosos y que no recuerdo sus nombres ni si alguna vez lo hice pero que quedaron atrapados en alguna neurona y uno que otro diente o sábana).

Gracias también al smog, el metro, la comida corrida y los tacos de canasta.

viernes, diciembre 26, 2008

volver

Es extraño cuando una ciudad quiere esconder su condición de fantasma con un look de obra en proceso. Y es extraño que la gente caiga en ese engaño y se enamore de un pedazo de valle descompuesto que hace preguntarse si alguna vez tuvo esperanza de ser algo con el tiempo, por obra y gracia de la casualidad o el espíritu santo, que es la misma cosa.
Esta vez no he salido a caminarla como otras veces, pero he pasado por lugares que al parecer he logrado desrreconocerlos. No necesito sus coordenadas para ubicarlos, pero creo que de posarme en ese lugar donde estudié la secundaria no encontraría nada que evocara ese tiempo de escaleras para cada género, de los honores a la bandera en los que alguna vez me tocó decir el juramento y descubrir que no era el único de mi color y que podía ser la persona que quisiera así me pasase toda la vida buscándome a mi mismo.
Este año me siento más extranjero de lo que me he sentido antes, incluso cuando vivía aquí y eso tal vez quiere decir que he logrado sacarme el rancho de adentro y no es tan liberador como pensé. Dicen por ahí que uno siempre vuelve pero creo que yo nací yéndome.

miércoles, diciembre 24, 2008

La Negra

Una casa llena. Gallina pinta de primer comida después de un año de no estar. Café recién hecho al levantarse con el cacareo de toda la familia cercana acampando temerariamente en una casa de tres recámaras como okupas de jornal. Una familia de húngaros con toda una nueva generación invadiendo la casa de la matriarca que se ilumina al reflejo de sus genes desparramados por el país y el mundo. Una matriarca que asegura orgullosa haber sido muy puta antes de encontrarse con papá y que me dice en corto que no quiere estar cuando haya que dormir a La Negra, la perra de la casa que tiene casi la mitad de mi edad y que está invadida de quistes que le impiden respirar bien.
La Negra era la favorita de El Cuate y mantiene su hermosura a pesar de su avanzada edad perruna. Yo tampoco quisiera verla dormir para siempre, pero si no hay nadie para despedirla no me importaría ser yo.

martes, diciembre 16, 2008

shallow

Odio empacar. Simple y sencillamente porque tengo clarísimo que podría prescindir de todo y aún así no lo hago, más por pereza que por real apego. Hay quienes piensan que igual soy con las personas pero trato de engañarme diciendo que no es así. Tampoco insisto mucho en el autoengaño. Fluyo extrañamente, haciendo como que lo que tengo y me rodea está ahí por algo más que mi deseo o con mayor finalidad que ser contemplado. Hasta ahí llega mi espiritualidad, no excarbo en ella, me mantengo en su superficie y creo que, en el fondo, es un mérito porque qué mayor tentación hay que bajar al pozo de lo que no conocemos y perdernos y enredarnos en nuestras dudas. A cada pregunta hay una ladilla de interrogantes que se reproducen como gremlins sin necesidad de agua.
Am I that shallow?
No, You're lazy.

jueves, diciembre 11, 2008

Softcell

El romance que tiene todo México con Mr. Slim tiene sus altibajos. Yo por ejemplo había decidido romper con él por la ineficiencia que mostraron sus representantes de telefonía celular en una plaza comercial del sur de la ciudad. Les dije, en tono bajito y con toda la calma fingida del mundo, que eran todos unos ineficientes y que acababan de perder un cliente. Les mentí claro, porque las mentieras mientras más calmadamente se digan más veraces suenan. Después de castigarlos con mi indiferencia por una semana les dí hoy otra oportunidad (en otra sucursal por supuesto, pues hay varios oxxos y demás establecimientos que ya conocen mis desplantes) y el romance abusivo reanudó su curso no sólo recuperando el número con el que tenía ya un año sino adquiriendo otro equipo que realmente no necesitaba.
Debería haber un panteón para todos esos celulares desechos y pasados de moda por los que yo siento particular atracción y aunque soy muy poco dado a las ceremonias, por lo menos tendríamos la oportunidad de decir adiós en circunstancias menos impersonales como un bote de basura. ¿Soy yo o estas épocas de consumismo y forzada buena voluntad me suavizan?

jueves, diciembre 04, 2008

sore throat (quite is the new loud)

Hoy desperté de madrugada con un perrro atravesado en mi garganta. No, esta línea no es un intento de prosa surrealista sino la sensación de angustia compartida con un perro que me siguió varios metros camino al metrobús. Era negro, de cara triste, con un listón rojo amarrado a su pescuezo desnutrido y me veía con esos ojos que tan bien imitan los pedigüeños que acosan esta ciudad. Hubo un momento que al cruzar una avenida peligrosa cerré los ojos deseando que no le atropellaran, que dejaran al hambre seguir su curso consumiéndolo lentamente, que no me duerma esta noche con la imagen de sus vísceras expuestas y el sonido atroz de su grito al momento del golpe. Sólo alcancé a escuchar el freno debajo de la melodía de Kings of Convenience y al voltear vi al perro correr asustado hacia mi. Me quité los audífonos, me detuve y lo esperé para hablarle con la piedad que pocas veces he usado en un ser humano: -A donde quiera que crees que vas, no vas conmigo. No tengo donde llevarte. El perro quedó tan quieto como un niño regañado, pero yo me equivoqué: al perro lo llevo en mi garganta, me raspa y me impide respirar bien.

martes, diciembre 02, 2008

Old is the new black

Por más que me oponía al destino, el día del concierto de Madonna llegó y yo ya tenía el boleto en mi mano. Los detalles de cómo lo conseguí me los ahorro pero cabe aclarar que no tuve que hacer ningún favor oral a nadie, aunque estuve más que dispuesto a hacerlo una vez flanqueado por una ansionsa multitud que no dejaba pasar al vendedor de cerveza. Y uno, como la esperada diva pop, también necesita lubricarse, aunque en diferentes áreas -afortunadamente.

Después de chutarnos una sesión electrónica de un tal Paul Oakenfield que pareciera sacado de un antrucho de la Zona Rosa regentado por Tito Vasconcelos, y ante la impaciencia de mis acompañantes sonoguachos que le gritaban ¡"Ya sal, mamacita. Así como estés"!, la madre de tres y putativa de una multitud de más de 50 mil personas salió, abierta de patas (a los 50 eso tendría que regularse), sentada en su trono y cantando la canción que dá título a su último disco (uno de los más regulares de su carrera) mientras ondeaba un bastón, no sé si como guiño a su edad o por verdadera necesidad de soporte.

La tipa será muy sticky, pero de sweet no tiene ni el labial. Es más bien una madrota que jamás dice please y ordena a diestra y siniestra, entre pasos de unas coreografías que serían la delicia de una clase extendida de aerobics o kickboxing. Negada a ceder su estafeta, la diva se apoya en todo lo que ahora suena cool (Pharrell, Kanye, ¿Britney?, Justin) y le imprime su sello a riesgo de sonar fuera de lugar. Sus riesgosas propuestas escénicas (musicalmente nunca ha sido muy osada) cedieron su lugar a un espectáculo para disfrutar, sin rebuscamientos ideológicos y muchos aciertos estéticos, impresionando con su precisión y eficiencia.

Es admirable la energía de la mujer, incluso contagiosa. Salvo cuando se pone en plan Dama de la Canción interpretando You must love me como quien quiere demostrar lo que nadie le está pidiendo. Su mejor momento fue la versión guitarrera de su clásico Borderline, coreado por toda la multitud. También resultó bastante fastidioso su set gipsy con un montaje deudor de Emir Kusturica. Tengo la impresión que la mujer no distingue entre los folclores y asume que los mexicanos seremos felices viendo olanes y bailaores y oyéndola dándonos clases de su peor español. Ándile!

Más que satisfechos salimos junto con la multitud, borrachos, dando y recibiendo empujones y cantando las mañanitas en un taxi rumbo al centro histérico al cumpleañero de la noche. La seguimos en una fiesta quesque chic, de trago gratis y mucha pose. El numerito de las celebridades mezcladas con artistas y funcionarios de la cultura nacional, en un precioso recinto no fue suficiente para retenernos, así que nos fuimos a cantar a Timbiriche y demás retrocidades al antro que está a punto de ser insoportable por culpa de tanto cabaretito que no encuentra su norte desde que les cerraron su catedral. FIN.

miércoles, noviembre 26, 2008

Uñas

Después de casi un mes de abstinencia sexual y etílica, el fin de semana pasado al fin pude reivindicarme, por lo menos en el terreno del alcoholismo. El asunto es que cuando uno se aprieta el cinturón para aparentar la cintura que no tiene a la hora de soltarlo se viene con todo lo antes contenido. Y no me refiero a desfiguros ni nada de eso sino a la simple y sencilla despreocupación que luego te hace preocuparte por lo que deja en el camino. Casualties of this weekend? -Cartera nueva, Zippo camino a Cartier, con mi identificación oficial y tarjetas varias adentro (casi todas sobregiradas para más inri), incluso una estampita del Santo Niño de Atocha, que para qué la he de traer no tengo la menor idea, yo que no creo ni en Wall Street.

Este domingo sentí lo que es estar a punto de ser devorado por el pavimento: sin cartera, sin dinero, lejos de mi casa y con el teléfono celular amenazando con descargarse. Afortunadamente la comida fue cortesía de un simpático personaje que se ofreció a alimentar mi desventura con la dudosa intención de convertirme en la versión Centro Histórico de una Blanche Dubois menos patética pero mucho más cínica, que es capaz de depender de la bondad de los desconocidos con plena conciencia de que There’s No Such Thing as a Free Meal. Lo más sorprendente es que de todos los amigos a los que llamé para pedir asistencia social ni siquiera la Jolie hizo acto de presencia. Mutis fue la respuesta unánime y tuve que rascarme con mis propias uñas recién cortadas. Ni modo, así es esto de la ciudá. Y uno que se la da de cosmopolita nomás de puro buen comparsa que es en lo abstracto.

viernes, noviembre 21, 2008

Sucedáneos

Tiene el rostro de un niño o el de un ángel
y el cuerpo de un balón de futbol...
(Mahmud Darwish sobre Maradona)

Me conmueve la candidez con que se expresa la pasión futbolera. Viviendo una ciudad que suda y se alimenta y llora y se contenta con el futbol, trabajando en un lugar donde es algo casi tan sagrado como la mismísima Vírgen de Guadalupe (con la diferencia que al menos el futbol se mueve), mantenerse a raya del fenómeno futbolero no es opción. Alejarse implicaría derrochar más energia de la que estoy dispuesto en descalificar algo que me da más bien lo mismo como actividad, pero que no deja de seducirme como suceso.

