-Ely Guerra en los huesos, con un carón de que ha de haber estado bueno el concierto y leyendo Hola -supongo que para encontrar inspiración para su nuevo disco, porque aún no está en la liga como para buscarse, le recomiendo mejor que se googlee.
-La Caro llegando tarde a su vuelo que, para su suerte, venía retrasado. Tanto que yo, que se suponía despegaría una hora después, me vi diciéndole adiós a ella y su hermana preguntándole a la sobrecargo si el avión servía.
-Vuelo con escala en Monterrey, ¿qué querías por menos de 3mil pesos? (No, no aproveché la promoción Volaris, el boleto lo compré antes y en otra línea que al menos llega a la Ciudad de México).
-Metrazo al depa de La Negra, porque la locura del tráfico por el síndrome findesemanalargo era fatal. La ventaja es que después de superado el trance la ciudad estaba más habitable que de costumbre.
-Regaderazo, cena tailandesa con bebidas sabor a loción sin azúcar (mientras escuchamos una conversación de unas exiliadas de Harmon Hall en la Condesa, mitad en español, mitad en mal inglés, insulsas hasta en sánscrito), cerveza (indio en botella...me quedo con la de barril) en un bar abarrotado con música noventera de fondo.
-Entrada al bar quesque leather con decoración entre medieval y rococó bajo la interpretación de Boys & Toys:
Cover carísimo, sobrepoblación sodomita y show de strippers cada 10 minutos con una duración de más de 15, hombres vestidos sólo con botas a lo Madonna en Girlie Show, meneando su miembro semierecto y moviéndose como esos avioncitos de monedas que ponen en la entrada de los supermercados.
Primer abordamiento: psicoterapeuta express preguntándome mi signo zodiacal (yo a éste no le confiaría lo que me queda de salud mental, obviemos lo demás).
Segundo abordamiento: diseñadores de moda con habilidades terapéuticas, especialistas en reiki, reflexología y demás vertientes de la anticiencia, ofreciéndose a llevarme por un tour por lugares que ya conozco y retándome a subir a bailar a la barra y hacerle competencia a los bichis. –Sorry, pero me sobra pudor y me falta vergüenza.
Tercer abordamiento (esta vez el abordador fue moi): historiador de Michoacán en vías de un doctorado, agradable y simpático pero extraviado de imprevisto en el cuarto oscuro en actividades que no ocupan certificado de secundaria.
Cuarto ¿abordamiento?: como en videojuego, primero hay que sortear varias pruebas para llegar al baño y tirar la cerveza de 30 pesos que te acabas de tomar. Evitar la rozadera no es una opción, tampoco lo es hacer un casting para escoger con quien te rozas y cuando por fin llegas al baño te enfrentas con esa prueba que no viene en el Mario Bros. (Lo único que importa es que la pasé).
-Salida (solo) del bar, convencido que eso de ser reses tiene sus bemoles, cuesta un poco relajarse cuando no andas en manada y el alcohol ayuda, pero no demasiado. Al otro día que le comenté a una amiga cómo me había sentido y cómo nadie me había gustado lo suficiente me dijo: --Ten cuidado con eso de que nadie te guste, es la primera señal de vejez. Pero si a mi me gustan muchos, pero generalmente los que no me pelan.
La ley de Murrphy no falla jamás.
Continuará…
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