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West, que es un egomaniaco y tiene una ligera tendencia a irse de lengua, me demostró esta vez que no es competencia del six pack de 50 Cents ni de tanto afronegro saltando en los escenarios con los pantalones sostenidos en la pelvis, presumiendo lo bien que los ha tratado la naturaleza por delante y por detrás, sino que sigue la ruta de artistas de mayor rango musical
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Nosotros, renegados de la trascendencia, frívolos y pretenciosos al autonombrarnos nihilistas, seguimos reaccionando a lo que nos sucede pero de una manera mucho más mediatizada, menos melodramática pero profundamente desolada sin reconocerlo. Nadar de muertito próximamente será deporte olímpico y ahí es donde los mexicanos tendremos oportunidad de medallas, seguidos por los gringos que llevan dos períodos presidenciales ajustándose los dedos que no les ajustan para seguir negando la realidad y lo que las decisiones globales han hecho de ella, tan puta ella.
Volvamos a Beck, que según me enteré es fiel seguidor del culto que tan mala imagen ha tenido gracias al ex-carilindo Tom Cruise. Yo me haré de la vista gorda hasta que no lo escuche decir sandeces salidas de The X Files y se dedique a hacer lo que mejor le sale, que es la música.
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