martes, marzo 27, 2007

No one changes... ever.

"People always end up the way they started out. No one ever changes. They think they do but they don't. If you're the depressed type now that's the way you'll always be. If you're the mindless happy type now, that's the way you'll be when you grow up. You might lose some weight, your face may clear up, get a body tan, breast enlargement, a sex change, it makes no difference. Essentially, from in front, from behind. Whether you're 13 or 50, you will always be the same."

Mark Wiener (Matthew Faber) en "Palindromes", de Todd Solondz.

jueves, marzo 22, 2007

Puente II

-Siguiente día: Levantarme temprano para empezar a ver la 3ra temporada de The L Word, llena de giros inesperados y luego ir a comer a un buffet de comida libanesa, cortesía del matrimonio Bojórquez-Monsiváis. La comida me cayó un poco pesada (tal vez fue la cantidad), pero la plática fue entretenida y sustanciosa. Me enteré que soy leído por quien no me imaginaba y a pesar de darme cierto apuro al principio soy bueno para tumbarme el rollo. Conocí por dentro Villa Olímpica y descubrí como es posible encontrar deefes agradables dentro del caos metropolitano. Claro que para acceder a esos paraísos hay que pagar el precio.
-Cine: como no se reportaba la hostess para ir al centro, decidí meterme a ver Shortbus, que me sorprendió estuviera en cartelera. A primera vista la película es una puesta al día de los postulados hippiosos, como dice uno de los personajes: es como los 60, sólo que con menos esperanzas. Harto sexo explícito y bien intencionado pansexualismo, pero no deja de hacerme ruido ese concepto del poliamor. La película es divertida, original y muy americana (con todo lo que eso implica), pero no sé si su mirada a las relaciones gay es autoparódica o romántica (en eso y es ambas). El mérito lúcido podría ser mío, pero debería ser del director, ¿no?
-Cama (bueno, sofá): De regreso al departamento y rechazando dos propuestas eróticas en el camino (eso del ligue en el DF es al menos refrescante para el ego) me dirigí a seguir con The L Word, que me deparaba más sopresas y mucho drama. Nomás adelanto a quien no la haya visto que una de ellas se muere.
-Desayuno-comida: Restaurante vegetariano ligeramente desabrido. Lo mejor fueron unos tacos de champiñones que ni eran míos.
-Shopping: Mix-Up me está perdiendo como cliente con esos precios y con tanta piratería de calidad. Sencillos de Fangoria encargo del fan fatal, librería Ghandi, libros de Auster y Capote para mi, de Zizek para la Miller.
Me compré las temporadas que me faltaban de Oz, Notes on a Scandal, The Queen, Maria Antoniette y Shortbus, todas piratas, aunque unas más que otras. También compré porno nacional y porno extremo: Jeff Palmer en camino a la cumbre por su asombroso talento rectal y sus ideas por demás polémicas en relación al sexo sin protección, sobre todo cuando esas extravagancias vienen de un argentino-americano con educación cristiana (el numerito de que su familia acepta y se siente orgullosa de su calidad de celebridad del porno bareback se lo creo si él considera su familia cercana a su colección de dildos).
-Noche de copas: de vuelta por el primer bar gay que conocí en la ciudad, con bastante concurrencia y en pantalla otra estrella latina del porno: Ricky Martínez, famoso por su pintoresco autofelattio. En la parte de arriba había un espectáculo travesti al que le saqué la vuelta. A estas alturas y que no hayan superado el travestismo me parece preocupante. Y así como el mundo es un pañuelo, aquí también me encontré gente conocida, ¿así cómo va uno -con todo ese provincialismo- a soltarse el chongo?

La venida: aquí.

PS: Se me olvidaba comentar la verdadera razón de mi viaje. El concierto de Placebo, de esos conciertos en que puedes ir por más cerveza, platicar, ir al baño y regresar con la sensación de que no te perdiste de mucho. Sonido uniforme, muy guitarrero, el mini Molko parece chilango bien alimentado y se entiende muy bien con su fanaticada (porque esos sí que son fanáticos). Lo mejor de la noche fue Special K y Running Up That Hill, ese cover de la Bush que les quedó tan bien y que en vivo suena mucho mejor. Hubo otras claro, pero con el buzz de la cerveza terminamos la otra et moi como fumigados y no estoy seguro de haberlo registrado al cien (el lugar, ideal para ese tipo de conciertos, ni muy peque ni muy grande, cómodo y hasta agradable).

