¿Porqué no podemos ver todos la vida como Lucía? Su optimismo galopante -a prueba de balas y tabloides- es encomiable y deberíamos todos imitarla... y no me refiero al drag, pero cada quien siéntase libre de interpretar las sagradas scrituras a su manera:
Lucía moments:
En una entrevista, donde era evidente su visita al cirujano (quien seguro toma de modelo el rostro de Schwarzenegger) la mujer contesta fresca y campechana que tan sólo se hizo un corte de pelo. Supongo que omitir el detalle de que eran los de la nariz y las orejas los que se recortó no califica como "mentir".
Así como sus ojos amarillos en la telenovela deudora del terror serie B amasiado con melodrama, fueron supuestamente por consejo de su amigo Robert de Niro, igualito seguro siguió las recomendaciones de alguna otra luminaria hollywoodense para -según dijo- subir varios kilos de peso para dar en el papel de prostituta en un capítulo de la vergonzante serie Mujeres Asesinas (versión Chiconcuac). La Méndez, como toda una primera actriz, se toma la interpretación tan serio como la Streep y en dicho capítulo, donde interpreta a Cándida, no tiene tapujos en llamarse a si misma piruja desde chiquita y simular una felación en un coche. En fin, ni La Doña (de quien también se juraba amiguísima) hizo semejantes desfiguros para ganarse el respeto de un público que en realidad despreciaba. Claro, la Doña no estudió diplomados con Stella Adler ni supo quien era Stanislavski, ni hizo audiciones en Broadway con la sola intención de darse el lujo de rechazar papeles.
La parte que menos me interesa de este personaje que se niega a morir y que le dieron papel de narradora en la adaptación latina de Desperate Housewives para no lidiar con su rostro a punto de estallar, es su etapa de empresaria con perfumes y toda la cosa. Es que no me imagino a Gloria Swanson sacando una línea de ropa para pagarse el whisky o a Bette Davis dejando el cigarro y apoyando la ley anti tabaco.
Las comparaciones pueden resultar exageradas, pero yo creo que el mérito principal es hacer de la falta de talento una marca, un sello que perdura desde "Más negro que la noche" hasta "El Maleficio" y "Los renglones torcidos de Dios". Y todo eso con apenas la primaria terminada y la nalga puesta en el lugar y el momento correcto. El oportunismo vuelto artesanía.
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