Lo de menos son los desfiles monocromáticos en el transporte público de los domingos, familias enteras con camiseta azul o amarilla, o verde si está en escena algún desfiguro de la selección mexicana; las aglomeraciones de tráfico por los festejos ante un inusitado triunfo, las banderas ondeantes, los gritos que cimbran media ciudad como sismos provocados; el lenguaje creado a partir de una realidad donde la dignidad de un pueblo pasa del pié de un jugador al de otro, hasta terminar escupida en una red ocasionado vítores y desalientos a cantidades iguales.

Da lo mismo la industria que está detrás de ese terreno de 80 x 120 mts. y que contiene a 22 hombres en pantalón corto y peinados marcando tendencia, que genera millones de dólares y alimenta las prensas de todos los periódicos y varios especializados en el tema; inlcuso importa poco si los grandes capitales mexicanos y algunos extranjeros tengan entre sus inversiones algún equipo de 1ra o 2da división.

Podría dar igual si la industria del futbol fuera uno de los pocos medios de movilidad social que aún existen en nuestro país sin necesidad de quemarse las pestañas o mancharse las manos con dinero del narco o sucedáneos; que el pasaporte para salir de la pobreza sea sellado por una pirueta hecha con las piernas alrededor de un balón de cuero no es más que otra de las pintorescas paradojas que colorean a México y el resto de Latinoamérica (Brasil y Argentina a la cabeza en la producción de superfutbolistas).

Lo que no deja de seducirme de toda esta ecuación (de la que seguro omito elementos) es justo lo que no está dicho y que está vetado siquiera insinuar: el profundo componente homoerótico que existe mucho antes que la industria llegara a catapultar celebridades y hasta deidades (hola, Maradona!). Cuando una actividad deportiva genera tal cantidad de sentimientos, unos -con suerte- encontrados, pasiones y hasta poesía (mala poesía, generalmente) no puede de ninguna manera extirpársele el componoente erótico.

Y la única manera de preservarlo es negándolo sistemáticamente, omitiéndolo con más pericia mientras más cerca esté de la superficie, disfrazarlo con todos los nombres posibles y golpearle fuertemente la espalda hasta cimbrarlo sin dejarle nunca caer y si lo hace, darle una nalgadita mientras se le ayuda a levantarse.

jueves, noviembre 13, 2008

Próxima estación...

He vuelto a las jornadas maratónicas, recorriendo grandes distancias y viendo cómo a cada milla la galería de personajes se diversifica como en carpa de circo en época de la depresión gringa (estoy viendo Carnivale así, que perdonen la referencia). Con un soundtrack diferente, mi peregrinar por esta ciudad parece igual de tan diferente cada día. No importa que elija variar mi ruta, la mascarada me persigue y me preguntaría si no se trata del cristal empañado de mi apreciación si no fuera obvio. Combino la observación con la lectura, esa burbuja que complemento con mi iPod y que a veces me ponen al borde la locura, pero cuando intento desprenderme de ellos me entero que al menos esa es mi locura y no la de los demás, tan falta de estética.
Me gusta lo invisible que puedes ser en esta ciudad, lo fantasmal que cubre a la muchedumbre. La risa tatuada en la cara de un cuarentón cara de libidinoso, la cara de mujeres con mucho que callar y chamacos que cargar como tiburoncitos bebés, el que nunca desaprovecha la oportunidad para apostarle al ligue callejero por más que uno finja indiferencia, la muchacha que se siente acosada aunque es sólo perseguida por su mal gusto y su perfume corriente, las cabecitas cubiertas de gel que veo bajando la escalera, los vendedores saltando de vagón en vagón diseminando su música como si fuera el virus del papiloma, las parejitas de todas las combinaciones para quienes el metro es un hotel de paso veloz, las eternas escaleras y el alivio indescriptible cuando sales a respirar el aire contaminado y el sol te golpea la cara como recordándote que sigues en este planeta.
Tomo café mientras veo todo este espectáculo diseñado sólo para mis ojos, para encontrarle siempre un hilo suelto a la trama y tomar distancia de lo que llamo en silencio gentuza, muñecos de hilos transparentes esperando complacerme con un twist improvisado, coludidos para que no me aburra, pues siempre será mejor el hartazgo que el aburrimiento.

miércoles, noviembre 12, 2008

Farmacia

-Quiero algo para el dolor.
No sé, lo que sea, lo más fuerte que tenga que no requiera receta médica... No le podría especificar. Me duele por ejemplo que me cuestione mi dolor, me duele el pájaro haciendo equilibrios en el alambrado, el viento golpeando mi cara agrietada de por sí. Las miradas posadas en mi duelen más que un golpe, me duele la indolencia generalizada, la sensación de andar entre zombies y que mi dolor sea como la sangre para los tiburones. Me duele también no tenerle miedo al daño que me puedan causar, la certeza de poder inglingir más daño en los demás que el que ellos puedan siquiera desearme. Debería de dolerme el utilizar la palabra deseo entre un mar de dolencias, pero la posibilidad de placer es lo único que no me duele.
-¿Sabe qué? Déme unas aspirinas... Sí, con cafeína o lo que sea pero apúrese y deje de llorar.

sábado, noviembre 08, 2008

Olores

En estos días que la misantropía se apodera de mi como hacía tiempo no, me doy cuenta que lo mío son los libros opuestos a la autoayuda. Terminando de leer a Patricia Highsmith sigo con Clarice Lispector. Sólo me falta la Duras para completar el cuadro, y ¿un poquito de Woolf? No sé. Creo que quien le teme a la Woolf no ha leído a la Lispector. Su indagación hacia el interior humano es iluminadora in a freaky way, pero creo que la única manera de descubrir verdad en el fondo de uno mismo es ser implacable y cero autocomplaciente. Para ella, que sólo puede amar a través de la piedad, el ser se construye y se mantiene en la más completa soledad y la interacción humana y los sentimientos son elementos necesarios pero desgastantes del Yo, sirviendo para tomar distancia y no perdernos en el laberinto que somos hasta estar listos realmente para hacerlo.
A Clarice -y en eso coincido- la bondad le da ganas de vomitar. Para ella huele a carne cruda guardada por mucho tiempo. Para mi, simplemente apesta.

miércoles, noviembre 05, 2008

Píntame presidentes negros: Nostradamus

Sólo puedo decir que espero que un día en México tengamos unas elecciones tan entretenidas e impredecibles como las que sucedieron ayer en Estados Unidos. No veo el día en que nos gobierne un negro, pero mucho menos veo el día en que un perdedor mexicano dé un mucho mejor discurso que el del ganador. John McCain (¿o debo decir sus redactores?) asumió su inevitable derrota con un discurso no sólo conciliador sino atribuyéndose él mismo toda la culpa y exonerando a sus votantes, que dudo dejen de ser bajo su influencia unos racistas recalcintrantes y obsesos con los no-natos, defendiendo la vida así se encuentre debajo de una piedra, pero al menos deberían llevarse consigo el momento digno y la humildad para dirigirse a su antes rival como su presidente.
Hace unos meses, cuando comenzó todo este barullo entre si el candidato demócrata iba a ser este desconocido afroamericano (como se le dice hoy a los negros que van a la escuela) o la archi-odiada-endiosada Hillary me hice la pregunta de si la sociedad estadounidense sería más racista que sexista. No estoy seguro que este resultado me la responda, pero no se puede esperar una respuesta precisa a una pregunta retórica.
Me gustaría que tuvieramos unas elecciones así de emocionantes y estar de acuerdo con la mayoría de los mexicanos como lo estoy ahora con los gringos que votaron por Obama, aunque yo hubiera preferido a Hillary por puras ganas de espectáculo (y de que haya en la telenovelera política internacional una nueva Catalina Creel), porque cuando los mexicanos tenemos la oportunidad de generar un buen personaje, éste se convierte por default en un patán que parece imaginado por Héctor Suárez, en el mejor de los casos (por "El Güero" Castro en el peor).

Otra cosa: Obama aprendió de Hillary algo muy importante. Las lágrimas también generan votos (que no es lo mismo a los políticos también lloran).

martes, noviembre 04, 2008

Bolsas de plástico y buenas intenciones

¿Qué será más útil, una bolsa de plástico o una buena intención?
En teoría deberían ser igual de útiles, pero nunca ninguna sirve a largo plazo. Nada se mantiene seguro mucho tiempo en una bolsa de plástico y el bueno que abre la segunda frase con el tiempo -muchas veces breve- sólo desaparece para dejar sola y desamparada a esa palabra hija no nacida de la acción: intención.
Aplicado a las relaciones interpersonales las buenas intenciones son menos útiles que las bolsas de plástico. Incluso me atrevería a decir que muchísimo menos.

domingo, noviembre 02, 2008

Mudanza y bolsas de plástico

Hoy el departamento prácticamente se vació de colillas de cigarro y vasos desechables de café a medio ingerir distribuídos arbitratiamente a lo largo y ancho de la sala y el baño. Tampoco hay más ropa regada ni ceniceros rebosantes ni sonrisas adormiladas a mediodía ni música ochentera y carcajadas a cada ocasión que sonaba un celular, porque no dejaba de sonar su celular nunca. Llamadas a bocajarro de amigos, amantes, amigas y fans, familiares o acreedores múltiples que encuentran irresistible su optimismo genuinamente almodovariano. No sé que voy a extrañar más de este roomate, si todas esas cosas ya descritas o su televisor de pantalla gigante, su iMac G5, su futón azul, su lavadora y secadora o las veces en que no pude dormirme temprano por socializar con él y sus constantes visitantes, viendo películas hasta las 4 de la mañana o jugando Wii (bueno, al menos sé que no voy a extrañar ese oxímoron del autoengaño sitematizado).

