miércoles, septiembre 13, 2006

NICO MO

Cuando una terapeuta te pregunta si ya te aliviaste de tus malestares emocionales no sabe uno si ofenderse o qué. Si la de la pregunta es alguien de tu familia pues la juegas un poco y dices que ahí la llevas, que pasa every once in a while (omites la ocurrencia de compararlo con su marcador rojo cada 28) y que luego pasa, igual que como llegó.

Yo tengo por tradición burlarme de la depresión: la ajena, la mía no tiene chiste, es un aburrido y predecible bajón de pilas, una flashazo pálido de la verdadera depresión, esa que ha llevado a más de una persona cercana y querida a tomar decisiones drásticas que muy poco tienen que ver con la afectación apestosa del grunge. Por eso, cuando mi ánimo se viste de gris tirando a negro, prefiero no aparecer y no tanto por preservar una hipotética imagen de los demás hacia mi sino por genuino e irrefutable desgano.

Me da por dormir más de lo habitual, encerrarme a leer en mi cuarto, regar los libros, la ropa y los zapatos por todo el cuarto como preparando un escenario teatral donde yo soy el actor principal y único público. No me pasa seguido, así que no he perfeccionado la técnica, pero para aventar zapatos y garras por un cuarto no se ocupa mucho talento (éste se ocupa para involucrar a los demás en tu dinámica, como si para estar deprimido necesitaras testigos. Para mi que cuando una depresión ocupa testigos es puras ganas de protagonizar y supongo que no soy nadie para juzgar los arranques histriónicos de gente que erró su profesión, pero tampoco soy dado a ese tipo de solidaridad: el que quiera público que se lo gane).

Hay quienes tienen la capacidad de llenar ese hueco en el estómago que te da vértigo por medio del sexo, que no es más que vértigo reciclado. Pero yo no puedo tener sexo si no estoy contento, hace rato que dejé la etapa (aunque eso no quiere decir que no regrese) de sexo para todo y para todos y para excitarme necesito que mi sentidos estén bien puestos y que la irrigación sanguínea no se estanque sólo en mi cabeza, que la sangre no puede servir a dos amos al mismo tiempo.

Hace dos días sentí que la sangre volvía a su sitio y escribí ese mensaje telefónico que se convierte luego en una llamada, un saludo y una cita concertada para lo mejor que me ha pasado en la cama en los últimos meses...
QUIHUBO, A., HACE RATO QUE NO SE DE TI: “REPORTATE”
---Mensaje no enviado---
¡Maldita sea!, de haber sabido que mi crédito estaba por expirarse no me gasto el último peso en cancelar esa cita emergente en el Valle de México.
NICO MO ayudarme.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para la depresión lo mejor son las emociones fuertes, por eso Manuel ve al grito del 15 de septiembre en el zócalo del DF

Anónimo dijo...

Hay una película muy interesante que se llama CAMINA SIN MI, esta en cinépolis, ve a verla Manuel es excelente.....