miércoles, marzo 21, 2007

Puente

La ida:
-Ely Guerra en los huesos, con un carón de que ha de haber estado bueno el concierto y leyendo Hola -supongo que para encontrar inspiración para su nuevo disco, porque aún no está en la liga como para buscarse, le recomiendo mejor que se googlee.
-La Caro llegando tarde a su vuelo que, para su suerte, venía retrasado. Tanto que yo, que se suponía despegaría una hora después, me vi diciéndole adiós a ella y su hermana preguntándole a la sobrecargo si el avión servía.
-Vuelo con escala en Monterrey, ¿qué querías por menos de 3mil pesos? (No, no aproveché la promoción Volaris, el boleto lo compré antes y en otra línea que al menos llega a la Ciudad de México).
-Metrazo al depa de La Negra, porque la locura del tráfico por el síndrome findesemanalargo era fatal. La ventaja es que después de superado el trance la ciudad estaba más habitable que de costumbre.
-Regaderazo, cena tailandesa con bebidas sabor a loción sin azúcar (mientras escuchamos una conversación de unas exiliadas de Harmon Hall en la Condesa, mitad en español, mitad en mal inglés, insulsas hasta en sánscrito), cerveza (indio en botella...me quedo con la de barril) en un bar abarrotado con música noventera de fondo.
-Entrada al bar quesque leather con decoración entre medieval y rococó bajo la interpretación de Boys & Toys:

Cover carísimo, sobrepoblación sodomita y show de strippers cada 10 minutos con una duración de más de 15, hombres vestidos sólo con botas a lo Madonna en Girlie Show, meneando su miembro semierecto y moviéndose como esos avioncitos de monedas que ponen en la entrada de los supermercados.

Primer abordamiento: psicoterapeuta express preguntándome mi signo zodiacal (yo a éste no le confiaría lo que me queda de salud mental, obviemos lo demás).
Segundo abordamiento: diseñadores de moda con habilidades terapéuticas, especialistas en reiki, reflexología y demás vertientes de la anticiencia, ofreciéndose a llevarme por un tour por lugares que ya conozco y retándome a subir a bailar a la barra y hacerle competencia a los bichis. –Sorry, pero me sobra pudor y me falta vergüenza.
Tercer abordamiento (esta vez el abordador fue moi): historiador de Michoacán en vías de un doctorado, agradable y simpático pero extraviado de imprevisto en el cuarto oscuro en actividades que no ocupan certificado de secundaria.
Cuarto ¿abordamiento?: como en videojuego, primero hay que sortear varias pruebas para llegar al baño y tirar la cerveza de 30 pesos que te acabas de tomar. Evitar la rozadera no es una opción, tampoco lo es hacer un casting para escoger con quien te rozas y cuando por fin llegas al baño te enfrentas con esa prueba que no viene en el Mario Bros. (Lo único que importa es que la pasé).
-Salida (solo) del bar, convencido que eso de ser reses tiene sus bemoles, cuesta un poco relajarse cuando no andas en manada y el alcohol ayuda, pero no demasiado. Al otro día que le comenté a una amiga cómo me había sentido y cómo nadie me había gustado lo suficiente me dijo: --Ten cuidado con eso de que nadie te guste, es la primera señal de vejez. Pero si a mi me gustan muchos, pero generalmente los que no me pelan.
La ley de Murrphy no falla jamás.

Continuará…

lunes, marzo 19, 2007

Outsider

En la esquina de la piratería, viendo empaquetados en cajas de plástico los títulos de películas que difícilmente veremos en nuestra esmirriada cartelera local, escribiendo en un Café Internet que se cree VIP: sobrepoblado, ambientado con música electrónica de la más tópica, a pocos metros de la estación del subterráneo que me llevará al aeropuerto, dejando una Ciudad de México a punto de recuperarse del éxodo de fin de semana, rodeado de pantallas llenas de pornografía y sex chats, gente que pasa a mi lado, que llama por teléfono, niños que venden, ancianos que piden, gente que sonríe, parejas besándose, rostros luminosos que se opacan al entrar al vagón del metro, bajo la luz amarilla luciendo la piel ajada por el día, el olor a largas jornadas de trabajo mal pagado, parejas gay abrazadas, víctimas no tanto de la moda sino de un renovado optimismo producto de un recién inaugurado estatus de ciudadanos que ojalá fuera el fin de la marginación y no una manera de regularla.

De noche, en la calle hay vitalidad sobre todo. Hacia dentro de la noche, en lo oscuro, una legión nostálgica del pasado que se niega a dejar ir, una romantización del arrinconamiento, una vital necesidad de cosificar al prójimo para ser correspondido de la misma manera, una teatralización del deseo, la redundante opereta de la promiscuidad. Tan bella ella y con tan mala reputación.

A unas horas de volar de regreso a donde el optimismo ha sido secuestrado por las campañas políticas pre y post electorales, donde fingir que todo está bien y negar la realidad se ha convertido en deber cívico, donde hay que barrer las muertes debajo de la alfombra, no vaya a ser que arruinemos la imagen de nuestro pequeño pueblo virginal.