Tienen algo de fascinante los departamentos vacíos. Me encanta abrir sus ventanas y dejar entrar todo el ruido al que diariamente procuro sacarle la vuelta. Me entretengo viendo como el viento helado de la mañana juega con un pedazo de papel y recuerdo el video que el protagonista de American Beauty (tan parecido a mi ex) le muestra a Thora Birch donde ejemplifica los vaivenes de la vida en la aventura de una bolsa de plástico contra el viento de otoño. Mejor me detengo aquí, antes que reconozca lo mucho que me identifico con ese personaje cuando se queda embelesado con la belleza inherente de la muerte del protagonista.

jueves, octubre 30, 2008

Uno de esos días

Hay días peores que otros. Y otros peores. Y otros como ayer, que ni el playlist del iPod me daba por el lado y la estupidez propia, pero sobre todo la ajena, se amontonaba como en convención o marcha masiva confabulando contra el reino de mi placidez. No recuerdo con cual pié me levanté, ni si crucé por debajo de una escalera o si se me atrevezó un gato negro, pero ah, cómo chingó a su madre el día de ayer cuando a punto de terminar la cena horrenda del Vips, se me derrama el vaso de jamaica que me estaba tomando. La mesera, mi amor ella, se dio cuenta de mi estado y solita sin hacer ruido ni comentario alguno limpió la mesa, me cambió el mantel y me trajo otra jarra de jamaica y yo antes de decir gracias le pedí la cuenta. En lugar de las gracias le dejé buena propina: sólo por el hecho de soportarme porque la comida apestaba.

viernes, octubre 24, 2008

CORRESPONDENCIA I

La Anunciación

Mi hermoso pubis rojo,

Espero y estés mejor que una calabaza cuaresmeña, que la miel en penca y que un pájaro peludo. Si así fuera me dejarías parada de uñas, mas sin embargo esperemos y así sea.
Te cuento que estoy expectante pues mi primer sobrinillo viene ya casi a este pinche mundo en donde abunda la verga y nada nunca nos es suficiente.
Sin embargo me emociono y pienso en la criatura. Espero que a pesar de lo difícil que es estar aquí, en alguna medida perciba también lo divertido que puede resultar y entienda que esta vida es su única oportunidad de ser lo que se proponga.
Algún día tal vez se compruebe que existe la reencarnación pero qué hueva repetir todo para volver a valer madre o no acordarte de ¿en qué estábamos? ¿No crees?

Igual creo que mañana haré un tour como de doñona a comprarle algún regalito para el baby shower, aunque ya les hice yo una cena deliciosa que esperemos cuando vengas te la pueda preparar. Hice unos camarones a la diabla acompañados de verdura al vapor, arroz blanco y vino blanco de la región.

Ah, te cuento que me he propuesto cambiar de carro y estoy tentadito a ahorrar una pequeña parte de mi préstamo para tal fin. Lo que pasa es que deseo venderle el carro a mi hermano con tal de que se cambie a su domiclio y yo pueda estar a mis anchas.

Con mi madre las cosas se vuelven distantes a ratos, aunque trato de tener paciencia...

En mi trabajo afortunadamente creo sigo siendo yo quien tiene el control sobre la mayoría de las situaciones. Sigo en trámites para cambiar de departamento, así que te pido que cuando sacrifiques un culo se lo ofrezcas a los hados para que me sean favorables ¡ja ja ja ja! Las invocaciones, plegarias y salmodias te las dejo a tu criterio, pero sería fabulosoo que la víctima a ser inmolada fuera muy cooperadora pues eso me auguraría mucho éxito.
No dudo que harás tu mejor esfuerzo, por ello estoy cierto de que a vuelta de mail me darás cuenta de toda tu odisea.

Tuyo,

La Purísima Concupiscencia

martes, octubre 21, 2008

Cristolandia

La primera vez que interactué con un gringo fue una vez que vino un grupo de cristianos a Hermosillo, yo era adolescente y apenas entendía su lengua, pero me di cuenta que lo suyo era la persuasión por todos los medios. Independientemente de si se esforzaban en aprender español o incluso antes de averiguar en lo que uno creía, ya querían imponerte un Jesucristo de estampita y una actitud de optimismo galopante que aún con mi provincialismo e inexperiencia me hizo bastante ruido.
Recuerdo que el más guapo de todos se me acercó y empezó a sacarme plática con su mal español y yo respondiendo con mi mal inglés. El caso es que hicimos como que nos inspirábamos confianza e intentamos comunicarnos en un dialecto bastante pintoresco pero funcional, aunque nunca llegamos a profundidades, de la misma manera que pocas veces tocas profundidades con aquellos que comparten tu idioma. Era ingenuo yo, pero hasta cierto punto. Intuía que lo suyo era una especie de seducción cautelosa y el hecho que sus compañeros y compañeras le dieran codazos cuando me veían llegar hacía todo mucho más evidente.
Lo más curioso del asunto es que yo no me sentía atraído ante este híbrido entre Tom Cruise y Matt Dillon, por más agradable que pudiera resultar para la vista, de la misma manera que uno ve una revista de modas y no invierte más de unos segundos viendo las fotos de modelos cortados con la misma tijera caucásica. Mi curiosidad iba mucho más allá de lo erótico (tal vez incluso en mi etapa reprimida tenía bastante definido un tipo físico del que se alejaban lo centerfolds de las revistas de mis hermanas) y creo que tenía que ver con el hecho de que fueran tan extraños y tan amables porque esas sonrisas perfectas y esos ojos claros se podían ver nomás asomándose un poco a los pueblos de la sierra, hablando el mismo idioma que uno, pero con un acento mucho más marcado. Ahora me queda claro que era la sonrisa del evangelizador, la amabilidad insidiosa del integrista, pero entonces sólo me quedó claro cuando nos llevaron a un salón del hotel Calinda donde se hospedaban y nos pusieron unas películas sobre Cristo y sus enseñanzas.
Salí de ahí ligeramente decepcionado pero sin ninguna de mis convicciones alteradas. Estaba ya en mi la duda de la existencia de Dios y esos discípulos de Cristo no ayudaron para nada en recuperar mi pálida fe. Tampoco ayudó que al final de la cena -la noche previa a su regreso a Cristolandia- intercambiáramos datos para seguir en contacto y cuando llegó mi turno anoté mi número telefónico en un pedazo de papel y una de las gringuitas escapadas de la casita de la pradera se rió de mis cinco números. Yo ya para entonces tenía cierta fluidez y alcancé a preguntar what is so funny? -Nunca se me ocurrió que tenían ellos que marcar una clave lada. ¿No que muy chingón Jesus Christ?

domingo, octubre 19, 2008

Guilty as guilt

It is clear now that being a hip hop fan is kind of easy. You just have to raise your right arm and move it up and down as long as the song last. Kanye make it easier on us, he has a talent to make you feel invited to his personal party along his musicians ("Love lockdown" is the single of the year for me).
I wonder if he has a sort of deal with Louis Vuitton 'cause he mentions that label a lot. I suppose if you're exclusive with a major brand it should be enough just wearing the stuff but who knows about small letters on big contracts.
This time it happened like last week on James concert. I didn't realize until know how big these artists are in this city. Fans here not only show up and applaude, they actually do their homework and learn the lyrics and sing along. At Kanye's we were not only one of the oldest people on the crowd, we were also very uncool for not wering the scarf and the silver sunglasses (wright sunglasses to facilitate the view of course) and say YO!
The cutest thing of the night was a teenager boy sitting 2 or 3 sits away from his parents, pretending to be a tough independent grown up. I'm not sure if I was more moved by him and his imposted confidence or by his parents pretending to enjoy the moment as if their baby were into transition from crawling to walking.
The night ended up in a bar that makes kitsch it's raw material, singing 80's and 90's pop hits from our lungs and losing our coolness with guilty pleasures. The best way to lose anything.

jueves, octubre 16, 2008

Facenet

Alguien por ahí me comentó que tener cuenta de Facebook es estar un poco desesperado. Yo, que no me considero desesperado sino desesperante, tengo cuenta de casi todo y sólo me faltaba esa, que finalmente tuve que obtener para saciar mi curiosidad fotofílica o voyeurismo, pa'que se oiga mas acá. En realidad, para mi Facebook, Myspace y todas esos sucedáneos de la interacción humana verdadera no son otra cosa que un semillero para el tan mal reputado y tan sabroso chisme.

Independientemente de existir socialmente, figurar en un círculo social determinado o simple y sencillamente llevar un registro on line de tu vida para beneplácito de tus amigos o parientes alejados geográficamente, estas redes no son más que el individuo convertido en paparazzi de sí mismo, acosados por un complejo de trascendencia tan endeble como la conexión que las habita. Una vida simi, como bien comentó alguien: genérica, barata pero tan vistosa y folclórica como uno la desee.

Hay incluso quienes consideran que es un instrumento de control del estado para mantener localizado y a la vista al ciudadano, como en una ficción de Orwell, lo cual no es tan descabellado, pero generalmente quien comenta eso encuentra complots debajo de las piedras. Además, ¿qué cosa no es un instrumento regulador? Hasta estas líneas pueden serlo. El punto es divertirte o hacer lo tuyo siendo conciente de todas esas barreras y mearte en ellas, reírte de ellas o -si tienes energías- combatirlas (para imponer las propias, claro) hasta que llegue el impuso de colgarte de ese cerco imaginario magnetizado, con tu uniforme a rayas y un número tatuado en el brazo.

Dios -que no existe- es un fascista y nos hizo a su imagen y semejanza.

domingo, octubre 12, 2008

Ojos que dá pánico cerrar

A veces la realidad tiene puntadas de ficción o simplemente se sincroniza con el -mal- ritmo de algunas narraciones. Justo pasando por el Parque Hundido llego al capítulo donde el personaje principal de la novela de Luis González de Alba se encuentra con el amor de su vida: mientras uno pasea al perro, el otro se come un hot-dog: una escena muy atípica para un grecofílico, pero tomemos en cuenta que en su novela "Otros días, otros años", el narrador conoce a su enamorado en las barracas de Lecumberri, la célebre cárcel que simbolizaba lo podrido del sistema de justicia mexicano en la época en que los idealismos tenían sólo mala reputación para estados represores como el nuestro, que gozaba de su época dorada de priísmo recalcintrante.

Por cierto, después del tropezón del 68, ¿qué tanto ha cambiado en este país? Muchos dicen que fue una lección aprendida para el estado y la ciudadanía, que empezó a darle la importancia debida a levantar la voz y exigir respeto por sus derechos, pero 30ytantos años después la ciudadanía permite ganar a la derecha mexicana, tan enamorada ella con los cadáveres en los clósets y del chal ocultando el adulterio solapado por las buenas intenciones y el fervor religioso haciendo de las suyas creando bombas de tiempo alimentadas de represión, la propia, pero sobre todo la del prójimo, que es casi más importante que el altísimo. ¿Y la izquierda?... bien gracias, organizando algún toquín o en algún plantón convocado por El Peje.

