sábado, mayo 02, 2009
Hasta los dientes
Y para el presidente el lugar más seguro es la casa. Pues eso depende de la casa de quien, Sr. Calderón, porque la familia mexicana será todo lo que usted quiera, pero inocua -definitivamente- no. Se acomodará muy bien para salir sonriente y armoniosa en la foto grupal de la boda de fulanito o la quinceañera de sutanita, pero detrás de ese pelar de mazorcas siempre hay historias que rayan lo absurdo y muchas veces caen en lo terrible. Por eso, eso que llamamos hogar dulce hogar no es más que el cuartel al que llega uno a evadir y tocar con pinzas una cotidianidad apabullante y con suerte -o ayuda farmacéutica- dormir las horas suficientes para aguantar el día que viene. El trabajo, la escuela, el gimnasio, el café, el bar, el cine o lo que sea que esté afuera esperándonos no es más que una trinchera, una importantísima fuente de salud mental, un número de escapismo digno de Houdini, unos alfileres mágicos que sostienen apenas una realidad inapelable de la que no hay guantes ni cubrebocas que nos libre. El enemigo está en casa, así que no se sorprenda de ver sentados a la mesa de la gran familia mexicana un grupo de personas con los ojos desorbitados y sosteniendo temblorosos una granada entre los dientes.
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