lunes, febrero 26, 2007

El armario abierto

Al menos las lesbianas no tienen la presión social que los hombres gay a la hora de las expectativas de diversión y talento. La "discriminación posititva" dicta que los homosexuales varones llevan ventaja en terrenos artísticos por combinar esa supuesta dualidad femenino-masculina, una sensibilidad cercana a lo sublime y un concepto particularmente innovador de la estética (entendiendo el término como la ciencia que estudia el mejor peinado para los diferentes tipos de cara). Además son rebuena gente, blablabla…
Por eso es fácil ser gay de clóset: sólo estudia alguna ingeniería o algo que tenga que ver con ciencias exactas y listo. De paso, reprime tus instintos "innatos" de vestir bien y escucha en la intimidad de tu recámara a la Aguilera, la Beyoncé o la que esté de moda. En tu pick-up truck (porque este tipo de clóset equivale casi a emular el lesbianismo más tópico) sólo puedes escuchar banda, grupera o si de plano te crees muy moderno a Molotov (ni siquiera tienes que saber que ya se desintegraron), lo que se acomode pero que tenga cierto resabio homofóbico.
En tus perfiles de ligue por Internet tienes que dejar claro que no te gusta la gente obvia, que eres un macho buscando similar. Eso -gajes del oficio- inevitablemente te lleva a encontrarte con tu reflejo más temerario: una loca desquiciada con voz de barítono, atrapada dentro de unas botas vaqueras y cinto pitiado, una colección de afiches que hacen de la contradicción y el absurdo una más de las bellas artes (del travestismo rural).
No es que pretenda saber lo que es ser lesbiana, pero si de algo sirven los estereotipos es para darles de pedradas. Y ni Ellen DeGeneres ni Rosie O’Donell han hecho nada para derribarlos, una rizando el rizo de la lesbiana WASP y la otra una cruza entre Divine y un trailero mascatuercas. ¿O es que será la única manera de combatir la invisibilidad?
No se les puede reprochar ser fieles a si mismas, el problema es cuando luego se convierten en el nuevo modelo a seguir y la respetabilidad tiene que ver con la sobre exposición de la vida personal, un grillete que al primer tropiezo te pasa un facturón más grande que exponer los clítoris (esos míticos y escurridizos personaje) en la plaza del pueblo. No de a gratis ambas celebridades tuvieron que cancelar sus shows después de declarar abiertamente lo que era más que evidente a quien tuviera dos dedos de frente.
La cuestión no es decir sí o no al clóset sino el respeto a las decisiones individuales, independientemente de a donde lleven las mismas. Incluso equivocarse debería ser un derecho, porque si algo puede hacer interesante a un ser humano de la orientación sexual que sea es su enorme potencial de falibilidad a la hora de ser uno mismo y no lo que los demás esperan de uno.

Válgame, esto empezó como un intento de reseña de un evento televisivo de lo más gay: la más aburrida entrega de premios Oscar de que se tenga historia, con la primera conductora lesbiana, que resultó también ser las más lame a la fecha.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi en principio las lesbianas no me gustaban, por violentas, porque les gusta alborotarse lo feo (justo lo opuesto a los instintos innatos de vestir bien...) y porque no me gustan ni los trailers ni las camisas de franela. Pero ahora tengo una amiga lesbiana guapísima y que sorprendentemente no se agarra a madrazos cuando alguien, sin querer, la empuja tantito en un antro... así es que ya no voy a generalizar tanto.

La Fran dijo...

Pues, algunos se escandalizaron más por el beso en la boca que se dieron Melissa Etheridge y su esposa...

Manuel dijo...

Es más escandaloso el pésimo gusto para vestir y -sobre todo- para escribir canciones: con la que ganó eleva a "Tiempos Mejores" de Yuri/Andrade al nivel de Tchaikovsky.

Anónimo dijo...

A Yuri ni me la toques eh! la vi en Vallarta en año nuevo y es verdaderamente la neta, ahora que ya se le pasó la pendejada esa de cantar nomás en el templo volvió a ser la mejor amiga del joterío.