nomás recuerda apagarla a tiempo, no vaya a convertirse tu pólvora en infiernote.
Vestirse de blanco y salir a las calles para demandar medidas eficaces en la procuración de justicia y en la prevención de los delitos que abundan y son coleccionables en esta monstruosa ciudad (y más monstruoso país) resulta una idea tan fotogénica como casi irrefutable. But God is in the details, dice el dicho, y el CASI es tan grande como la mancha humana impoluta, enchida de superioridad moral, reclamando una solución a lo que no es más que el resultado de años de impunidad patrocinada desde el poder y no a pesar del mismo.
Pasa un poco con la élite social y empresarial mexicana lo que con las estrellas de Hollywood quejándose de los papparazzi y la invasión a su intimidad. Salir a pedir que se deje en paz a la GRAN familia mexicana (asaltos, secuestros, extorsiones, ETC.) es negarse a reconocer el despojo continuo y a la vista de todos del resto de la población que probablemente utilizaría esa manta blanca para cubrir el techo de su casa y para quienes la palabra BASTA parece haber desaparecido de su diccionario y que paradójicamente tienen espacio para compadecerse por el dolor (real, hay que decirlo) de unos padres de familia que pasaron de tenerlo todo resuelto a reconocerse tan vulnerables como la señora que tiene que sortear cualquier cantidad de peligros cada día para llegar a tiempo a limpiarles la casa.
Y como nuestra realidad es una comedia negra, durante la marcha de este sábado, una familia era olbigada a asistir al evento por los plagiarios de su hijo para hacer el pago del rescate. Hoy sus declaraciones adornan las portadas de los diarios y señalan sin tapujos al culpable en turno, asegurando que se irán del país como adolescentes amenazando con dejar la casa paterna al primer desencuentro, actuando como personajes de película mexicana de Sariñana. Digo, al menos esos señores recuperaron a su hijo con vida.
No todas son malas noticias. Al menos Britney recuperó su figura.
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