domingo, junio 28, 2009

Días de lluvia

Saturday wasn't as relaxing as it was supposed to be thanks to a distracted driver that thinks is OK to ask for directions in the middle of a highway. It doesn't matter if it's raining or you're changing lane. For my sister every spot is the same as any touristic city corner.
We went to Valle de Bravo and Avandaro, which I imagined as a hippie sanctuary in the middle of a valley but it turned out to be quite the opposite: a beautiful place for bourgeois Mexicans and foreigners that used to make fun of the hippie thing right before it actually became a joke itself.

On Sunday I woke up late, just on time to laugh with Old Christine (one of my TV darlings) and had two greasy quesadillas for breakfast. There's nothing better to cheer you up than calories. I tried to make plans for the day, but it started raining before I got to any schedule so I decided to stay in pajamas and watch television all day.

By the time "Friends" ended I got hungry again. The rain stopped on time to go get a burger at the mall and maybe catch a movie. Not only the movie programming was poor but the mall was a nightmare of zombies with shopping bags and ice cream cones in their hands instead of bloody meat and brains.

At those moments you kind of understand those people that get into public places and shoots arbitrarily for no apparent reason. More than one time I wish I had a gun and enough rage to do the same to the lady with ugly hair style and expensive purse or the family guy with the T-shirt tucked under the sweatpants or the metro sexual guy wearing white shoes and a matching belt or the girl with ugly eyebrows and decorated nails matching her cell phone. Mine would be the opposite of mass murder. I'm unfamiliar to arbitrariness.

I get my burger to go. Buy the newspaper and walk to the park next home. Eating while reading about Honduras aborted coup d'état, economical recession, Iran, Israel and some other international crap. A bald guy approaches asking something regarding today's soccer game. I reply that I'm not interested in sports and the guy smiles and says good bye without acknowledging my rudeness. His beautiful little boy walks after him turning his head towards me, staring. I smile at him and he smiles back.

In my way home I stop at the coffee place and order mocha. The clerk asks me about the soccer game and I wonder what happened to the weather talk or the no talk at all…

Rainy days were made for silence.

viernes, junio 26, 2009

Man in the mirror

Los embalsamadores de Jackson la tendrán fácil: han venido trabajando en él desde hace ya varios años. A uno no le quedaba más que angustiarse por la sensación de que su nariz se caería en cualquier momento y escuchar el susurro en que se convirtió su voz era comprobar una fragilidad que se advertia desde sus inicios, por más que quiso representar al rudo pandillero con la ayuda de Martin Scorsese en el video de "Bad" o en otros tantos donde adoptaba la personalidad de gangster pero que se acercaba mas a la sensibilidad de una geisha... Mientras Marilyn Monroe filmaba "The Misfits" (Huston, 1961) comentó que Montgomery Clift era "…the only person I know who is in worse shape than I am." Eso resume perfectamente el refrán popular de el comal le dijo a la olla. Michael Joseph Jackson ya se puede hablar de tú con esas dos.

martes, junio 23, 2009

三島由紀夫

Men wear masks to make themselves beautiful. But unlike a woman's, a man's determination to become beautiful is always a desire for death... (Y. Mishima)

