jueves, marzo 18, 2010

Incontinencia pop... (o miro la vida pasar)

Unas semanas agitadas en muchos sentidos, desde las sospechosas y escandalosas declaraciones de unos presuntos familiares de Marcial Maciel que escuchaba en la radio en lo que iba a la oficina, quienes en circunstancias donde no hubiera dinero involucrado no asomarían el pico de avestruz que aprendieron a mantener enterrado por más de 20 años; terremotos terribles y otros más anunciados que ya no sabemos si voltear a California o a Guerrero, para ver de dónde vendrá el chingazo y un bonche de acontecimientos que han hecho a este año mucho más interesante que el 2009. Para declararlo oficialmente inaugurado, le dimos la bienvenida poco después del año nuevo chino con la visita a México de Fangoria, un grupo que ha tenido mejores momentos, pero que justo su pico de popularidad coincide con lo menos interesante de su propuesta musical. Así es: la vida es una tómbola to-to-tómbola, y mis amigos-paisanos-familiaextendida se subieron a ella con el mismo optimismo que lástimamargarito, sin ningún arrepentimiento y muchas ganas de diversión no matter what. Y la verdad es que no hay de qué quejarse, los fangorios cumplieron con un concierto decente, complaciente hasta cierto punto, sobre todo lo auto, y gozoso hasta donde se pudo. Yo la verdad, como fan –escéptico siempre- pensaba encontrarme con una Alaska más delgada de lo que vi, pero es de los pocos personajes mediáticos que conozco que es idéntica en pantalla que en vivo, lo cual ha de tener sus bemoles. Björk, por ejemplo es más bonita en vivo, Madonna creo que también, aunque sigue pareciéndome pegantita o figurín recalcado. Y que conste que mi comparación no tiene nada que ver con afinidades o calidad musical. Y ya que estamos en esos temas, yo bajé mis expectativas del concierto una vez que presencié el montaje del equipo, que parecía más un set de Rock-band que de un grupo que se tome en serio. Pero lo bueno es que estos españoles toman en serio lo que se puede, por eso fue tan disfrutable a pesar de esos gemelos bailarines tan malos como echarle sal a las heridas de Cristo (la referencias es porque ya estamos casi en semana santa, no por devotismo) y del rumor, para mi infundado, de que la vocalista estaba haciendo playback. Yo me ofendería si fuera fan de Celine Dion (que Dior me libre) y ella hiciera playback en un concierto por el que pagué (Freud me libre), pero que Britney, Madonna y estrellas de ese estilo se den una ayudadita tecnológica no es de reprocharse sino al contrario. El fuerte de Alaska y compañía es reflejar una actitud generalizada que mira la vida pasar tratando que no le deje marcas, amarrado a la muñeca el globo de la modernidad y así, con harto cinismo, desencanto y muchas referencias bien articuladas en letras ingeniosas, aunque cada vez más repetitivas o predecibles.
Yo tiendo a ser mucho más quisquilloso en retrospectiva, por lo que veo, porque la verdad es que estaba de lo más contento después de atragantarme con el desfile de modas del horror (a tono con mi viernes) y constatar lo diverso del público asistente, incluso algunos presentes que estaban ahí como haciéndole un favor a quienes nunca se lo pidieron. Así es esto del libre tránsito y el dejarse ver. La que sí de plano le está haciendo demasiados favores al marido es Olvido, que en su afán de apuntalar la carrera musical (o lo que crea él que sea su carrera) de Mario Vaquerizo queda un poco mal imponiendo su presencia al cierre del concierto. Su participación en El Rey del Glam pasa, pero el resto es un poco de pena ajena.

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