viernes, junio 12, 2009

Confieso que he leído...

...y que fuí al concierto de Metallica.
The Invention of Solitude (Paul Auster): Fuera de la trilogía de Nueva York y otros relatos que había leído de este autor norteamericano canónico, confieso que me había costado trabajo conectar con su visión melancólica con todo y que reconozco sus cualidades formales como precisión narrativa, sencillez y ritmo. Pero llegó un momento en que tuve que soltar uno de sus libros pues me irritó su cansona posición masculino-crepuscular (término tan de moda como mamón para referirse a la decadencia): -Esto es demasiado buga para mí; me dije a mimismo, en un ataque de heterofobia. Afortunadamente, años después me topé con ese bonche de libros que había comprado de Auster y tomé éste que me resultó un verdadero descubrimiento, sobre todo por la manera tan sensible y honesta que aborda el tema de la paternidad desde los dos nodos que lo conforman: el del padre y el del hijo. Dividida en dos partes, esta memoir se sirve de la historia bíblica de Jonás, el Pinocho original y el de Disney, así como de Freud y otros para, al tiempo de reflexionar sobre su historia personal, ilustrarnos sobre el proceso creativo y sus infinitos vericuetos. The Invention of Solitude es donde a partir de la muerte de su padre inicia una aventura por rastrear esos momentos en la vida de ese inmigrante judío que lo convirtieron en alguien tan fuera de este mundo, con un pié en la realidad y otro sumergido en un pantano, alguien que aprendió a esperar tan poco de la vida para no decepcionarse que fue incapaz de construir una relación profunda con nadie. The Book of Memory es el proceso de A. (alias del autor, duh) por construir un marco de referencia y un sentido alejado de lo superficial a su experiencia como padre de familia, tratando de evitar las trampas de la herencia y construyendo un lazo con su hijo como jamás pudo tenerlo él mismo con su progenitor. Atendiendo los últimos días de vida de su abuelo materno, A. se propone crear una guía anecdótica cifrada para que su hijo no tenga que escarbar de la nada en un futuro y evitarle la condena de adivinar en una fotografía rota y un album vacío la parte de su historia familiar que su abuela paterna trató de esconder, condenando a sus hijos a dividirse en partes iguales una culpa que no tenía nada de freudiana.

Nota sobre el concierto de Metallica: En los noventa me daba vergüencita confesar que me gustaba este grupo medio supremacista, pero pues con la edad uno va perdiendo la vergüenza al tiempo que la lozanía, por eso me sorprendió ver una considerable bandada de fans veinteañeros y adolescentes prematuramente trasnochados. Además caí en cuenta porqué este grupo tiene casi tantos detractores como fans: los metaleros de hueso colorado odian tanto la melodía como los colores primarios y los metálicos son tan buenos músicos que se permiten demasiadas cosas inaceptables para el género. Mención aparte es el tacazo de ojo y el perdón que se merecen aquellos entrados en años y en kilos por su romanticismo matalúrgico al cabecear frenéticamente y quitarse la camiseta para revivir su slam noventero que, de no ser por esas barrigas cerveceras, me habría sentido atrapado en una cápsula del tiempo al puro estilo Lost. El detallazo fue ese fan emergente que no dejaba de verme y tomarme fotos, fingiendo estar tomando a la multitud y que según mi acompañante, sólo le faltaba el valde y la franela para decirle "viene-viene" al amor que no se atreve a decir su nombre.

4 comentarios:

John Pluecker dijo...

i liked the first part of auster's book so much better. the second part was good for taking naps. but it ended up feeling like a chore to finish it.

loved the first part though.

Manuel dijo...

You're right. I guess that at the end he is better describing his feelings of lost and mourning than his own intentions as a father, which is always a work in progress (of messing up). I'm glad you read a mainstream writer without prejudices :P

RBD dijo...

Hola Manuel:

A mí también me gustó mucho más la primera parte. Me pareció incómodamente reveladora, odiosamente ilustrativa. Un abrazo,

Rafa

Manuel dijo...

Desaparecido! Que gusto tenerte de vuelta por aqui!
Mandame un correo y ponme al dia de tu vida, Rafa.
Abrazos