Cuando Él murió yo aún no nacía. La cabeza desprendida de su cuerpo fue la metáfora final de la lucha que su mente mantuvo por mucho tiempo contra sus impulsos eróticos. Yo, antes de leer aquel libro que compré a escondidas, ya había visto la imagen entre seductora y trágica de San Sebastián en la enciclopedia familiar. También empezaban a ejercer un poder hipnótico sobre mí esos vellos oscuros que se asomaban de las axilas de los adolescentes. Pero encontrar todo eso verbalizado de esa manera en un libro cuyo título parecía aludir más a un carnaval o un circo que al despertar a la vida de un adolescente mimado e hipersensible, fue como entrar a otra dimensión. No sólo el ver reflejadas mis propias experiencias sensoriales y enterarme que alguien allá afuera, en otro tiempo y otro lugar tan diferente al mío, sentía lo mismo que yo sino que en lugar de presentarlo como algo vergonzoso o terrible, era capaz de convertirlo en algo poético y conmovedor gracias a la escritura. Y cuando pienso en ese libro en su lengua original me imagino un lienzo blanco con pictogramas de tinta china como pequeños y hermosos personajes contando entre todos esa historia que es de Él pero mía a mi manera: con desiertos brillantes en lugar de cerezos nevados, con mi individualidad precoz buscándose un espacio propio entre el hacinamiento en lugar de la construcción de una voz interior que haga compañía entre esos espacios amplios y la tiranía adulta condenando todo lo ajeno a la soledad, explicándonos ambos el mundo que está sobre nosotros con el temor a no entenderlo lo suficientemente rápido, antes que nos aplastase.

miércoles, junio 17, 2009

Jornada contra La Cursilería

Hay que estar en contra de la cursilería porque aparte de ser estéticamente muy desagradable, la considero dañina por varias razones y en muchos sentidos. El primero, y más importante creo, es que puede convertirse en una trampa para quienes sienten la imperiosa necesidad de compartir lo que ellos llaman sentimientos y que en realidad son sensaciones pasadas por el filtro del convencionalismo vestido de vulgaridad y cuya función nefasta es reducirlo todo a la mentira poetizada, a la falta de análisis, al exabrupto emocional en busca de foro.
El problema con la cursilería no son los encajes ni los floreros ni las crinolinas ni la mediacola ni el color rosa ni el lápiz decorado con plumas violetas ni los bolígrafos bicolores llenando el diario miado de una adolescente ni el ropón del bautizo ni la tanda húngara o el ramo lanzado ni el poema en verso ni la rosa blanca en junio como en enero para el amigo sincero que te da su mano manca. NO: esa es tan necesaria o cuando menos con el mismo derecho de existir que mi sarcasmo. Lo problemático viene cuando esa pereza mental disfrazada de lirismo se interpone entre la realidad y el discurso, entre los hechos y el análisis de los mismos, cuando entorpece la lectura de una realidad a veces ni tan compleja y muchas veces tan lapidaria que mucha gente siente la obligación de lanzarle ayes y odas como flores a un féretro terroso del que no queremos ver su interior y cuyo polvo que lo cubre es la metáfora de la negación sistematizada.
La cursilería es un virus mucho más peligroso que la influenza y contra eso no se ha inventado tapabocas. Y ni siquiera me atrevo a decir que el único retroviral existente sea el cinismo, que también se convierte en pandemia de tan improductivo y paralizante, sino el análisis con el apellido que quieran ponerle, pero empezando por ponerle el prefijo auto… da igual si le quieren poner un guión antes de pegarlo al sustantivo, que la gramática es lo de menos si la sintaxis interna nos permite darnos cuenta lo atrofiados que tenemos los verbos en la cabeza (únicos elementos de nuestro lenguaje que implican acción alguna).
Pero tampoco se trata de ponernos lingüísticos sino de dejar claro que si existe la cursilería en el lenguaje político, en las campañas, en la prensa y en las interlocuciones entre ciudadanos y gobiernos es por esa falta de autoanálisis, por dejar que nuestra manera de verbalizar las cosas nos indiquen lo que pensamos y no al revés, por apropiarnos de los diálogos de las telenovelas en lugar de exigir a sus autores que reflejen el nuestro, por decirnos tan sensibles al ver los niños famélicos del África colgados de una pantalla y poner la misma jeta con el conteo de infantes carbonizados en una guardería de un lugar -del que no voy a decir su nombre- que sólo gracias a la negligencia oficial y ciudadana es capaz de generar encabezados internacionales (hasta el NYT pues), por prostituir la lágrima al mejor espectáculo que pase frente a nosotros porque el dolor -señoras y señores- no se comprende ni se imagina ni se compara si no se quiere insultar a las verdaderas victimas, pero sobre todo no nos exime de la responsabilidad de haber elegido esos gobiernos y esos representantes hambreados de nuestro voto cada tres o seis años ni de permitirles todo lo que el fuero de nuestra indolencia les condona para luego hacer el numerito de la queja cansona y a destiempo, del lamento infecundo, dándole la espalda a la razón o viéndola feo porque no fue invitada a su propio velorio.
Dejémosle la cursilería al Siglo de Oro o a Pita, a Nervo o a la Cartland, incluso a las telenovelas o a Disney, o a Chabelo y el beso que le dio su maestra a la salida, o a Tatiana y el patio de su casa (de donde creo salio huyendo del marido), o a Paty Chapoy y su mafia chismosa, o a los obispos y la liturgia cristiana o de la que sea, pero no permitamos que nos nuble la razón, esa chingaderita que no necesita de flamas ni rosas para adornarse, que no se preocupa de modas ni de buen gusto o de si alguien se la tatúa en el brazo, pero que se sabe mientras más inoportuna, más valiosa.

