martes, enero 05, 2010

Agua

Este año al parecer la obsesión -perturbación anímica producida por una idea recurrente que produce malestar y ansiedad significativos, según la Real Wikipedia- se ha atravesado en mi camino en proceso de rumbo. Le ha de haber llegado el rumor de mi impermeabilidad y ha tocado a mi puerta como vendedora de paraísos technicolor encargados al más bucólico de los dibujantes de Jehová -alias que los judíos daban a Dios para no pronunciar su nombre en vano. Yo le he abierto la puerta y le he hecho pasar porque un vaso de agua no se le niega a nadie. Le conté de mi fin de año, que casi me agarra en una siesta prolongada y que me levanté con malestar intestinal pero dispuesto a comerme las uvas y hasta la luna azul colgada en el cielo de esa última noche. Le confesé entre risas los invitados especiales a mi sueños recientes, mi boda con Lily Allen que me cae re-bien como para hacerle eso de casarse con alguien como yo; también de mi encuentro con una Rebeca de Alba alcohólica irredenta (me dijo que al menos en mis sueños hago interesante y multidimensional a quien en la realidad no es más que un ladrillo de vacuidad y solemnidad a partes iguales y que necesito dejar de ver tanta televisión). Estamos de acuerdo y le aseguro que cada vez me interesa menos diferenciar entre sueños y pesadillas, al buen soñador eso no le importa. Se rió cuando le dije que perdí la cuenta de los martinis que tomé y las rayas que esnifé inútilmente porque igual terminé botado en la cama antes que saliera el primer sol del 2010... aunque lo alcancé a divisar cuando tuve que moverme de lugar al sentir actividad erótica a mi lado, no fuera a ser que me inaugurara en el fistfucking (que peligrosamente me persigue desde el fin de año antepasado) sin siquiera enterarme. No sabía si se reía de mi candidez o mi verborrea, pero noté su vaso lleno aún y me sentí ruborizado de tan folclórico. Le confesé de los tres primeros deseos a la hora de comerme las uvas, pero del resto no me acordé y se rió cuando le dije que estuve ante la disyuntiva de los calzones rojos, amarillos y morados pero que al final me fuí por los blancos porque estaban de descuento: ni modo, a reinventarse diría Giovannita. Cuando me dí cuenta que lo mío era casi una improvisación de stand up comedy miré al reloj y le abrí la puerta de salida porque estaba por empezar Betty la Fea, que ya ni es tanto. Desde entonces, religiosamente (osea, obsesivamente), lleno un vaso con agua y lo tengo listo para cuando quiera regresar.

4 comentarios:

pal dijo...

Y resumiendo?
Algún otro propósito para el adelante?

Ay! Chiquito, cometí el error de leerte después Martín, otro en la lista de Luisa y me pareces de mirada caleidoscópica. Y eso es lo más parecido a estar ciega.
Vuelvo cuando me aclare.
(absurdo el comentario? no creo)

pal dijo...

Ah! no te decía yo que quedé ciega?:
Feliz año nuevo.
Qué tanto oh!

Manuel dijo...

Mujer! Caleidoscópico es lo opuesto de ciego, pero igual de despropuesto.
Propósitos tenía varios, pero me los tragué con todo y uvas y supongo que ya los digerí, trataré de recuperar los importantes.
Feliz Año para tí también, Abrazo!

pal dijo...

No me contestes eso, porque yo nunca hago metáforas que no se basen en lo real y resulta que estoy que me vuelo de astigmatismo, y eso es visión caleidoscópica y me tiene ciega como topo, no en negro, en colores, pero ciega.
Ya, te convertí el post en chat. Seguimos.