jueves, marzo 31, 2005

Fiambres, S.A.

Ya se murió.
Después de una larga disputa entre civiles y varias cortes estadunidenses, con la opinión de todo mundo por aquí, la del presidente y su hermano el gobernador por allá, la prensa en su festín carroñero, la iglesia posando su mejor puchero defensor de la vida (el mismo que luego se convierte en fiera pulsión al asuzar a los terroristas anti-abortos en las clínicas norteamericanas), los familiares ofreciendo su dolor al mejor postor sin darse cuenta, el marido a punto de ser linchado.
En fin, todos gritan, todos lloran, todos se desgarran las vestiduras y miran al cielo buscando una respuesta y... la más interesada sin opinión propia: un fiambre convertido en la papa caliente de las opiniones encontradas, donde nada importa tanto como tener la razón.
Mientras, al otro lado del mundo, otro fiambre se debate entre la razón y lo heróico de la necedad, el aferramiento a un poder que defiende la misma vida que en la era de la inquisición era deporte oficial quitar por medio de empalamientos y hogueras contra quienes se atrevían a contradecir al dogma.

Cada fiambre con su tema.
Karol en plan fantasma radical, convertido en una marioneta de carne y hueso del poder eclesiástico pasando por una de sus más graves crisis.
Por lo menos el papa parece tener opinión propia -¿y la voluntad?- pero la Schiavo no puede decir ni mú y ya su cuerpo inútil es jalado de un lado por la perversa bondad pro-vida y del otro por quienes dicen defender su derecho a una muerte digna.
Creo que no hay drama más grande que convertirte en un bulto-pretexto de los más enconados debates, donde todas las decisiones pasan por encima de ti y tu vida no es lo importante sino la metáfora en la que te puedes convertir para servir a intereses que te rebasan.

Descansa en paz, Terri Schiavo.
No me cabe la menor duda.
Quienes no descansarán son aquellos que secuestraron su cuerpo para decir con mayúsculas lo buena gente que son.
Literalmente: Consíganse una VIDA propia!

Mientras tanto, buitres rojos esperan afuera del Vaticano el último suspiro de un anciano que sigue un guión que se extiende más que los de las telenovelas mexicanas. Sólo que con menos tino dramático.