¿La realidad debería estar prohibida? Si se sigue empeñando en no caber en un cubito knor-suiza, seguirá siendo una outsider.

viernes, marzo 16, 2007

Lo ajeno

Al final, uno está condenado a toparse con los cercos de la gente, malla ciclónica alrededor del pecho. Taras, rencores rancios, fobias, miedos y todo lo que tenga potencial paralizante.
Para abrazar a alguien hay que brincar un cerco con púas, y eso después de derribar nuestros propios muros, que son los más espinosos.

¿Se puede encontrar mucho en un mundo lleno de tumbas andantes, deseos lapidados, donde todo lo que tiene uno de pretexto para tocar y dejarse tocar es el sexo? ¿Y a quién sorprende entonces que haya tanto obseso sexual?
Cada quien a lo suyo... y a lo ajeno, claro.

viernes, marzo 09, 2007

TOP 3

Señores, señoras. Tenemos que sentirnos muy orgullosos de ser mexicanos. Casi casi llegamos a la cima, estamos a punto de tener en nuestro país a la persona más rica del mundo. Nada más y nada menos que al dueño de Sanborns, Telmex, Telcel y un sinnúmero de propiedades que lo convierten en el propietario de más de la mitad de México.
Lo que me sorprende es que este señor no sea una presencia mediática más destacada. No cualquiera sale en la revista Forbes pisándole los talones a Bill Gates, por lo que uno pensaría que alguien de semejante talento estaría compartiendo sus conocimientos con sus conciudadanos. Yo ya estoy esperando el libro, el DVD y los afiches con el título: “Cómo Adueñarse de un País en Tiempo Record” y con los siguientes capítulos:
-Cómo aprovecharse de las coyunturas políticas y ponerse por encima de las disputas partidistas.
-Cómo ser respetable y hacer rentable la conciencia social.
-Cómo exprimir al ciudadano y sacarle al mismo tiempo una sonrisa.
-Etc.

Hay que sentirse orgulloso por que con cada refill de café deslavado a $12.50 que nos sirven en su restaurante, estamos contribuyendo a que la neomonarquía azteca sea admirada y respetada internacionalmente, a que la Bolsa de Valores (no los de Bours, esas son laboriosidades asintagmáticas y otros sinsentidos, hablo de cash) siga su curso floreciente, a que la estabilidad política de este país dependa del chantaje de sus magnates.

Imagínense lo que sería de este país sin dueños tan cool como los que tenemos, o qué sería de este país sin miseria que administrar. No nos mintamos, hasta nuestra vida sexual tendría uno que agradecerle a su majestad Slim. ¿O qué?¿A ninguno de ustedes le han cerrado el ojito en las revistas y luego seguido al baño de alguna de sus tiendas? … La “comunidad gay” le debe tanto a ese señor.

lunes, marzo 05, 2007

Volver

a Ricardo Ribeiro

Así nos recuerdo: a la hora de la comida, resguardándonos de los 50 °C de temperatura a la sombra del bar de siempre, el de paso, en el que a veces nos llegaba la hora feliz después de horas de platicar de todo y nada, esas conversaciones superficialmente trascendentes, o trascendentalmente superficiales.

Contigo fue con la primera persona con quien hablé seriamente de mí, de quién era y quién no quería ser. De retomar esta plática ahora contigo -si hubieras alcanzado a tomar tu avión de regreso a este desierto- trataría de convencerte de lo que tal vez me resultaría difícil convencerme a mi mismo.

Una vez te dije que no quería ser la persona que pasa por la vida sin reclamar lo suyo, sin arriesgarse, sin aventurarse a depositar en algún otro esa ternura que viste en mi agazapada. Ya no bajo los párpados como esa ocasión que me cuestionaste en la mesa de ese bar, y aunque tal vez ya no tenga la mirada cristalina y los labios vírgenes, te aseguro que me siento igual de desvalido muchas más veces de las que desearía. Y créeme si te digo que cada vez es más difícil evitar que se note.

Nunca tuve miedo de tus dobleces (quien más los manifiesta es más inofensivo), pero cuando llegaban a apoderarse de ti los demonios, siempre terminabas diciendo que era un problema personal entre tú y el mundo. Y nosotros éramos parte de ese mundo, tal vez la única parte que tolerabas tener cerca, tal vez la que pensabas tenía esperanzas o valía la pena. Y no podría asegurarte que tuvieses razón, Ricardo, pero de lo que sí estoy seguro es que dejaste una huella entrañable en nosotros. Y eso es mucho más de lo que cualquiera podría jactarse.

Te quedé debiendo un abrazo…
Uno fuerte y sentido…
Uno que llegue hasta donde decidiste Volver.