El caso es que casi llegando al final de este libro, que vendría siendo el lado B de sus crónicas ("Los días y los años") que detallaron la época de González de Alba como uno de los principales líderes del movimiento estudiantil del 68, no puedo más que compartir la desazón y el hastío del autor con todo en lo que se ha convertido este país. Sólo que siento que con todo lo que ha vivido -a juzgar por el relato, que no conozco mucho de su vida- debería estar más agusto consigo mismo y sus viajes, relaciones, logros académicos y aventuras. Al menos su paso por Lecumberri daría para una película menos mugrosa y sórdida que la de Cazals (basado en un relato increíble de José Revueltas), porque comparado con eso, lo que cuenta parece un campamento de verano.

Comentando con un amigo la novela y después de confesarle mi desconocimiento de la obra completa del autor (sus aportes a la divulgación científica y su exitosa faceta como empresario) le digo que me da la impresión que esta sería una novela muy genetiana.... si -y sólo si- Jean Genet hubiera sido un mexicano clasemediero con problemas de sintaxis. Lo de su proclividad a la cursilería me lo guardé, porque intuí que él es medio fan, pero no pude evitar comentarle mi desconfianza ante las primeras páginas cuando el autor menciona la pureza o limpieza en la mirada de su amado. Sorry, pero eso aquí y en china, se llama miopía.

sábado, octubre 04, 2008

We had no faith to lose

"We are all dying. Even the sun is dying. Homo sapiens is evolving toward some species that won’t care about us whatsoever and our art and literature and scholarship will fall into utter oblivion. Every author will eventually become an unread author. And then humanity will die out and beetles will rule the world. A man can fear his own death but what is he anyway? Simply a mass of neurons. The brain is a lump of meat and the soul is merely 'a story the brain tells itself.' Individuality is an illusion. Scientists find no physical evidence of 'self' — it is something we’ve talked ourselves into. We do not produce thoughts, thoughts produce us. “The ‘I’ of which we are so fond properly exists only in grammar.”

“There is no separation between ‘us’ and the universe.” We are simply matter, stuff. “Individualism — the triumph of free-thinking artists and scientists — has led to a state of self-awareness in which we can now view ourselves as units of genetic obedience.”

“Wisdom consists partly in not pretending anymore, in discarding artifice. . . . And there is something infinitely touching when an artist, in old age, takes on simplicity. . . . Showing off is part of ambition; but now that we are old, let us have the confidence to speak simply.”

Julian Barnes in his book "Nothing to be frightened of"

El primero de mi lista de regalos para Santa Claus Maria Brandauer

lunes, septiembre 29, 2008

Miopía

Hoy vi un documental acerca del suicidio y apenas ayer platicaba con una amiga del caos que se avecina en el país -e intuyo en el mundo- cuando toda la población económicamente activa en estos momentos se convierta en un lastre para el sistema económico que se ha encargado de ir desmantelando los programas de salud y de pensiones para facilitarles el camino a las empresas chantajistas con los gobiernos, que con la mano en la cintura especulan con los derechos de los trabajadores alguna vez fundamentales y hoy canjeables por esa espantosa equis tan temida los domingos con Chabelo, que fue el rescate bncario de los noventa y la consecuente y cínica rebatinga en que se han convertido los afores y demás reestructuraciones institucionales.

La cosa no es nueva y la sensación de desamparo que permea la sociedad convertirá nuestro futuro en una tragicómica adaptación a la mexicana de aquellas películas futuristas rusas que vi de niño, sólo que con un poco más de color y folclorismos verbales, que lo último que se pierde es el estilo (por eso no tenemos un Vajda o un Tarkovski -me atrevería a decir que gracias a Freud- y sí versiones chiconcuac de Tarantinos o Cassavetes y uno que otro que se cree Bresson).

Por eso me enternece ver la fascinación infantil de mis roomates con el fin del mundo, el apocalipsis y las profecías de Nostradamus y los mayas y las que vayan surgiendo. No sólo porque su fascinación es idéntica a aquella de quienes alucinan la maniquea feria de atracciones Lego de Star Wars sino porque ubican una destrucción de ficción, espectacular y cósmica -lista para la cámara- cuando en realidad todo resultará menos fotogénico de lo que quisieramos y la verdadera peste no la traerán los roedores sino las mismas acciones humanas, esas que no pueden desarticularse y estudiarse en un laboratorio, aislando el gen de la irresponsabilidad y la inconciencia.

Entre sorbo de café, leyendo sobre el origen del universo según la revista Quo y un proyecto de recrear la supuesta exploción atómica de la que proveemos me pregunto si la miopía no será la principal pandemia humana.

jueves, septiembre 25, 2008

Bastón

Este fin de semana me gané el cielo -al menos por un ratito. Mi pedacito de nube llegó mientras esperaba cruzar hacia la Alameda Central para tomar el metro Bellas Artes. Llegó enjuto, con bastón y postura lerda, pero una sonrisa bien puesta. Me pidió que lo ayudara a cruzar la calle, me tomó la mano y al sentir su tacto cálido sonreí al recordar dónde había estado mi mano apenas unos minutos antes y me divertía la posibilidad de que el señor supiera y se apartara asqueado con la misma intensidad con que yo pudiera encontrar abyección en su vejez.
Mientras algunos conductores decentes -que no abundan- se detenían abriéndonos paso, el anciano comentaba del clima, el lastre del tráfico en la ciudad pero en ningún momento aprovechó el trayecto para quejarse de nada. Al despedirse me agradeció y me deseó buen viaje y me dijo Hasta Luego. No sé si lo suyo sea optimismo o certeza, pero me dejó una extraña sensación. Una que no sentía desde mi niñez.

miércoles, septiembre 24, 2008

Miedo al miedo

Y así. Como quien no quiere la cosa te enfrentas una y otra vez al mismo esquema, al interés alimentado por el desinterés y mi desapego. La gente llega y se va como una ráfaga de aire agridulce y sólo queda una huella en el cuello que se borra en tres o cuatro días, una sensación en el cuerpo parecido a una cicatriz transitoria, un número telefónico al que nunca recurres porque las historias repetidas no entran en el saco de la desesperación sino en el del hastío. Y te preguntas si la gente ve en tí algo que tu no alcanzas siquiera a divisar, que si tus ojos dicen una cosa y tu boca otra, pero yo cuando se trata de mi no hablo mucho, mejor lo escribo o lo olvido. Y luego incluso piensas que sería bonito -sí, esa palabra tan tramposa- que esa gente encontrara en ti lo que busca o lo que creen tienes para ofrecer, pero en cada mirada se borran las preguntas antes siquiera de atisbar las respuestas, o las promesas. Hay quienes piensan que si no te comportas como una mierda ya eres de pronto la salvación, la pirinola que cae siempre en Toma Todo. Y en realidad nadie pone nada si no es el cuerpo, que lo demás tiene tantos rayones como un disco de vinil (o una nalga llena de estrías, casi pandémicas), pero de pronto el cuerpo también se desvanece y se repliega y se escapa como todo lo que quiere sobrevivir a la nada. Yo a veces creo que me gustaría ser diferente si tuviera opción, saber decir que sí o expresar mejor mis sentimientos, pero cómo va a expresar uno fielmente algo que realmente nunca tiene claro y cómo va a necesitar uno desesperadamente a los demás sin convertirse en una rémora, un lastre o un amuleto.

miércoles, septiembre 17, 2008

Él le mintió

"Yo sé que eres buena persona", me dice el desconocido al momento que casi me arrebata el cigarro para quedarse con las tres. Yo sólo alcanzo a ver una sonrisa calculada y una mirada de borrego a medio morir tan impostada como la de las señoras que piden una moneda en cualquier esquina de la ciudad. Al bajar la mirada me topo con sus piés cubiertos por unos calcetines sucios debajo de unos guraches plateados de tiras. La propuesta chimoltrufiesca me parece, al menos, congruente.

"Yo a todo el que pasa le ofrezco amor", dice este remedo de Agrado, quien ha dedicado su vida a incomodar la de los demás. Yo sólo escucho y alcanzo a mascullar lo titánico de su tarea, pero como todo semi indie-gente el sujeto tiene oído de tísico y reprueba con una mueca mi excepticismo y hastío y algo está a punto de decir cuando se escuchan dentro del bar las notas de una balada ochentosa de la gritona Amanda Miguel. Yo finjo un capítulo epifánico y le digo adiós con la mano al autoinvitado.

"Te quiero mucho", me alcanza a decir. Y yo me devuelvo como impulsado por un resorte para decirle algo que es casi un postulado para mi y que pocas veces está tan bien utilizado:
-Tú no me quieres. Lo que pasa es que no me conoces.

Acto seguido, me pierdo entre las notas amargosas y katebushescas de la Miguel, lamentándose las mentiras de alguien que la dejó con el corazón destrozado, el rostro mojado y tan desdichada como el dador de amor que se terminó mi cigarro.

PS: ¿Qué le pasa a la gente que le cambia a uno de nacionalidad por el simple hecho de ponerse una boina?

jueves, septiembre 11, 2008

Novedad

La novedad. Me gusta Kanye West... bueno no hay que ir tan lejos, digamos que fue lo único que me gustó de la pasada entrega de premios MTv, así que casi me gusta por eliminación.Ni siquiera voy a justificar haberlos visto casi obligado por la fiebre y mi garganta que se empeñó en arruinarme mi fin de semana pasado, pero entre dormmitada y levantada al baño vi a un presentador injerto entre la Manson y la Mercury, sin la gracia de ninguno de ellos, flemático hasta decir basta y con serios problemas de dicción.

West, que es un egomaniaco y tiene una ligera tendencia a irse de lengua, me demostró esta vez que no es competencia del six pack de 50 Cents ni de tanto afronegro saltando en los escenarios con los pantalones sostenidos en la pelvis, presumiendo lo bien que los ha tratado la naturaleza por delante y por detrás, sino que sigue la ruta de artistas de mayor rango musical y lírico, como Beck. Casi estoy seguro que con eso que dije, Mr. West habrá pedido su baja de mi club de fans, pero -para mi- Beck representa lo que Bowie para la generación de las flores, la mota, los movimentos estudiantiles y la trasnochez que se creyó trascendente.

Nosotros, renegados de la trascendencia, frívolos y pretenciosos al autonombrarnos nihilistas, seguimos reaccionando a lo que nos sucede pero de una manera mucho más mediatizada, menos melodramática pero profundamente desolada sin reconocerlo. Nadar de muertito próximamente será deporte olímpico y ahí es donde los mexicanos tendremos oportunidad de medallas, seguidos por los gringos que llevan dos períodos presidenciales ajustándose los dedos que no les ajustan para seguir negando la realidad y lo que las decisiones globales han hecho de ella, tan puta ella.

