torcerle el cuello al cisne.
Soñé que Ana Bolena tenía el cuello de Schwarzenegger y no sé si tendrá lógica, pero creo que ésta no es requisito del subconciente. En mi sueño, fue esa la razón por la que mandaron traer un ejecutor especial desde Francia, aunque de haber sido yo hubiera mandado traer uno de Japón (desventajas de que no existieran las películas de samurai en ese entonces). Y ya entrados en el chisme, en mi sueño la Bolena chingona era hermafrodita, una razón más para imputarle lo de bruja, y una manipuladora que haría palidecer a los Borgia enteros y a Catalina Creel juntos. Obvio Ana no podía parir, pero para ser madre sólo se necesita imaginación y recursos, la matriz resulta un accesorio tan prescindible como una diadema una vez que se llega al poder de uno de los reinos más poderosos del siglo ése que parió a la Elizabeth, amante de los encajes y las telarañas en el coño. Según mi teoría onírica, Mary era la surrogate mother, una mustia que no superó ser desplazada por un fenómeno de la naturaleza que llevaba su sangre (de ahí el mito de los seis dedos) y que se moría de celos por la relación incestuosa de su hermana con el menor George, quien no superó que lo casaran con una ajada señorita quedada de la nobleza. Su amor por Ana lo llevó a compartir su destino con gusto. Dicen que en el palacio aún se escuchan los murmullos y las risas de los hermanos jugando debajo de las sábanas y que sus cabezas rodando en el jardín donde los ejecutaron nunca perdieron esa mueca que horrorizaba a los demás llamada felicidad.
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