viernes, septiembre 10, 2010

Tratado pop sobre la fugacidad del mexicano

Si lo mexicano es una construcción en constante fuga, el mexicano es fugitivo de si mismo. Entre la vorágine sin sentido de festejos y nacionalismos oportunistas, el Bicentenario es sólo la confirmación de que sabemos contar, sobre todo si es a favor. Las restas se nos olvidan, la construcción de nuestra identidad se ha vuelto un rosario de omisiones chapadas con mentiras y lustradas con harto cinismo. Nunca como antes ser mexicanos ha significado ser fugitivo: de la justicia, porque todos tenemos cola que nos pisen y si no, ya habrá alguna sobrante por ahí que nos endilguen; fugitivos de la delincuencia, porque por pura matemática si tenemos para comprar un iPod o un café de Starbucks (acción nada nacionalista pero sí identatariamente comprensible si lo tuyo es aferrarte a los alfileres de la clase media en vías de extinción), tenemos para equilibrar el bolsillo de ese sector de la economía informal con tan mala reputación que es la delincuencia desorganizada (porque la organizada es otro cantar); fugitivos de la historia, de la propia y la ajena, porque como buenos mexicanos no queremos escarmentar de prestado… que alguien le informe a Calderón que él no es Álvaro Uribe y que esto no es Colombia, por más que la premisa de que “no hay prensa mala” siga siendo parte fundamental de su política pública, una especie de berrinche oficial con ganas de ser aniquilado por un enemigo mucho más fuerte que él y hasta con mejor reputación y capacidad de maniobra; fugitivos del buen gusto, porque sólo hay que asomarse a la calle y ver la cantidad de parafernalia patriota ostentada en vehículos, accesorios y cabezas cubiertas de gel, como quien va por primera vez a Disney y descubre que Donald y Mickey son -más que un dibujo animado- una botarga tiesa y apestosa que justo en esos elementos concentra su magia y poder evocativo… y por tanto fugaz; fugitivos de la vida, porque aunque no lo parezca la fugacidad también tiene casetas de cobro y al oficio de huir no le está permitido el ajuste de cuentas hasta que no hay escapatoria y el destino está ahí, alto como bouncer tijuanense, con la frente amplia y lustrosa, el ceño siempre fruncido, los brazos cruzados para dar mayor volumen a sus bíceps y unas piernas laaaargas y fuertes por las que ni Speedy Gonzales puede escapar. Y la cadena de terciopelo rojo no da a un acantilado por el cual tirarse envuelto en la bandera nacional, el destino es una silla plegable, un grillete amarrado al tobillo y unos alfileres sosteniendo nuestros párpados para no perdernos ni un solo segundo del espectáculo de nuestra propia y ridícula huída enguarachada, dando vueltas alrededor de una penca y una serpiente petrificadas como vestigios pompeyanos de una civilización enterrada entre escombros, una raza que se negó a ser lo que a lo mejor sí se podía… la permanencia de lo fugitivo.

8 comentarios:

pal dijo...

Resumen: te escribí un sentido comentario en el que te decía que me encanta este bosquejo que haces. Que hay otros intentos de caricatura que me gustan bastante menos, y te daba como ejemplo el famoso comentario de Paz con lo de "hijo de la chingada" (Comentario que odio y me parece ridiculo)
Y se me borró todo, no te llegó o se perdió... no sé... durante dos días pensé si te lo volvía a poner o no... bien, lo hago. Si se vuelve a borrar sabré que es el destino de esta opinión y no me lo tomaré a la personal de mi misma conmigo de mi. Fin.

Anónimo dijo...

Primero, me dolió. Quizás porque todo lo que dices es cierto y certero.
Segundo, cuando se lo leí a mi marido (suelo leerle tus post, nos gustan mucho tus puntos de vista, tu ironía, tu cinismo, tu estilo, en fin, que no te voy a hacer la pelota, pero presumo de ti con él, como diciendo: Mira,de esto también tenemos en mi tierra) pero bueno, se lo leí y se queda pensando... y le digo: ¿Qué tal?, ¿Qué piensas?...
-Que estáis jodidos.

Tercero. Que mal me caen ustedes dos.
(mi marido y tú)

Cuarto. Un abrazo.

Luisa

Luisa dijo...

y ahh, y como Pal, te prefiero a ti, que a Paz.

pal dijo...

en serio Luisa? qué buena!

Manuel dijo...

Gracias a ambas. Creo que el problema de Paz era esa distancia panorámica que tenía para con el mexicano, que construyó como figura retórica y por tanto abstracción, pero lo más sintomático de su caso es que él no se incluía en ese modelo... ese fue su error (diría la D'Alessio).

pal dijo...

Ya hace muchísimos años que leí a Paz y como no lo volveré a leer-si no es que pasa un milagro y mi jefa le interesa hacer un curso de literatura- no lo vuelvo a leer. La vida es corta.
Al grano: mi idea de lo que dijo Paz y su hijo de la chingada, es que no le creo. Es todo muy facilón en su argumento y además se agrega que los alemanes y restos de la humanidad primermundista, están muy apurados en creerle y ahí además, me da la rebeldía.
No le creo nomás.
Tu texto, en cambio, es más una búsqueda y eso lo hace abierto. Me gusta más, te creo, porque no pides que te crean, tu simplemente opinas, dices, observas.

Anónimo dijo...

Jamàs lo hubiera descrito asi, pero es cierto, estamos en un mèxico incongruente consigo mismo, al igual que todos nosotros...siempre pense que la unison te quedo chica en algun momento, y ya veo que si, eres una persona brillante en muchos sentidos, te admiro la visiòn que tienes de nuestra realidad y que plasmas en este escrito, no dudo que en muchos màs, te saluda Rosa Ma. Ripalda de Hermosillo
rosyripalda@hotmail.com

Manuel dijo...

Rosy Ripalda, qué sorpresa! Me da un gusto saber de nuevo de ti, creo que fuiste una de mis primeras amigas en la universidad, cuando todos éramos jóvenes e inocentes. Te mando un abrazote y gracias por pasar por acá...