Volvamos a Beck, que según me enteré es fiel seguidor del culto que tan mala imagen ha tenido gracias al ex-carilindo Tom Cruise. Yo me haré de la vista gorda hasta que no lo escuche decir sandeces salidas de The X Files y se dedique a hacer lo que mejor le sale, que es la música.

martes, septiembre 09, 2008

Petit

Tres noches soñando infiernos y criaturas deformes, atrapado en la serie B de la fiebre que no es calentura sino su némesis, con dolor de espalda y riñones por tenerlos oprimidos contra el colchón, arropado por la soledad y el silencio del departamento, adormecido por el ruido de la televisión que bien podría utilizarse como tormento chino al ver sobreactuar a Daniela Romo que no encuentra su norte sin la melena urzuelosa que la hizo famosa o a Allly McBeall haciendo su dramita por que estuvo a unas cuadras de las torres gemelas el día que las derrumbaron mientras Sally Field le escupe su discurso demócrata de madre castrante y cornuda pero rete comprensiva, tan a huevo como Phoebe, mi personaje favorito de la serie que está tan mal visto ver (uno tiene que amar Seinfield por no sé qué posada razón) y que odia tener a una hermana igualita a ella pero más guapa y despiadada. En mi delirio veo La Petit Mort, de Francois Ozon, un corto que condensa las obsesiones pater-filiales del director francés sobre un fotógrafo cuyo eje temático son los rostros de hombres en el momento del orgasmo, como buscando entender aquella primera foto suya que le envían a su padre, quien se resiste a reconocerse como el progenitor de semejante engendro... ¿Y lo culpan?

viernes, septiembre 05, 2008

Snow

Winter has locked us in its icy embrace. The pelts of the animals are thick and bluish and our home is blanketed with snow. Papa calls it "limbo" because it sure isn't heaven and it's too cold to be hell. Mother wondered about purgatory, but he said no. Purgatory has an end to it. "Don't torture me so," said Mother.
(John Sayles, "Limbo")

miércoles, septiembre 03, 2008

Unfulfillness = rings under the eyes

Dicen que sólo el unfulfill love puede ser romántico, y según esa máxima mi vida amorosa debía ser la más romántica de todas (y la del resto de la población que habita este mercado de lágrimas tan cercano a La Carabina de Ambrosio que da miedo cuando se agota la risa).
Me pregunto si al unfulfill sex podría considerársele romántico y se me enredan los dedos en el teclado al querer convencerme a mi mismo de lo que escribo. Tratándose de escepticismo me convierto en mi primera víctima propiciatoria, pero los destellos de novedad e inesperado magnetismo sexual que me asaltó este fin de semana me tiene con las ojeras hasta el piso mientras sigo coloreando el mapa de la República Mexicana en la parte del Istmo de Tehuantepec y coloreando encima de Jalisco, nomás por repetitivo que es uno mientras se entera que los norteños no somos bien vistos en La Perla Tapatía, y yo ni por enterado cada vez que voy. Ahora me pasará cada vez que vaya como este día que salí y sentía los ojos de medio mundo posados en las marcas de guerra que cargo en mi cuello con una dignidad que sería fácilmente confundida con desfachatez (al menos los distrae de mis ojeras).

martes, septiembre 02, 2008

Enciende una vela...

nomás recuerda apagarla a tiempo, no vaya a convertirse tu pólvora en infiernote.

Vestirse de blanco y salir a las calles para demandar medidas eficaces en la procuración de justicia y en la prevención de los delitos que abundan y son coleccionables en esta monstruosa ciudad (y más monstruoso país) resulta una idea tan fotogénica como casi irrefutable. But God is in the details, dice el dicho, y el CASI es tan grande como la mancha humana impoluta, enchida de superioridad moral, reclamando una solución a lo que no es más que el resultado de años de impunidad patrocinada desde el poder y no a pesar del mismo.

Pasa un poco con la élite social y empresarial mexicana lo que con las estrellas de Hollywood quejándose de los papparazzi y la invasión a su intimidad. Salir a pedir que se deje en paz a la GRAN familia mexicana (asaltos, secuestros, extorsiones, ETC.) es negarse a reconocer el despojo continuo y a la vista de todos del resto de la población que probablemente utilizaría esa manta blanca para cubrir el techo de su casa y para quienes la palabra BASTA parece haber desaparecido de su diccionario y que paradójicamente tienen espacio para compadecerse por el dolor (real, hay que decirlo) de unos padres de familia que pasaron de tenerlo todo resuelto a reconocerse tan vulnerables como la señora que tiene que sortear cualquier cantidad de peligros cada día para llegar a tiempo a limpiarles la casa.

Y como nuestra realidad es una comedia negra, durante la marcha de este sábado, una familia era olbigada a asistir al evento por los plagiarios de su hijo para hacer el pago del rescate. Hoy sus declaraciones adornan las portadas de los diarios y señalan sin tapujos al culpable en turno, asegurando que se irán del país como adolescentes amenazando con dejar la casa paterna al primer desencuentro, actuando como personajes de película mexicana de Sariñana. Digo, al menos esos señores recuperaron a su hijo con vida.

No todas son malas noticias. Al menos Britney recuperó su figura.

sábado, agosto 30, 2008

Últimamente...

no he andado ni muy leyedor ni muy escribidor ni muy cogelón ni muy nada. Últimamente he andado igual de reflexivo pero tratando de desempolvar cosas y enterrar otras (sin albur) que no tengo claro si me sirven pero ocupan mucho espacio. A veces me siento como Wall-E, el Sísifo de Pixar que lleva y trae y acomoda todo que siempre es lo mismo, pero -como él- atesoro cosas que nadie se imagina y que yo mismo me sorpendo al reparar de pronto en ellas, como si tuviera amnesia de corto alcance y me maravillara por objetos, recuerdos y sensaciones que pareciera nunca haber tenido, vivido o sentido. Qué ñoño, ¿no?

martes, agosto 26, 2008

Cruces blancas

Llegando al Ángel de la Independencia me topo cono una alfombra verde tapizada de banderas blancas. Visualmente es muy bonito, lo comentamos mi hermana y yo camino al restaurante, preguntándonos a qué se deberá el numerito. Ella apuesta por las muertas de Juárez pero yo no vi una sola rasta o morral que evidenciara la filiación política del acto, así que me permito dudarlo.
De regreso, aún saboreando el cangrejo asado acompañado de verduras a la plancha, arroz y cerveza Montejo alcanzo a ver las mantas blancas con letras azules que flanquean el crucero más importante y transitado de la Ciudad de México. Está igual de transitado que cualquier otro domingo, lo cual me extraña. Si de celebrar la vida se trata, debería estar atestado, pero las letras azules intentan ejercer presión social ante la inminente discusión en el senado de la legalidad del aborto.
Las cruces blancas cobran sentido: no es tan importante la muerte impune de cientos de mujeres en una ciudad fronteriza como la de miles de futuros no natos para estos peregrinos del amor a lo desconocido -que lo conocido es feo.

jueves, agosto 21, 2008

La edad

En la ciudad de los peinados inenarrables, el abuso de gel, las marcas en la piel que exige como sacrificio la metrópoli, los zapatos horrendos, los colectivos atestados, la belleza asomándose a pedazos y escapándose al primer parpadeo, las calles congestionadas, las miradas lascivas confundiéndose con las de desconfianza, los tropezones, las nubes y la lluvia interminable, el ruido -siempre el ruido, las manifestaciones, las putas de todo género a la vuelta de la esquina y uno caminando y viendo la propia estela (no a la Núñez) integrándose al gran fantasma del ahorita aquí al rato quién sabe y recibiendo felicitaciones por algo tan intrascendente como cumplir años comiendo pastel de chocolate y viendo por televisión cómo el marido golpeador de esa esposa sumisa zen llamada Tibet se lleva las palmas por el gran desempeño de sus deportistas, imaginando que a cada error que comete una gimnasta algún familiar (que no ha de tener muchos) irá perdiendo alguna extremidad, como si hubiera otra opción para el deporte de élite que emular prácticas fascistas tan desgarradoras como eficaces... y uno pensando que nuestros deportistas no ganan tantas medallas pero al menos son felices, como si la felicidad se llamara inconciencia o indolencia o huevonería. Al día siguiente un mexicano gana medalla de oro y lo primero que me viene a la mente es el trabajo que me espera para representar ese triunfo que es de uno pero que a la hora de la hora se adjudican todos, fagocitándolo como al bebé de Macon. No, la edad no te hace más sabio sino más repetitivo.

viernes, agosto 15, 2008

Nacido Indecente

En El País Semanal del pasado domingo, 100 autores son invitados a enumerar los 10 libros que cambiaron su vida, en orden de importancia. Así como E! cataloga los mejores cuerpos o las cirugías más exitosas, los escritores le entran al juego macabro de la discriminación en la que no precisamente honran su historia o siquiera su memoria, sino su estatus como personalidades que actúan siempre en consecuencia y generalmente de acuerdo a los cánones.

De esos 100 primerísimos autores que encabeza Cervantes con "Don Quijote de la Mancha" y cierra la rota Beauvuoir con "El segundo sexo" he leído a más bien pocos (Kafka, Dostoievsky, Borges, Rulfo, Lorca, McCullers, Nietzsche, Cortázar, García Márquez, Woolf, Hesse, Carroll) y seguro no lo suficiente. A Cervantes, Bécquer y Galdós los leí en la secundaria, lo cual no cuenta demasiado porque las versiones que nos facilitaban eran una especie de resúmenes para débiles mentales lationamericanos.

Sólo recuerdo de Don Quijote su heróica locura, sus problemas de la vista y su peregrinar por la provincia española acompañado de un torpe panzón que hacía de comparsa. También me acuerdo de la fea Marianela de Galdós que enamora a un ciego y que luego interpretaría Mariana Garza en una telenovela que no era tan mala a pesar de contar con Ernesto Laguardia y Edith González en su reparto. De Bécquer sólo tengo vagos recuerdos de oscuridades, lunas y montes enlazados en rimas imposibles, pero siempre que se le menciona lo primero que me viene a la memoria es el gato negro de la tía de Claudia Islas en una película de terror setentera.

