viernes, noviembre 21, 2008

Sucedáneos

Tiene el rostro de un niño o el de un ángel
y el cuerpo de un balón de futbol...
(Mahmud Darwish sobre Maradona)

Me conmueve la candidez con que se expresa la pasión futbolera. Viviendo una ciudad que suda y se alimenta y llora y se contenta con el futbol, trabajando en un lugar donde es algo casi tan sagrado como la mismísima Vírgen de Guadalupe (con la diferencia que al menos el futbol se mueve), mantenerse a raya del fenómeno futbolero no es opción. Alejarse implicaría derrochar más energia de la que estoy dispuesto en descalificar algo que me da más bien lo mismo como actividad, pero que no deja de seducirme como suceso.

Lo de menos son los desfiles monocromáticos en el transporte público de los domingos, familias enteras con camiseta azul o amarilla, o verde si está en escena algún desfiguro de la selección mexicana; las aglomeraciones de tráfico por los festejos ante un inusitado triunfo, las banderas ondeantes, los gritos que cimbran media ciudad como sismos provocados; el lenguaje creado a partir de una realidad donde la dignidad de un pueblo pasa del pié de un jugador al de otro, hasta terminar escupida en una red ocasionado vítores y desalientos a cantidades iguales.

Da lo mismo la industria que está detrás de ese terreno de 80 x 120 mts. y que contiene a 22 hombres en pantalón corto y peinados marcando tendencia, que genera millones de dólares y alimenta las prensas de todos los periódicos y varios especializados en el tema; inlcuso importa poco si los grandes capitales mexicanos y algunos extranjeros tengan entre sus inversiones algún equipo de 1ra o 2da división.

Podría dar igual si la industria del futbol fuera uno de los pocos medios de movilidad social que aún existen en nuestro país sin necesidad de quemarse las pestañas o mancharse las manos con dinero del narco o sucedáneos; que el pasaporte para salir de la pobreza sea sellado por una pirueta hecha con las piernas alrededor de un balón de cuero no es más que otra de las pintorescas paradojas que colorean a México y el resto de Latinoamérica (Brasil y Argentina a la cabeza en la producción de superfutbolistas).

Lo que no deja de seducirme de toda esta ecuación (de la que seguro omito elementos) es justo lo que no está dicho y que está vetado siquiera insinuar: el profundo componente homoerótico que existe mucho antes que la industria llegara a catapultar celebridades y hasta deidades (hola, Maradona!). Cuando una actividad deportiva genera tal cantidad de sentimientos, unos -con suerte- encontrados, pasiones y hasta poesía (mala poesía, generalmente) no puede de ninguna manera extirpársele el componoente erótico.

Y la única manera de preservarlo es negándolo sistemáticamente, omitiéndolo con más pericia mientras más cerca esté de la superficie, disfrazarlo con todos los nombres posibles y golpearle fuertemente la espalda hasta cimbrarlo sin dejarle nunca caer y si lo hace, darle una nalgadita mientras se le ayuda a levantarse.

2 comentarios:

John Pluecker dijo...

¿viste el video de gaby torres en mi blog? enseña con imágenes lo que estás diciendo. y con las palabras del óscar david.

chécalo.

Manuel dijo...

Lo vi, JP. Pero en realidad lo que me motivó a escribirlo es el libro de Jorge Valdano que estoy leyendo: "El miedo escénico y otras hierbas" (muy recomendable).