El ex jugador argentino, a tiempos escritor, comentarista y empresario, Jorge Valdano se refiere a Lionel Messi como un jugador con la ventaja de entrar apenas a la madurez con un nivel de futbol que pocos alcanzan jamás. 25 años sin dejar de ser una promesa, aparentemente sin rival en la cima de ese deporte que mueve casi tantas voluntades y dineros como la industria del espectáculo o la moda. Récords, números, campeonatos que lo comparan con los más grandes de la historia.
Hasta ahora, Diego Armando Maradona ya lo nombró su sucesor como deidad futbolística y van 4 años consecutivos que deja con un palmo de narices al “Luismi” del futbol internacional (el portugués Cristiano Ronaldo) a la hora de premiar al mejor jugador internacional de cada año.
Josep “Pep” Guardiola, entrenador hasta el año pasado del Futbol Club de Barcelona, se incomoda ante esa necedad generalizada de analizar la capacidad y el talento de su jugador estrella como si se tratara de diseccionar un insecto. Para él, el fenómeno Messi no es tanto para escribir de él o sacar estadísticas sino que es un milagro para presentar in situ: “Messi es mejor apreciado en la virtuosidad del momento, no en el contexto de la historia o las estadísticas. El futbol, como el patinaje artístico, requiere tanto de arte como de deporte. Esto no es beisbol, donde los números son tan importantes que parecieran tener una carga moral. La belleza del futbol rebasa las matemáticas o, en el caso del Barcelona, conjura una sublime geometría del pase triangular y el movimiento”.
La historia
El futbol soñó a Lionel Andrés Messi con mucho más ahínco que el “petiso” muchacho rosarense llegó a soñar al futbol. Incluso cuando de niño se enfrentaba sin miedo a sus mayores de edad y tamaño en los improvisados partidos callejeros. A los 13 años dejó -aunque nunca del todo- su natal Argentina para aprovechar la oferta que le hicieran ejecutivos del Barcelona de pagar el caro tratamiento que se vio obligado a llevar por una deficiencia en la hormona del crecimiento. El éxito médico no se vio reflejado en la estatura del jugador. No llegó ni al 1.70. Pero ha sido la mejor inversión en la historia del emblemático equipo español. Ha redituado muchísimo en títulos, presencia mediática y flujo de capital sin necesidad de todo el aparato mercadotécnico que ha rodeado a David Beckham o al mencionado Ronaldo, en equipos con menos suerte en la cancha, pero de igual arrastre popular.Y el argentino pareciera no creérsela. Así como se amontonan premios individuales y logros grupales, el ego de Messi se mantiene aparentemente a su misma corta estatura, alabando el desempeño de sus compañeros de equipo y negándose a hablar en negativo de sus rivales, mostrando un respeto monacal por la opinión y el desempeño ajeno que pone en aprietos al medio periodístico deportivo, tan proclive a acomodar preguntas y declaraciones de técnicos y jugadores como si de un balón hirviendo se tratara.
El personaje Leo Messi se mantiene con la misma congruencia y determinación con que toma el balón y lo convierte en un satélite orbitando por su prodigioso par de piernas, dirigiéndolo a la portería enemiga como una maldición sudaca. Él prefiere ganar títulos con su equipo antes que premios individuales o meter más goles que nadie: “Me preocupa más ser buena persona que ser el mejor futbolista del mundo. Además, al final, cuando se termine todo esto, ¿qué te llevas?”
Mientras Cristiano Ronaldo tiene más de 16 millones de seguidores (la mitad que Lady Gaga y 1 millón más que Nicki Minaj), Messi no llega los 350 mil y su vida no ha sido hasta ahora alimento de paparazzis ni ha prodigado escándalos para la prensa rosa. Aunque ve muy lejano su retiro del futbol, el rosarense recién estrenado como papá con su compatriota Antonella Roccuzzo, se ve a sí mismo en un futuro viviendo de vuelta en la Argentina y rodeado de niños. No es gratuito que su impulso en acciones caritativas tengan que ver con la infancia de su país natal, bajo auspicio con algunas marcas y colaborando con la UNICEF.
Tito Vilanova, relevo de Guardiola en la directiva del Barca y figura casi paterna del jugador, dice que Messi hace lo mismo que cuando era un niño, pero entre los mejores del mundo, no entre chavales de 14 años: “Mi manera de jugar -comenta- no cambió mucho, es verdad, aunque obviamente aprendí muchas cosas sobre el juego. Me ayudó venir al Barcelona y trabajar de la manera en la que se cuida a la cantera”. El entrenador asegura que nunca más veremos a un jugador como Messi: “No sólo por su capacidad de goleo y su habilidad de ver un pase sino por la manera en que entiende el juego tanto en defensa como en ataque”.
Sin embargo, a pesar de su estatus de leyenda en ciernes y su declarado amor por ese país, Argentina parece no siempre corresponderle. Su desempeño en las participaciones que ha tenido con esa selección siempre ha quedado debiendo a los reticentes argentinos. Le reprochan su lucimiento en el club barcelonés en comparación con su falta de tino a la hora de compartir la camiseta azul y blanco, a lo que él argumenta: “...es un error comparar la selección argentina con el Barça, que es un equipo que hace mucho tiempo que viene trabajando, que tiene todo agarrado. A veces intentamos parecernos cuando queremos tener la pelota, pero no se puede comparar ni en lo colectivo ni en lo individual".
Las grietas
Quienes desconfían de su protagonismo en el panorama futbolero mundial ponen el dedo en la llaga de que a diferencia de los grandes con quienes se le compara, como Pelé (a quien no le hace mucha gracia) o Maradona, él no tiene aún una Copa Mundial en su haber y hay quien duda que llegue a tenerlo algún día. No tanto por su talento sino por esa tirante relación con la afición y la prensa argentina que -según el mismo Maradona- puede llegar a provocar que Messi no quiera jugar más con esa selección.De todo podrá acusársele al jugador, menos de falto de ambición. Y es evidente cuanto goza Messi su momento. Aunque modesto, no deja de ser pintoresco: al recibir su cuarto Balón de Oro a principios de este año, Leo acaparó los titulares por su traje Dolce & Gabbana negro con lunares blancos y pajarita a juego. Si el anuncio de su premio no iba a generar sorpresa alguna, había que agregarle al evento una nota simpática. Bufonesca tal vez, pero eso habla de su seguridad y sentido del humor... o de un buen relacionista público detrás de un fenómeno que se ha mantenido casi incólume este par de años que se ha mantenido en el protagónico.
El idilio puede que no dure para siempre. Se ha especulado sobre intrigas al interior del equipo, exigencias de Messi en relación a algunos compañeros. Al punto que se le ha responsabilizado de la salida de uno que otro, pero el hermetismo de la burbuja barcelonesa no ha desmadejado esas historias más allá del mito a voz baja de un pequeño dictador, volátil, demandante y explosivo. Muy alejado de la estrella cercana y afable con sus admiradores, sobre todo con los niños. Es de suponer que cualquier fachada lustrosa y sin grietas pueda generar suspicacias en un medio donde la imagen proyectada importa tanto como el desempeño en cancha... Al final, ¿qué sentido tiene fabricar ídolos de mármol si nos es negada la posibilidad de martillarlo aunque sea para restablecer un orden parecido a la justicia?
Una versión de este artículo fue publicado en la edición de abril de la Revista Open.