Sin embargo, ninguno de esos autores ni sus libros me cambiaron la vida porque tengo la ligera sospecha que hace falta más que buena sintaxis y ocurrencias narrativas para cambiarle la vida a alguien. Si a alguien debo mi interés por la lectura es al librero de mi casa, un armatroste de madera pulida y vidrios maldecorado pero lleno de enciclopedias y libros de texto de mis hermanos mayores. Pero sobre todo de una colección de Reader's Digest propiedad de mi padre, que estaba suscrito y que se hizo acreedor a colecciones extrañas y obras completas de autores desconocidos y otros no tanto que yo, desatendido como cualquier hijo pequeño de familia numerosa, devoraba para hacer ligero el tiempo entre comidas, mi actividad favorita desde entonces. No es que fuera un niño antisocial, pero el sol no ha sido nunca mi mejor amigo y los vecinos de mi edad ya estaban muy desarrolladitos y en sus juegos sentía demasiada desventaja, así que mi afición por el dibujo primero y la lectura después tienen ese origen. No todos podemos ser hijos de ministros ni tener la biblioteca de Alejandría a la mano. Así escribe Dios -que no existe pero como chinga- en renglones torcidos (otro título que me remonta a Lucía Méndez y su infame-fabulosa actuación en una película ochentosa).

Si un libro pudo cambiar o al menos moldear mis gustos fue "Nacida Inocente", de Creighton Brown Burnham. Un libro de esos que vieron la luz justo en la resaca post-hippie y que mezclaban sexploitation con moraleja de ultra. Obvia decir que me encantó y que sin haber visto la película para mi no había otra Chris Parker que Linda Blair, quien para entonces ya había estado en "El Exorcista" (cinta que vi tardíamente y que da para un post aparte), en la que se masturba con un crucifijo. Lo curioso es que en la novela, la inocente del título pierde lo ídem a manos de una pandilla lésbica que la viola con el mango de una escoba (o trapeador, ya no me acuerdo). A eso le llamo yo hacer una carrera congruente a una edad precoz... para luego diluirse en la ignominia.

Que me haya marcado ese libro y no mi incipiente y fallida relación con la Biblia no dice tanto de los valores literarios de uno por encima del otro sino que desde peque, a la deriva de todo, uno puede descubrir que Roma no es lo importante sino la manera de llegar a ella tomando el más torcido de los caminos, el más divertido y el de peor reputación.

miércoles, agosto 13, 2008

no estoy para mayúsculas

...he dormido menos que de costumbre
el reloj de mi celular se para cada que se le da la gana
he llegado tarde a trabajar
de mi nariz sale un líquido verde y viscoso
me molesta dar las gracias cada vez que estornudo
cada año que pasa estornudo más como mi papá
cada año que pasa ronco más como mi papá
el otro día lo soñé al lado de mi madre
ambos me tomaban de la mano a mi mitad de treintena
me siento de la verga y con mi nariz roja
me han abordado en la calle para pedirme favores sexuales
yo no soy blanche dubois que maquilla su putez con fragilidad
pero lo único que quiero cerca de mi boca es un kleenex
y una taza de té verde
soy miel para los mosquitos creyéndose abejas
soy un obseso -no confundir con obeso- de los asesinos seriales
amo a dexter y a nancy botwin siendo nalgueada por demián bichir
no me ofende el méxico que retratan las series gringas
me ofende que sea imposible de filmarse tanta basura
si acaso me molesta que hank rohn inspire un personaje tan simpático
estoy cansado de decir no pero no me llegan las ganas de decir sí
me piden la oportunidad de tratarme
cuando si tratándose de descubrir mis bemoles hiciera falta más de unas horas
¿porqué no seguir haciendo lo que nos sale bien y dejamos los hubiera pa la gente optimista?

miércoles, agosto 06, 2008

acquaintances


I'll talk but you won't listen to me
I know your answer already...
Están frente a mi. Yo mastico nueces y ellos se comen con los ojos. Hablan con la cara escandalosamente cerca y se tocan de vez en cuando la mejilla como si nadie alrededor existiera.
En otras circustancias me habría puesto los audífonos o sacado un libro, pero esta vez me propuse observar las reacciones de los usuarios. No me cuesta trabajo ver la primera: a un padre de familia que viaja con su hijo adolescente le cuesta trabajo apartar la mirada y en su rostro se combina la sorpresa con algo que bien podría ser odio, asco y fascinación. Tengo la impresión que -como a la mayoría- lo primero que se le viene a la cabeza es la imagen desnuda de esos personajes haciendo toda clase de actividades tabúes, luego se ve un segundo en esa situación, agita la cabeza y ve aparecer el rostro de su hijo y el horror se apodera de él como en película de David Lynch que nunca ha visto ni verá.

La mayoría sigue su trayecto como si nada y los tórtolos de vez en cuando se asoman al exterior de su burbuja, supongo que por reflejo defensivo. En lo que avanza el bus se pueden ver varias reacciones, pero las más vistosas y evidentes vienen de los varones. Hay incluso quienes ríen como cuando ven una escena sexual junto a sus padres en el televisor familiar.

Una vez que me aburro de ese ejercicio, presto oreja a la conversación de la pareja, que acaban de moverse a vivir juntos. Uno comenta que ama -ese verbo utilizado tan arbitrariamente como el gel para el cabello- combinar los gustos de ambos para decorar el departamento y deja claro que sus colores favoritos son el beige combinado con el color madera oscuro (nada risky). Al otro no alcanzo a escucharlo pero veo que muestra unas fotos en su celular.

Intento imaginarme cómo será su departamento y en qué momento el beige se convertirá en la parda metáfora del primero de una serie de desacuerdos... Me asalta un bostezo, enciendo el iPod y esta vez aparece esa canción de Sinead O'Connor que confirma mi tendencia a buscarle manchas al sol por más que me queme las pestañas (yo y mi mala costumbre de no equivocarme).

lunes, agosto 04, 2008

?

¿Qué es más apestoso al tercer día; un cadáver, una visita prolongada o la intolerancia de uno? El asunto con ese olor es que no se quita por más que le talles o le perfumes y cada vez es más difícil disimular la incomodidad generalizada.
No es lo mismo ser encantador unos días que insoportablemente gris por varias semanas sin la más mínima consulta de los host emergentes.
Tampoco es buena idea responder a la pregunta de "¿cuándo te vas?" con la encogida de hombros y un cándido "no sé".

lunes, julio 28, 2008

Los tacones te acercan al cielo

Y no. No se espanten. Esto no se trata de mi debut en el travestismo, esas cosas no son para mi -no tanto por mi matrimonio con la masculinidad canónica como por mi pereza ante la sobreproducción. Y estarán de acuerdo que si se quiere ser mujer no se puede dar uno el lujo de ser sencilla. Antes muerta que...

-Hola, me llamo Selena.
-Hola, yo soy Manuel. ¿Cómo estás?
-Buenísima, ¿no se vé?
-(risas) Sí, claro. Era un sólo un formalismo.
-Los formalismos déjamelos a mi, que me la paso aplicando cenevales por toda la república y lo primero que hago es separar mujeres de hombres. A ellas les exijo mucho esfuerzo y a ellos bajarse la bragueta... Una que sabe utilizar la cuña.

Viernes de esitrar el cuello para ver a Maria Daniela bailar como quien hace un exámen de estrabismo con el micrófono al ritmo de los beats pegajosos y letras insulsas a propósito, mientras en la multitud se oían los vítores de fresas, indies y hardcoreros cantando "yo asesiné a mi novio, a solas en el dormitorio", segundos después de elogiarle las tetas a la cantante o gritar pidiendo alguna canción de su primer disco.

Sábado de estreno en el Spartacus, un antro democrático pero mucho menos trash de lo que me imaginé, un paraíso para los fumadores con su cielo exclusivo para los travestis -que tienen su escalerita para llevar consigo a sus fans que les demuestran su admiración de las más variadas y pintorescas formas. Imagínense ser testigo -a media luz- de un encuentro erótico entre un cargador de verduras del mercado de abastos y una mujer hecha a mano sin necesidad de darle play o pause a ningún control remoto.

Llegar al lugar fue una odisea justamente compensada por la experiencia y el regreso fue como una bajada en ruleta rusa. Creo que yo era el menos borracho del grupo y en algún momento del trayecto me visualicé hecho pedazos a un lado de la carretera o estampado en algún muro como graffitti angelino, pero afortunadamente Morfeo se apiadó de mi y me permitió llegar roncando a mi departamento. Antes de dormirme, pasamos por un bado que me puso las tripas en el cuello y sólo alcancé a gritar: ¡Vámonos a Reino Aventuraaaaaa!

Y eso fue este fin de semana: una aventura más que agregar a mis ojeras y mis líneas de expresión, que no puede uno andar por la vida borrándose las huellas como ola sisifesca.

martes, julio 22, 2008

Soy idéntico a mí mismo hasta rayar en la idiotez

"...No quiero poner a la vista mis sentimientos tal como se hace en una película o en la televisión o en el teatro, donde uno lo escenifica de manera que los demás vean lo que a uno le pasa.
...Para mi no es simple, ni primario. Requeriría un esfuerzo que me destruiría el sentimiento. Yo percibo el contento de los demás exactamente igual que el mío. No me lo tienen que explicar.

... Cuando alguien cree tener que decir siempre en las comidas 'Vaya buen pedazo de carne' o 'La salsa está tremendamente buena', tengo la vaga sensación de que por los misteriosos motivos que sea cree tener que convencerse de ello. O si doy un paseo y el otro dice constantemente lo bonito que es dar un paseo conmigo y contemplar la caída del sol. Entonces digo: 'Ni hablar, muchas gracias'. Hasta aquí y nada más. Porque es alguien que siempre expermienta la necesidad de decir algo de lo que tiene que convencerse, aunque quizás incluso lo sienta (o no). Sobre esto hay une película maravillosa que vi muy pronto y me influyó mucho, La Felicidad (Le bonheur, 1965), de Agnès Varda. La película trata de que para hacer posible su felicidad, los seres humanos que, siendo objetivamente felices, siempre lo están expresando, también pueden ser tremendamente intercambiables. Un hombre está con una mujer y dos niños y todo lo encuentra siempre bonito. Entonces la mujer se mata, sí, y entonces él se casa con otra y todo sigue igual porque detrás no hay ningún sentimiento. Así es como yo vería el problema a grandes rasgos. No estoy fundamentalmente en contra de que aquí y allá se exprese lo que sea. Al contrario, el lenguaje es al fin y al cabo un vehículo esencial. Sólo que creo que no constantemente. En especial por lo que se refiere a los sentimientos reacciono de modo totalmente crítico.

