martes, octubre 26, 2010
wondering... just.
Vivo en México esquina con Paradojas: desde un yate capitaneado por un guerrerense grumpy de charol, la perspectiva hacia el puerto es casi como la de una botella lista para llenarse, expectante pero impasible, brillante pero hueca. Mientras perseguíamos a un velero de más de una quincena de tripulantes, en el puerto la violencia narcoloquesea había cobrado la vida de casi la misma cantidad de personas… de hecho, mientras nosotros bromeábamos de que al lado de esas botellas de plástico flotando en el sucio mar de Acapulco bien podrían aparecer una que otra cabeza humana, varias de esas cabezas dejaban de contener un alma después de un estallido ensordecedor, o de varios. Nunca se sabe cuán resiliente es la vida a soltar sus amarras. De todo eso me enteré una vez llegando a casa a desempacar la maleta y untarme el cuerpo con gel de vitamina E para mitigar los ardores provocados por el exceso de sol. Mis brazos ardidos y mi frente lustrosa como pocas veces intentaron fruncir el seño, pero no va muy bien con el “bronceado” y es cuando me pregunto qué esconderán esas personas que han modificado el tono natural de su piel con los métodos más descabellados y los resultados ídem. ¿Qué habrá debajo de esas pieles negándose a mudar?
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