viernes, junio 12, 2009

Confieso que he leído...

...y que fuí al concierto de Metallica.
The Invention of Solitude (Paul Auster): Fuera de la trilogía de Nueva York y otros relatos que había leído de este autor norteamericano canónico, confieso que me había costado trabajo conectar con su visión melancólica con todo y que reconozco sus cualidades formales como precisión narrativa, sencillez y ritmo. Pero llegó un momento en que tuve que soltar uno de sus libros pues me irritó su cansona posición masculino-crepuscular (término tan de moda como mamón para referirse a la decadencia): -Esto es demasiado buga para mí; me dije a mimismo, en un ataque de heterofobia. Afortunadamente, años después me topé con ese bonche de libros que había comprado de Auster y tomé éste que me resultó un verdadero descubrimiento, sobre todo por la manera tan sensible y honesta que aborda el tema de la paternidad desde los dos nodos que lo conforman: el del padre y el del hijo. Dividida en dos partes, esta memoir se sirve de la historia bíblica de Jonás, el Pinocho original y el de Disney, así como de Freud y otros para, al tiempo de reflexionar sobre su historia personal, ilustrarnos sobre el proceso creativo y sus infinitos vericuetos. The Invention of Solitude es donde a partir de la muerte de su padre inicia una aventura por rastrear esos momentos en la vida de ese inmigrante judío que lo convirtieron en alguien tan fuera de este mundo, con un pié en la realidad y otro sumergido en un pantano, alguien que aprendió a esperar tan poco de la vida para no decepcionarse que fue incapaz de construir una relación profunda con nadie. The Book of Memory es el proceso de A. (alias del autor, duh) por construir un marco de referencia y un sentido alejado de lo superficial a su experiencia como padre de familia, tratando de evitar las trampas de la herencia y construyendo un lazo con su hijo como jamás pudo tenerlo él mismo con su progenitor. Atendiendo los últimos días de vida de su abuelo materno, A. se propone crear una guía anecdótica cifrada para que su hijo no tenga que escarbar de la nada en un futuro y evitarle la condena de adivinar en una fotografía rota y un album vacío la parte de su historia familiar que su abuela paterna trató de esconder, condenando a sus hijos a dividirse en partes iguales una culpa que no tenía nada de freudiana.

Nota sobre el concierto de Metallica: En los noventa me daba vergüencita confesar que me gustaba este grupo medio supremacista, pero pues con la edad uno va perdiendo la vergüenza al tiempo que la lozanía, por eso me sorprendió ver una considerable bandada de fans veinteañeros y adolescentes prematuramente trasnochados. Además caí en cuenta porqué este grupo tiene casi tantos detractores como fans: los metaleros de hueso colorado odian tanto la melodía como los colores primarios y los metálicos son tan buenos músicos que se permiten demasiadas cosas inaceptables para el género. Mención aparte es el tacazo de ojo y el perdón que se merecen aquellos entrados en años y en kilos por su romanticismo matalúrgico al cabecear frenéticamente y quitarse la camiseta para revivir su slam noventero que, de no ser por esas barrigas cerveceras, me habría sentido atrapado en una cápsula del tiempo al puro estilo Lost. El detallazo fue ese fan emergente que no dejaba de verme y tomarme fotos, fingiendo estar tomando a la multitud y que según mi acompañante, sólo le faltaba el valde y la franela para decirle "viene-viene" al amor que no se atreve a decir su nombre.