...Tal como veo las cosas y tal como vivo, no tengo debilidades. Me lo he montado de manera que no tengo ninguna, lo que no quiere decir que objetivamente no las tenga sino solamente que, subjetivamente, vivo mi vida al máximo como me la imagino. Sé que es un privilegio. Quizás hacerlo sea mi debilidad. Pero yo contestaría a su pregunta así: no tengo debilidades en la medida en que aún trabajo en las cosas que me parecen equivocadas. Sólo serán debilidades cuando se paralicen, cuando se conviertan en estados terminales.

...La vida sólo está a mano y a dispocisión de uno cuando acepta la muerte como lo propio de la existencia. Mientras la muerte es tabú la vida no tiene interés. Una sociedad que se basa en la explotación de los seres humanos, tiene que convertir la muerte en tabú. En mi vida ha habido realmente momentos importantes en que mi cuerpo ha comprendido repentinamente que era mortal. Desde entonces, la vida es para mí mucho más divertida. Aunque no siempre lo parezca, como habrá observado alguna vez. Tuve esa historia de los dolores del corazón. Llegó un punto en que faltaba el aire y me dije okay, trágate todas las pastillas. Y cuando después de explorarme, el médico me dijo que orgánicamente estaba sano, cesó la obsesión. En el plazo de tres días. El cuerpo es realmente algo cruel.

Esta diferencia entre el cuerpo, al que en definitiva estamos sometidos, y el espíritu, que es verdaderamente inmortal, es una discrepancia terrible. Un espíritu que, hablando existencialmente, puede moverse libremente por el aire y un cuerpo con tripas, ¡puff..!

...Tengo una relación muy afectuosa con las posibilidades de placer, con el deseo, con todo lo que mi cuerpo es capaz de producir. Eso sí. Sin embargo, ni por un segundo deja de tener la contrariedad de que puede sustraerse a las necesidades de mi espíritu. El espíritu está ahí y seguramente sería diferente en otro cuerpo. Naturalmente el espíritu también tiene que realizarse con el cuerpo específico con el que lleva a cabo sus experiencias..."

Dijo Rainer Werner Fassbinder a Hella Schlumberger en 1977... y yo no hago sino asentir.

jueves, julio 17, 2008

Cirugía Méndez

¿Porqué no podemos ver todos la vida como Lucía? Su optimismo galopante -a prueba de balas y tabloides- es encomiable y deberíamos todos imitarla... y no me refiero al drag, pero cada quien siéntase libre de interpretar las sagradas scrituras a su manera:

Lucía moments:
En una entrevista, donde era evidente su visita al cirujano (quien seguro toma de modelo el rostro de Schwarzenegger) la mujer contesta fresca y campechana que tan sólo se hizo un corte de pelo. Supongo que omitir el detalle de que eran los de la nariz y las orejas los que se recortó no califica como "mentir".

Así como sus ojos amarillos en la telenovela deudora del terror serie B amasiado con melodrama, fueron supuestamente por consejo de su amigo Robert de Niro, igualito seguro siguió las recomendaciones de alguna otra luminaria hollywoodense para -según dijo- subir varios kilos de peso para dar en el papel de prostituta en un capítulo de la vergonzante serie Mujeres Asesinas (versión Chiconcuac). La Méndez, como toda una primera actriz, se toma la interpretación tan serio como la Streep y en dicho capítulo, donde interpreta a Cándida, no tiene tapujos en llamarse a si misma piruja desde chiquita y simular una felación en un coche. En fin, ni La Doña (de quien también se juraba amiguísima) hizo semejantes desfiguros para ganarse el respeto de un público que en realidad despreciaba. Claro, la Doña no estudió diplomados con Stella Adler ni supo quien era Stanislavski, ni hizo audiciones en Broadway con la sola intención de darse el lujo de rechazar papeles.

La parte que menos me interesa de este personaje que se niega a morir y que le dieron papel de narradora en la adaptación latina de Desperate Housewives para no lidiar con su rostro a punto de estallar, es su etapa de empresaria con perfumes y toda la cosa. Es que no me imagino a Gloria Swanson sacando una línea de ropa para pagarse el whisky o a Bette Davis dejando el cigarro y apoyando la ley anti tabaco.

Las comparaciones pueden resultar exageradas, pero yo creo que el mérito principal es hacer de la falta de talento una marca, un sello que perdura desde "Más negro que la noche" hasta "El Maleficio" y "Los renglones torcidos de Dios". Y todo eso con apenas la primaria terminada y la nalga puesta en el lugar y el momento correcto. El oportunismo vuelto artesanía.

miércoles, julio 09, 2008

Hecho en México

Mis ojeras cuelgan hasta las mejillas. Las líneas de expresión de la risa se acentuaron con estos cinco días de visita y mi déficit de sueño me seguirá cobrando la factura por varios días. Intuyo que mucho del daño que esta diversión intensa me dejará será de por vida, pero así es esto. No hay nada que podamos hacer para borrar de nuestro rostro ese desgaste que implica vivir al límite del hedonismo y la irresponsabilidad programada. No hay perdón divino para quien recuerda -apenas empezando la cena- el nombre del único hit de las gemelas Ivonne e Ivette al tiempo que confiesa saberse casi todo el repertorio de Marisela sin siquiera tener un solo disco de ella en su colección. Esa noche de confesiones y resbalones sería un ataque terrorista al ego de un psicoanalista. De Fassbinder a La Bogue, del arte de Julio Galán y Vic Muniz al arte de anudar tallos de cereza con la lengua, de las nubes y la lluvia al lavado de olla y otras manifestaciones del sexo oral (sobre todo el hablado), de la metrópoli al rancho que llevamos siempre con nosotros como exiliados con un cactus de mascota, de hablar sólo de lo inmediato a disfrazar la nostalgia con sarcasmo, de los palillos chinos inventados en América a la broma del sake en lugar del meta, oversexualizing todo como ejercicio ingenuamente transgresor, del museo al puesto de porno haciendo reir al vendedor con nuestro acento de pronto exagerado, prisioneros del albur y tardíos descubridores del porno hardcore Hecho en México. De ir a un bar donde hay un 25% de sonorenses dándose un bañito de ciudad a salir dando tumbos y despertar a fuerzas al siguiente día con más ojeras pero con un buen humor irrebatible (que esperemos dure). De no decir adiós por text message porque es inútil despedirse de lo que siempre se tendrá cerca.

lunes, julio 07, 2008

No nace para todos

Me hace gracia cómo se parece mi fin de semana al encuentro forzado de las inseparables pre-menopáusicas de Sex and the City. No lo comenté con ellos, porque así como hay cosas que me reservo de comentar en este blog, hay otras tantas que me callo en mi interacción con los demás, por puro ejercicio de contención.

Llegaron el viernes y pedí el día para ejercitar esa faceta de anfitrión para la que no me considero muy talentoso. Llegué por ellos al aeropuerto y todo aquello se convirtió en un caos gracias a la no tan novedosa estrategia de dividir las llegadas nacionales en dos terminales diferentes, mientras sus usuarios alegan al teléfono estar en la misma puerta de salida sin que correspondan los escenarios. Como en dos realidades paralelas difíciles de empatar... (¿así o más metafórico el asunto?)

Apenas ocho meses sin vernos y no hemos cambiado demasiado. De este lado menos kilos, de allá los mismos, si acaso un poco más de vello facial y el mismo entusiasmo hedonista que vuelvo a ejercitar con la misma soltura: como quien vuelve a andar en bicicleta después de un largo período de sedentarismo.

Paseo obligado en metro, baño de pueblo forzado por la ocurrencia de llegar a la hora en que el tráfico hace necia la sola idea de tomar un taxi. Camino siempre delante de ellos, como queriendo evitar que reciban la bofetada cosmopolita de un zopetón ya que les llevo cierto tiempo de ventaja asimilando la violenta dinámica ciudadana.

Inmediatamente después de instalarlos iniciamos formalmente la plática que veníamos marinando en una mesa instalada en la acera de Álvaro Obregón, degustando exquisita pasta con vino de mesa, interrumpidos de vez en cuando por el chillante monólogo de una promotora artística que le agradece a su pseudo interlocutor ser de las pocas personas con las que puede "platicar". Coincidimos en que aquello que en unas partes es folclore, en ciudades como éstas es un lastre tan annoying como los vendedores de todo a diez del metro.

Después de la beauty nap de rigor hacemos triunfal aparición en el lugar al que tienes que ir para sentirte moderno. El Patrick Miller lo que tiene es que todo le da igual, su dinámica no parece haber sido alterada por su repentino auge, si acaso que la cerveza ahora cuesta 5 pesos más, pero sigue igual de fría y dispuesta a ser disfrutada. Los círculos de baile se multiplican y el espaci0 para los bailarines de a pié como uno es reducido, pero no importa. Las estrellas siguen siendo las mismas, sólo que con mayor diversidad de espectadores (un verdadero ejemplo de convivencia y respeto que no es común ver en un lugar de diversión nocturna).

Seguimos el recorrido en lugares menos santos y diversos, como tachando en una planilla de must do. Terminamos exhaustos en una taquería de la que apenas recuerdo lo que pedí y de no haber sido por el nublado que acosa esta ciudad, habríamos visto el sol ponerse en el cielo antes que nosotros la pijama. ¿Quién iba a pensar que a quien más iba yo a extrañar (palabra casi prohibida en mi vocabulario) era al Sol?

jueves, julio 03, 2008

Dos hermanas y un bebé

El sábado pasado vi a una de mis hermanas mayores después de más de dos años. Comimos en un restaurant naturista-chic, acosados por vendedores de baratijas y gitanas con odio en sus ojos. Supongo que entre un sorbo de sopa de lentejas y otro mis NO sonaban más categóricos que de costumbre, sin importar la edad o la discapacidad del inoportuno.

A mi otra hermana se le enfríaba su sopa de hongos en lo que trataba de ser amable, mientras la otra me contaba de la segunda opinión médica que vino a pedir a esta ciudad. Según la comunidad médica, tendrá que prescindir de un par de centímetros de estatura para dejar de padecer esos dolores de espalda que le aquejan. Sin contar con que mi sobrino está a pocos meses de convertirla en abuela, cosa que parece emocionarla más que angustiarla. Su serenidad no me sorprende, siempre ha tenido un doble estándar para juzgar a los demás y su familia se queda con la vara pequeña (al menos oficialmente). No ha cambiado mucho, pero al parecer la menopausia la ha apaciguado.

