miércoles, septiembre 20, 2006

Cosas

Había decidido no hablar de estas cosas, pero resulta que estas cosas me resultan mucho más apetecibles de escribir que la situación del país, que cada vez se parodia más a si mismo (denle una vuelta de izquierda a derecha o de arriba abajo y verán claramente que si para algo somos buenos los mexicanos es para escarbar en las heridas como si lo único que ocasionaran fueran cosquillas).
Al grano: el caso es que tengo dos amantes (no presumo, yo me conformaría con uno, pero no se puede encontrar todo en una persona) digámosle regulares y encerrados entre comillas si es necesario.
¿Cuantas sesiones son necesarias para que el asunto pase de acostón? En reliada no hace falta sacar cuentas, porque por más bueno que sea uno para las matemáticas un acostón seguirá siéndolo mientras no lo saques del cuadrilátero de tu cama... o del de tu recámara, el baño, que también son cuadrados. Muchas cosas seré yo, pero hobbit no: no soy enano patón (bueno, patón un poquito) y mi departamento es cuadradito como la idiosincrasia local.
Uno de ellos es un amante mediocre y la verdad lo dejo para las emergencias, porque yo cuando tengo malos amantes procuro ponerme a la altura y me porto también muy por debajo de la media, nomás pa no desentonar. El otro es un de un cachondo y una maestría erótica que pone a prueba todas mis aptitudes, recursos y condición. También pone a prueba mi capacidad de concentración porque es tan ocurrente que no se de donde casa tanta guarrada y ahí estoy yo atrapado entre la risa y el orgasmo e intentando entrar en sintonía con el sexo oral, pero el hablado. Yo no soy de hablar mucho durante el sexo, pero uno tiene que ser interlocutor verbal también -no sólo muscular- cuando el momento lo amerita. Días después, sigo saboreando en mi cabeza la sesión más reciente y la comparo con la primera vez que cogimos, que no ha sido superada.
Y no puedo evitar acordarme de aquellas pendejadas morales de la cosificación de las personas y sonreír complacido de la evidente ventaja de convertirte en objeto de placer de alguien más y corresponder de la misma forma, desprendiendo al sexo de todas esas telarañas mentales que lo único que hacen es echar a perder su más elemental chiste.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye mucho pegue o Manuel como te llames, que te crees Collin Farrel, Brad Pitt o Tom Cruise, o mínimo la lana$$$ de Elton Jhon, para tener un braguetero a su lado jajaja

Manuel dijo...

El orgasmo es de quien lo trabaja.

Anónimo dijo...

Bien, sígale chambeando y disfrute. En cuanto al amante mediocre...hummmm, no sé yo, me dan hueva los que no se ponen las pilas y ya no está uno pa perder el tiempo. Alguien me dijo alguna vez que no hay sexo malo y es mentira, hay veces en que hubiera sido mejor quedarse viendo el discovery... así es que como economista te recomiendo que optimices tiempo y recursos y te concentres en hacer tus ejercicios kegel para fortalecer el paquete muscular pubococcígeo y provocarle un síncope a tu amante bueno.