lunes, junio 08, 2009

Tiro de gracias

Es muy triste asomarte a la pantalla del celular y contener el impulso de rechazar la llamada o dejar sonando el aparato como grito en desierto sin eco posible. Que la inercia de tu mano tome el teléfono y lo coloque en la oreja respondiendo en automático un hola deslavado, debería ser síntoma de algo bueno, pero no lo es. Que alguien muestre interés en tu vida un día después de sudar juntos y coordinar orgasmos debería ser algo alentador, sólo que no siempre lo es –de hecho lo es pocas veces. Que regreso a casa, un cuarto de hotel, tres preservativos y demasiada energía mal invertida después recibas un mensaje de agradecimiento y no te sientas obligado a responder más que por algo parecido a la compasión te dice que algo anda mal contigo. Cuando piensas en las veces que has estado del otro lado de la ecuación y lo eficiente que te has vuelto para arrancar esas páginas del diario, ni aun así eres suficientemente frío como para dejar navegar la botella sin mensaje de vuelta. Pero en cuanto oprimes send te lamentas por la certeza de estar ayudando algo a mal morir y te preguntas cuanto tiempo serás capaz de resistir dar el tiro de gracia a la esperanza.

jueves, junio 04, 2009

Coitus Interruptus

La idea de ir a anular el voto el próximo día de las elecciones, por más tentador que sea, equivale a un coitus interruptus y yo cuando quiero interrumpir algo es porque fui tentando a comenzarlo y aquí, en este juego a la democracia mexican way, no hay nada que me mueva a jugar, ni siquiera la inercia. Las veces que he votado ha sido por candidatos que no han ganado pero uno no le apuesta siempre a ganar cuando están en juego las convicciones, ese accesorio pasado de moda que espera su comeback con ansiedad viendo como va y viene la campana, se va y regresa el fleco o la minifalda, la plataforma y la pestaña postiza, el bigote o el sexo con y sin protección… y no hay protección que sirva para evitar ese hostigamiento visual al deambular por las calles de esta ciudad: caretos mal fotografiados ya ni siquiera prometiendo imposibles sino apostándole al slogan breve y poco convincente, confiando en que el abstencionismo los pondrá a todos en el lugar que se merecen, sin importar siquiera la legitimidad de su puesto con tal de que les llegue el cheque y los bonos a tiempo para engordar su cartera y su abdomen… tan gordo como los monopolios que tienen a este país en el hoyo, viendo cómo el estado se parece cada vez más a un cártel y cómo los partidos políticos parecen campos de entrenamiento para extorsionadores con licencia o en patio de juegos perversos para juniors desocupados... Y si uno piensa estar a salvo en casa las llamadas para promover el voto interrumpen tu siesta vespertina y cuando te das cuenta que se trata de una grabación y ni siquiera podrás desahogarte mentándole la madre a señorita encuestadora avientas el teléfono lo más lejos que puedes e intentas volver a tu meditación intrascendental… tan intrascendental como sus mensajes, sus promesas y sus rostros más retocados que las tetas de Ninel Conde, las cuales al menos sirven para el sustento de una familia que -pa'más inri- seguro vota por el PAN, derecho tan legítimo como autoboicoteador.

PS: Creo que ese anuncio manipulador de la morra deambulando con un regalito como metafora de su embarazo, que Pro-Vida acaba de sacar, bien podria aplicarse a muchas cosas que este pais ha dado por hechos y que necesita mucho mas que gente nueva para engordar estadisticas y limpiar conciencias.