Adivinar el contenido del mensaje por el vibrar de un celular debe ser un talento. O debe ser que el usuario no esté pensando en otra cosa, o que la explicación en español roto del portugués no es suficientemente entretenida, o que las copas de vino estén surtiendo efecto. Pero leerlo en medio de tanta solemnidad y elegancia sin soltar la carcajada tiene su mérito, como también lo tiene levantarse sin que se note la felicidad queriendo salir del pantalón. Lo soez resuena en el cráneo como si sucediera de nuevo la teoría del Big Band dentro de él.
Lástima que la mayoría sea incapaz de sostener tanta voluptuosidad lejos del teclado...
martes, junio 29, 2010
jueves, junio 17, 2010
Ni modo...
En medio de mi entrevista se escuchan los gritos histéricos de una jauría de fanáticos tan dispuestos a la fiesta como a la decepción. Los mexicanos no tenemos lado, o tenemos muchos, que en términos prácticos viene siendo lo mismo.
Llegando a la oficina no hay nadie que atienda el interfón, espero diez minutos a que alguien se digne a abrir la puerta y me arrepiento de haber declinado la invitación a comer de mi entrevistada cuando constato que mi wrap está ya frío. Llego justo antes del primer gol del equipo mexicano y algo en mi interior se conforta al ver el desconcierto en los bellos rostros franceses... pero nunca he sido de equipos: me cuesta trabajo empatar con emociones colectivas, así que lo único que me resta es ver esa euforia viral y la alegría efímera de un balón penetrando un arco y elevando en su giro un henchido patriotismo de temporal y un orgullo totalmente injustificado, como la mayoría de los orgullos...
Llegando a la oficina no hay nadie que atienda el interfón, espero diez minutos a que alguien se digne a abrir la puerta y me arrepiento de haber declinado la invitación a comer de mi entrevistada cuando constato que mi wrap está ya frío. Llego justo antes del primer gol del equipo mexicano y algo en mi interior se conforta al ver el desconcierto en los bellos rostros franceses... pero nunca he sido de equipos: me cuesta trabajo empatar con emociones colectivas, así que lo único que me resta es ver esa euforia viral y la alegría efímera de un balón penetrando un arco y elevando en su giro un henchido patriotismo de temporal y un orgullo totalmente injustificado, como la mayoría de los orgullos...
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