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Son tecnosexuales por antonomasia, así que generalmente traen carro de colección que siempre está en proceso de reparación o uno del año que cuidan más que su higiene personal.
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Algo tiene La Gordillo (que no es lo mismo que la-de-goyo) que ha echado a perder a la camada de maestros que tiene de agremiados. Como perseguidos por esa cara de guante de béisbol recién lijado y atrapados en un apolillado clóset, los normalistas buscan desesperadamente la estabilidad emocional apostando en los lugares más inapropiados por la LTR (Long Term Relationship pa’quien no conozca el argot): desde sitios de Internet hasta centros de ligue en la vía pública. Aquellos que no tienen pareja (contador o administrador o esposa con quien van a durar más de 10 años o el resto de sus vidas) se la pasan melancólicos por su triste soledad (sin ser lesbianas, aman las canciones de Ana Gabriel :s). A juzgar por los largos períodos vacacionales, estas magdalenas del amor, tienen harto tiempo para darle vuelo a la hilacha en lo que llega The One, que generalmente o es la primera opción desesperada o la que creen ellos es el último tren. En pareja suelen ser aburridísimos en la cama, pero en el encuentro fortuito algunos pueden sacar recursos que deberían poner en el escalafón.
Vocho o chevy que alguna vez fue del año y están en eterno proceso de terminar de de pagar.
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Los comunicólogos y los licenciados en turismo casi como que se cuecen en el mismo costal que varias carreras por el estilo: hechizas, coyunturales y generalmente sobrepobladas que terminan de representantes médicos, publicistas o encargados de recursos humanos (los psicólogos se cocinan aparte). Para coger se la dan de tener mundo, que ellos confunden con kilometraje: son muy calientes y en el desempeño le echan ganitas aunque el resultado sea disparejo. Eso sí, no se les presente un threesome o una cosa que suene a extravagante porque están más puestos que un pavo en nochebuena. Como buenos egresados de carrera con supuesto perfil “social” son buenísimos para correr la voz y para competir a ver quien peinó el rancho primero. Presumen de eficiencia oral aunque difícilmente hilen dos oraciones coherentes en una conversación. Disfrutan más de hablar del sexo que de hacerlo.
Generalmente -aunque hay de todo- tienen carro del año que sudan la gota gorda para pagar, pero como el status para ellos es muy importante hacen cualquier sacrificio por aparentar una solvencia que sostienen con alfileres.