Después de escuchar la crónica de la siesta que se echó mientras su instructor de chi-kung daba testimonio de las bondades de dicha disciplina milenaria (vuelta moda clasemediera), la otra soltaba que se va a Egipto en unos días como quien dice que va a comprar flor de calabaza al mercado p'hacer unas quesadillas.

Me dejan en mi departamento y nos despedimos como si nos vieramos diario. Cuando me bajo, la mayor alcanza a decirme: -Estás delgado. Yo sólo sonrío y digo adiós con la mano.

Cuenta la leyenda familiar que esta hermana mía -la rebelde hippie, la china que atendía en una tienda de botas con pantalones a la cadera y tops diminutos, de cinturita y piernotas largas, entrona y popular entre la tropa- gustaba de poner al bebé que fuí sobre su vientre y arrullarme hasta el sueño.

miércoles, julio 02, 2008

roll over it...

El video que tanto ha escandalizado al país, gracias al patrocinio de López Dóriga (dueño absoluto de la verdad y la superioridad moral a eso de las 10 de la noche) donde un policía es obligado a arrastrarse encima de su propio vómito es un ejemplo que todos deberíamos seguir, independientemente del tipo de entrenamiento de vida que estemos llevando.

Ese vómito es producto de una decisión tomada con un mal cálculo, tal vez una señal de que el señor no estaba listo para pasar de extorsionar ciudadanos a torturarlos o simplemente una advertencia de que no hay que desayunar tacos de suadero antes de un entrenamiento pseudo-israelí.

Que alguien piense que un proyecto como el del gobierno de Guanajuato es creado para combatir la delincuencia y no para mantenerla lejos de quienes la promueven es harina de otro costal. Al final de esa administración podrán al menos sentirse orgullosos de tener delincuentes mejor entrenados.

lunes, junio 30, 2008

Ese bigotón también es...

Dice John Waters -y coincido con él- que para tener buen mal gusto hay que saber primero lo que es el buen gusto. Esa figura retórica tan temida y referida a lo largo y ancho de nuestro espectro social tiene muchas acepciones, pero como cualquier convención y regla ha sido hecha para retarse, redefinirse e incluso -haciendo honor al referente- defecar en ella.

Y eso es lo que hace falta en las marchas gay (mal gusto abunda, pero poco del que es deliberado). Al menos juzgando por lo poco que he visto yo, que no soy muy afecto a ese tipo de manifestaciones y que ni siquiera tengo el referente del carnaval con el que tanto lo comparan, no sé si con afán denostativo o promotor, pero que levanta ámpulas en la piel de un evento que después de 30 años de edad no ha sido capaz de engrosar su piel ni su discurso entre festivo y rencoroso, saludablemente confrontativo pero un poco ciclado en una inercia que los activistas no han sabido -o querido- reorientar.

Supongo que no es tarea fácil cuando de lo que se trata es de reivindicar un asunto de libertad individual que, a pesar de todos los atisbos progresitas que decoran esta ciudad, aún levanta las cejas, frunce el ceño y asquea a la mayoría (aunque secretamente fascine). La homofobia en nuestro país y en buena parte del mundo es tan grande y persistente como el mismísimo muro de los lamentos del medio oriente (bastión homofóbicos por excelencia).

Una marcha que cada vez sorprende menos y que a lo más que puede aspirar es al espectáculo anual de una verbena a la que asisten patrocinadores oportunistas con el único afán de exprimir el orgullo por un día de una multitud debería replantear sus objetivos. Coincidir en una orentación sexual no te hace automáticamente solidario con el otro. O el hecho de tolerar y hasta festejar un día estilos de vida diferentes no te hace mejor persona los 364 días restantes.

lunes, junio 23, 2008

Lujitos

"... tú te levantas de esta mesa y se te acabaron los lujitos"
Anónimo (... de la mesa de enseguida)
Ese tipo de diálogos se generan después de varios picheles de cerveza y media docena de canciones de Marisela saliendo de las bocinas mientras un imitador hace el lip singing con una peluca rubia platinada, un vestido de noche (intuyo que de muchas noches) y cantidades industriales de maquillaje, lo suficiente como para hacer un bajo relieve renacentista.

La combinación resulta expolosiva cuando la pareja viste camisa a rayas y pantalón negro. El mismo modelo de camisa y pantalón, un match perfecto, como gemelos con diferente fisionomía. A no ser que sean dependientes en una tienda departamental con ganas de joderle la vida a sus empleados, los hechos me llevan a pensar que se trata de una pareja es ta ble. Al menos hasta esa noche en la que uno decide que su ego es más fuerte y decide probarlo en la pista de baile, mientras el otro llora desconsolado. Y no me refiero a se le ruedan las lágrimas o algo así bien fotogénico. NO. Se trata de un llanto de bebé al que le han arrebatado la mamila (no pude encontrar mejor símil).

En la pista, el eslabón fuerte de esta institución -revitalizada en esta ciudad- se contonea al ritmo de una cumbia. Gira y gira a la misma velocidad que vienen las lágrimas a los ojos de su amante y nosotros empezamos a perder el pudor y a prestar cada vez más descarada atención a la escena. En momentos sospechamos que todo es un preámbulo preparado para poner el mood a la presentación de unos imitadores de Pimpinela, pero no. Todo es real. Las lágrimas. La discusión. Los gritos. Las vueltas de tuerca. La risa ominosa e impostada con que el llorón cierra la conversación, se levanta y se va. No sé si a pedir la anulación del matrimonio o a coger como conejos duracell pero dejándonos a los testigos como niño en schock al ver cómo el hermano mayor le arrebata el control remoto mientras ve Nickelodeon.

A punto del llanto por no saber el desenlace de la historia, nosotros nos volteamos a ver como zombis y yo estoy a punto de seguirlos, pero empieza la banda del Recodo y la pista se convierte en un mar imposible de cruzar.

Sólo me queda esperar a la edición policiaca del día siguiente y anticipar los jugosos encabezados.

jueves, junio 19, 2008

¡El avioooooooón!

En el sueño, pierdo al avión dos veces y no tengo idea a dónde voy.
Te entrará una sensación de amor incondicional por todos...
En la segunda ocasión llevo un bebé en brazos que luego extravío.
Deambulo por el aeropuerto con rictus de Jodie Foster en Flightplan.
... Querrás hacer ajustes familiares para mejorar la convivencia.
Me despierto con la sensación de haber estado en un capítulo de Lost y mortificadísimo por la hsitoria que tendré que inventar para justificar la desaparición de Aaron.
...Ya aprendiste a ceder cuando es necesario, amoldarse a la vida y ser feliz.

*Las cursivas son de mi horóscopo de hoy, según
El Universal.

martes, junio 17, 2008

Los signos fuera del zodiaco

Mi memoria, como supongo es la de cualquiera, es muy selectiva. Recuerdo el cumpleaños de cada uno de los miembros de mi numerosa y variopinta familia. Rara vez les llamo, para mi es suficiente con acordarme y como no es conveniente para mi economía mandar regalos a cada uno, me evito la pena de dar muchas explicaciones. La última vez que mi hermano más cercano cumplió años, lo llamé y no supe qué hacer con el resto de la conversación. En mi familia no somos de darnos arrumacos o recordarnos lo mucho que nos queremos. En nuestro planeta, con hacer acto de presencia de cualquiera de las maneras posibles es suficiente, luego la dinámica es desempolvar las anécdotas o chismear del familiar más trashy o la última prima embarazada.

Mi familia es muy fértil, de ahí tal vez mi fobia a la reproducción. Cumplí mi misión de lavar pañales y hacer mamilas a muy temprana edad y de ahí me quedó claro que los bebés tienden a ceder rápidamente su belleza a favor de un proyecto temerario de ser humano. Creánme, si se trata de tu familia, entender esa ecuación resulta aún más desalentador. Lo que resta es salir al mundo y darse cuenta que afuera no es diferente ni mucho mejor.

Las excepciones confirman la regla, por eso la regla no escrita de tolerar a tu familia por la información genética que compartes con ella es una trampa que funciona, porque buscar razones de peso para hacerlo resultaría en un caos.

Hoy es cumpleaños de mi padre, la mitad de mi información genética y buena parte de mi educación sentimental, junto con las telenovelas y los libros sensacionalistas de finales de los 70. Un géminis típico (lo que sea que eso signifique), como era típico en muchas cosas relacionadas con ser padre de familia. Fue una buena persona -lo cual no es tan típico como pudiera pensarse- y padeció la poca euforia que ha generado siempre el Día del Padre, sólo que para él resultaba muchas veces doblemente pálido, pues cuando coincidía con su fecha de nacimiento, recibía de regalo los artículos típicos-tópicos del día.

Él se sentía mucho más cómodo dando que recibiendo. Lo notabas al entregarle el paquete con calcetines o alguna otra prenda envuelta en papel brillante y moño color azul. Después del abrazo se metía a su cuarto a seguir viendo le televisión en ropa interior como todos los domingos y no me acuerdo haber escuchado algún mariachi en la calle como el Día de las Madres. Lo cual para mi era un alivio, pero ignoro si era algo que él tenía en falta.
Alguna vez comentó en broma que sus hijos queríamos más a nuestra madre que a él. También dijo que no viviría después de los cuarenta y murió pasados los sesenta. No es que no tuviera palabra sino que, contradictorio como cualquier persona de su signo (y del que sea), era muy propenso a llevarse la contraria. Amaba a los niños hasta que dejaban de tener gracia para él, y eso era alrededor de los 3 o 5 años, cuando empiezan a articular palabras coherentes él empezaba a perder el interés. Creo que todavía no me recupero de haber cedido mi trono a temprana edad, gracias a las sorpresas que dio a mi madre la menopausia, esa señora tan inpuntual y traicionera que conspiró con el magisterio para darme una hermana que no necesitaba (aunque después de 5 que más dá).

Recuerdo como si fuera ayer, la única vez que me pegó. Era un hombre muy fuerte, pero no me hizo el menor daño físico, apenas fue un empujón o un puntapié. Lloré por él, porque a mis 6 or so años lo descubrí tan vulnerable e imperfecto que un cuestionamiento precozmente inoportuno de mi parte era capaz de sacarlo de sus casillas. Yo pensaba que los papás eran invencibles. Me quedó claro desde entonces que no.

Antes de saber quién era Hamlet y Elektra y Edipo entendí la parábola de David, Goliat y la pequeña e insidiosa piedra... y la liga, no olvidemos que siempre debe haber algo que se estire hasta romperse.