viernes, julio 24, 2009

Ban Marriage

Lo escucho dominando encabezados en las noticias internacionales, la bandada de celebridades sintiéndose cool porque apoyan el derecho de sus peinadores, estilistas y asistentes a tener un matrimonio de verdad. Quienes no han adoptado aún a un niño africano se sienten obligados a verse progresistas por compartir con un grupo minoritario de ciudadanos una institución por demás devaluada y decadente, pero resguardada por los ultras como el último bastión cristiano que realmente nadie debiera envidiarles.
Independientemente de lo condescendiente de toda esta alharaca Prop8 en Estados Unidos, que piensa que redefinir una figura legal en nombre de la democracia significa acabar con la homofobia, o que ponerle apellido a un crimen cometido contra un miembro de una minoría racial o sexual sirve para algo más que para fines estadísticos, lo que más me llama la atención del activismo gay gringo es esa arrogancia clasista a la hora de exigirle a su presidente - empeñado, por cierto, en comportarse como celebridad y no como funcionario público- que reorganice sus agendas y priorice en sus políticas a favor de un sector de la sociedad al que le urge el papelito del registro civil para sentirse ciudadanos de primera. Y que de paso les de chance a aquellos militares atormentados por el Don't Ask, Don't Tell (que equivale al mexicano que no te cache tu superior, a menos que te esté cachando tu superior) que usen cinturones D&G (Hello!, Bruno dixit) y bungalows decorados con velas aromáticas en Afganistán, porque ya de por sí la guerra es estresante pues al menos un jacuzzi colectivo para matar el tiempo entre bombardeos (Queer Eye for The Stressed Out Army). Y todo esto con el argumento rebatible y cansón del así nacimos: el gen de la inocencia y el culo de la impaciencia elevado a mantra exculpatorio, como si en realidad ese fuera el punto.
Cuando deberíamos levantar la voz por el derecho a la diferencia, exigimos una igualdad de postín, una estrellita en la frente por bien portados, como en el kinder. Amancebados por adelantado con el supuesto enemigo sin reconocer nunca que dicha obsesión acarrea el gen de la propia intolerancia, el bouquet perfecto de la boda de sus sueños, la oportunidad de levantar el dedo para señalar al otro, al que no, a ese que un día se fue y del que hay que alejarse porque para eso existen las categorías, para pintar una línea y no dejar pasar a quien afee el retrato.
La ventaja de vivir en México, gobernados por panistas que piensan que están haciendo un favor a la sociedad poniéndola en fuego cruzado ante las mafias diversas, peleándose ambas el derecho a enriquecerse a costillas del ciudadano que aun no ha encontrado lugar en alguna de esas vertientes de la burocracia, es que una discusión acerca del origen de la homosexualidad y el supuesto derecho universal al matrimonio no tiene lugar ni siquiera en parodia, porque para banalizar así un tema se necesita mucho tiempo libre y eso significaría que las cosas no están tan color de hormiga como ahorita. Sería divertido de tan aburrido pues.

PS: Si alguien vio la película "Gomorra", desmiéntame cuando digo que todos los caminos llevan a Nápoles, no necesariamente a Roma.

domingo, julio 19, 2009

Contreras

For the first time in almost two years I spoke to him yesterday. The last news I had from him was an e-mail written as a telegram. He sounds the same as the last time but not quite. I guess what changed was the way I perceive him. It's a weird feeling, like when removing hair from the drain hole and the water flow happily but not really. I guess that's the way things are supposed to be, even if I choose a nasty analogy. Hair is always in between of things and some people trim it or shave it but it always grows back. The same thing happens to feelings, the most you want to get rid of them the fastest they grow.
We spoke for over an hour and didn't say much.
Stories updated that are quite the same with a pile of time upon them.
Contradictions, self awareness and condescendence mixed in a non cute anymore combo.
We're almost in the same situation and miles away from resembling (or I want to beleive so).
I listened and nodded and giggled and resumed my last semester in three sentences closed by a weak but I'm all right.
He was telling me that his father has cancer and his mother diabetes and I reply that I just spoke to my mother and the only thing she has is a swollen ear. When I realized how clumsy and uncaring I'm being I say how sorry I am and try to change the subject with no success whatsoever. I've forgot what a bad listener my ex has always been.
He's currently living in Rosarito.
At this time, when everyone's abandoning Rosarito, he moves right there.
I've got to admit that I am as contreras as he is.
We said good bye with the promise to keep in touch. I said I'll visit soon. I hung up and I'm not sure if I'm happy or relief…

jueves, julio 16, 2009

Sombra

Yo -por regla general y convicción propia- no extraño. Obvio que me miento a mi mismo casi tanto como a los demás, pero así son las políticas corporativas de la salud mental y cuando uno las traiciona todo se vuelve un caos peor que el cuarto de Iván, mi ex-roomate y persona favorita desde que no compartimos techo (esa aventura que no repetía desde mis primeros semestres de universidad y que ahora me queda claro porqué).

Hoy que fue cumpleaños de mi santísima madre y que llamé para felicitarla me pasaron al teléfono a una de mis primas, que yo confundí con otra que vive en Canadá, me costo trabajo reconocer su voz, así que improvisé preguntas triviales para adivinar pero fue inútil. No es fácil aplicar la estadística con una familia de más de 6 hijos cada clan, donde predomina el género femenino y cuyos acentos si acaso han variado gracias a los éxodos tan inn hoy en día.
El punto es que sería poco probable que me confundiera con la voz de mis amigos, esos que luego se convierten en la familia que escogemos por pura necedad de torcer el árbol genealógico de los quereres. Si me preguntaran ahorita los nombres completos y lugares de residencia de la mayoría de mis primos no sabría que decir, tendría que cantar una canción de Chava Flores pa'salir del paso. Lo curioso es que yo con mis parientes consanguíneos supe lo que era convertirte en adolescente o adulto mucho antes que me llegara a mi el momento, compartiendo vacaciones y duchas grupales que luego serian proscritas y de muchos de ellos si acaso recuerdo sus apodos: recuerdo el nombre de la prima que me enseñó a besar, del primo orgulloso por su lunar en la verga, del que se acercaba demasiado a mis hermanas sin que ellas se dieran por aludidas y del que cantaba como José José y a quien yo era alérgico por más que esa razón.

