miércoles, septiembre 30, 2009

Mañana

I should be happy about tomorrow.
Actually I'm going to be happy.
Tomorrow...

domingo, septiembre 20, 2009

True Blood

Hacia años que no me sentaba en una silla de estas. Es el mismo olor que me cimbra cada vez que entro a un lugar ultra escéptico como este. Todas las miradas me parecen sospechosas, las batas azules, la sonrisa condescendiente, la advertencia muda y la sentencia indolente en un verbo aun por conjugar.

-Contigo no se batalla, me dice la enfermera señalando la vena que salta vigorosa de mi antebrazo, como excitada de tan inesperada atención. Me muestra la jeringa nueva, el frasco con mi nombre e introduce la aguja después de un leve masaje con algodón húmedo que poco hace para minimizar el dolor por el pinchazo. Al ver el color casi negro de mi sangre pienso que algo así de oscuro no puede acarrear buenas noticias y resisto apenas el impulso de tomar el tubo y salir corriendo al fin del mundo, olvidarme de mi nombre y morir debajo de un puente, alguno donde se haya perdido una batalla y pueda yo acurrucarme en la huella de un cadáver que tuvo en vida algún propósito.

Al sacar la aguja, un hilo de sangre brota de mi vena y tengo que salir del laboratorio con el brazo hacia arriba y un curita redondo. Trato de ver parte de mi terror en la cara de mi hermano pero todo lo que obtengo es una invitación a por un jugo de naranja y una cita con el destino al siguiente día después de las 2 de la tarde. Por pura tradición contestataria y lógica de hospital pido una gelatina de colores para ironizar con el desahucio anunciado.

Me cuesta trabajo concentrarme el resto del día y casi me da igual el menú de mi restaurante favorito cuando llega la hora de la comida. Mi estómago me recuerda que lo tengo acostumbrado a un mejor trato y pido fettuccini con camarones con la resignación de un preso en la Green Mile.

Al día siguiente tengo mi vuelo de regreso y a la hora de recoger los resultados de mis análisis me encuentro frente a un hombre que nunca había visto en mi vida, que me desabrocha con prisa el pantalón mientras mete su lengua en mi boca como buscando respuestas adheridas a mi paladar y yo, como escindido de mi cuerpo, alcanzo a ver como minutos después una ráfaga de semen sigue a la otra para encontrarse en el piso al tiempo que nuestros cuerpos se alejan.

De regreso a casa me tropiezo con varias miradas invitantes y decido seguir mi camino a la mesa donde me espera un sobre que me dice que mi vida empieza ahora, que mi número de serie es tal y que todo será peor a como alguna vez lo imaginé... El resultado no me sorprende tanto como la sensación de vacío al ver desinflarse el drama-zeppelín sin poder asirlo de ninguna forma mientras me pregunto: ¿y ahora qué?

Río, pero no sé si llamarlo felicidad.

miércoles, septiembre 09, 2009

Arrugas

Mi madre alista mi platillo favorito antes de regresarse y se pone a limpiar como siempre que anda de malas. Asado (una especie de estofado en seco) con ensalada. La veo limpiar la estufa y tropezar con cualquier traste, no me extrañaría que destrozara media vajilla. De haber sabido que iba amanecer cruda no voy a comprarle el six anoche, pero a una señora con 75 años, que se ha pasado la mitad de su vida pariendo y otro tanto viendo como mantener a sus hijos como que negarle un pequeño gusto, tan satanizado por mis hermanas, me parece casi criminal. Hay quienes podrían llamarlo alcoholismo y a mi me seguiría dando igual porque para mi, una mujer que ha pasado por lo que mi madre tendría que haberse ganado derecho de peaje para casi todo.

Y no, mi madre no tuvo nunca vocación de mártir, no se me confundan, pero eso no significa que no haya padecido lo que muchas mujeres de su generación. Me cuenta que fue bautizada clandestinamente en plena resaca cristera, que mi abuelo a quien quería para mujer no era mi abuela sino a una de sus hermanas, pero se la negaron (con lo que me carcajeo yo de la Esquivel y su “Como agua para Chocolate”) y literalmente le tocó bailar con la mas fea, a la cual traía de andariega, maltratada, mal alimentada, golpeada y embarazada en ese orden. Ella vio las golpizas que le daban hasta que un día mi tío (el único varón) fue lo suficientemente grande para detener al abuelo en una escena que hubiera sido la delicia de Shakespeare o ya de perdida del Indio Fernández.

La idea de que ese machismo romantizado en las películas de mediados del siglo pasado correspondiera tanto a la realidad mexicana no hace sino erizarme la piel. Saber que nuestro presente este tan ligado a tantas atrocidades y que uno de por sentadas tantas cosas que apenas unas cuantas generaciones atrás eran impensables me sorprende tanto como la fortaleza y la actitud de mi madre, que así como esconde una historia terrible en cada arruga también ha sabido poner las cosas a su favor. Algo habrá que aprenderle (tachemos drinking and cursing).

domingo, septiembre 06, 2009

Ginger

Mucho calor, muchos reencuentros y desencuentros. Algunos kilos demás gracias a la visita de mi madre, muchas alegrías y algunas grandes tristezas compartidas, pues la vida te da y te quita no siempre a partes iguales, pero al prepararme mentalmente para mi regreso tengo la misma sensación de siempre cuando dejo este lugar: que algo mío se queda siempre aquí, que soy como una galleta de jengibre derramando zurrapas por los lugares que anda.