Pero llegó un momento en que el lazo afectivo se rompió por el rumbo dispar que tomaron nuestras vidas y empezó uno a construir otros lazos con gente que no compartía tus genes pero si intereses y experiencias que podían decirse en voz alta o que si debían callarse se hacía con una sonrisa o un guiño de ojo. La complicidad es algo que une más que cualquier otra cosa y llegar a ser cómplice de alguien puede ser fácil, pero el hecho de elegir te permite construir un universo propio, agregarle ramas al árbol y resguardarte a su sombra cuando los párpados te pesan o te cuesta dar un paso o simplemente todo se pone monocromático y húmedo.

lunes, julio 13, 2009

Woh!men

Women are the only oppressed group in our society that lives in intimate association with their opressors. ~Evelyn Cunningham

lunes, julio 06, 2009

Rojo rabioso

Se escucha en la bocina de este café una versión aún más prozac de "Moon River" (aquella canción hecha por Mancini tan a la medida de Holly Audrey Golightly Hepburn como los vestidos de Givenchy) y no podría sentirme más ajeno a ese sentimiento de melancolía que es tan dado a los ventanales de café en días nublados. Mi vista da a un freeway en movimiento constante, casi atemorizante si se quiere, pero para mí es un río con doble corriente que no va a ninguna parte que me importe. A pesar de sentirme varado en medio de esas dos corrientes y que la política en este país me hace sentir de la misma forma, mi ánimo parece tan inquebrantable como el de Holly frente a "Tiffany’s".

Si eso no me tumba es porque seguro estaré hecho de otro material, vengo de otro mundo y por eso siempre he sentido que no encajo del todo y que ni los zapatos me ahorman como deberían. Claro que luego me viene la idea de que muchos se sentirán igual de especiales, lo cual le quita a uno lo especial (filosofía Pixar), pero ni así me dan ganas de tirarme al río y lo que alguna vez sentí como instinto suicida en el metro me queda claro que fue simplemente vértigo.

Pero hay días -que no necesariamente son lluviosos o nublados- en que me invade la rabia, el descontento, la angustia y las ganas de hacer daño, de liberar ese instinto básico reprimido. Son esos mean reds que describía la Golightly al alter ego de La Capote (sí, con mayúsculas) y que no hay palmadita en la espalda o sonrisa furtiva que te ayude. Tienes que soportarlo como las mujeres soportan los cólicos pre-menstruales.

Yo, esos días procuro no ver a nadie y aplazo cualquier compromiso por importante que sea porque tomar una decisión bajo el influjo del rojo rabioso te puede llevar a la catástrofe y hay quienes de plano no están preparados para verte descender frente a sus ojos. Porque uno, tan ecuánime y zen y civilizado y sofisticado una vez que muestra el cobre no hay campaña que restituya la imagen que ha construído con un esfuerzo no por torpe menos admirable.

Esos días procura no ser un dependiente de fast food o cualquier caja de supermercado ineficiente porque mi piel de oveja es sólo el equivalente al vestido negro de Givenchy y el croissant con café hirviendo puede convertirse en mis manos en un arma de destrucción selectiva.

jueves, julio 02, 2009

El amor se basta solo

Empecé a leerlo en el metro. El último tramo de las últimas páginas me atraparon desde un vagón hasta un parque bien iluminado. Rogando que no me interrumpiese la lluvia, pasando página tras página, leyendo a voz baja (no sé otra manera de leer en inglés) y tomando el tiempo que me tomaría llegar a casa. Sentía cómo iba bajando la temperatura ambiente mientras la ficción subía de tono para luego asentarse y comprobar una vez más que la razón es menos guapa que la locura, que el amor se basta solo (Vallejo dixit) y que la fe es la obsesión con mejor reputación hasta que sus prerrogativas son insuficientes y alguien siente la necesidad de reinventarla, de adivinar en el pliegue de una cortina la señal inequívoca de un diálogo amoroso, de hacer de la naturaleza su cómplice incondicional y no su campo de batalla. Como Parry, el personaje más heróico y terrible de la literatura reciente (que yo haya leído porsu), conmovedor al tiempo que temerario ángel de la venganza contra aquellos que vulgarizan el romance llevándolo de picnic al parque, imitando las postales de supermercado con epígrafes de poetas canónicos tan huecos como la canasta llevada de regreso.
Al llegar a los apéndices -que luego me entero fueron citados por varios especialistas en psiquiatría como reales y no como la ficción que son- casi me empezaba a molestar por lo que interpreté como una innecesaria explicación científica de un comportamiento romántico llevado al límite, pero me reconcilié con el autor al darme cuenta que su intención era justamente lo opuesto. Partir de un supuesto argumento científico para redimir un personaje que logra integrar su mundo interior a aquel que le es dado, reconciliándolos para su propio bien y el de la literatura...
Retomo mi camino con esa sensación de vértigo al cerrar un libro que lleva días acompañándome y que será reemplazado por otro con cubierta más brillante, aún envuelto en celofán y tapizado con post its meta-narrativos.

*Mención especial a la cubierta más bella desde
The Volcano Lover, de Su Majestad, La Sontag y Sueño Profundo de La Yoshimoto.