He de confesar que el chiste de ser mexicano en una feria internacional es que uno cuenta con algo que es muy valioso: la impunidad. La padeció sobre todo una autora británica, toda etérea y pelirroja ella, estrenando estatus de celebridad con su primer libro (The Thirteenth Tale, algo así como Henry James meeting Emily Brontë, but less borring an as enterteining as a best seller should be) y esperando quince minutos a ser entrevistada por este remedo de periodista que juego a ser. También la volvió a padecer Lydia Cacho (que ya debe estar acostumbrada, hay que decirlo) cuando mi bocota no pudo evitar insinuarle que su detención fue lo mejor que le pudo haber pasado a su carrera editorial.
Hay chalecos de celebridad para todos los gustos y medidas: ahí está el recién premiado Antonio Ortuño, que pasa casi la mitad de su presentación quejándose (según él de broma, según yo sacando cuentas de cuantos fans podría estar perdiendo) porque no está su nombre en la mesa de presentación de un libro sobre pornografía; ahí está también Nicolás Alvarado erigiéndose como el único fan heterosexual (¡con zapatos verde perico!, le faltó agregar) de Madonna, porque es más importante dejar en claro la orientación sexual que argumentar sobre un guilty pleasure compartido con toda una masa polimorfa y perversa; el coautor del ensayo premiado por Planeta (La ceremonia del porno), Andrés Barba que bien machacadito su discurso y muy pro y muy … guapo, pero tan faltito de perspectiva histórica con que apoyar sus tesis –que aunque divertidas, resultaron débiles- que bastó una buena dosis de Vicente Molina Fox para ubicarlo y sacarlo de guión (en trámite de perdón una vez que la encargada de prensa de su editorial me regale el libro, porque el porno y yo nos amamos).
En una mesa de escritores irlandeses, los ídem se la pasaron diciendo que no se consideran a si mismos escritores irlandeses y que su única patria es la literatura bla bla bla, pero se les llenaba la boca diciendo lo bonito y cálido y rico que es el irish-english hasta que de pronto pasaban del cliché al elogio y a lo mucho que se identifican con los mexicanos que siempre sonríen (¿será porque tenemos mejor dentadura?). La más articulada resultó ser Claire Keegan, que en lugar de parirla parece que la dibujaron, pero Jamie O’Neill dijo algo interesante sobre el nacionalismo; que una vez que la patria deja de ser tu amiga hay que mudarse (los nacionalistas tienen a la patria como su amo).
Anoche fue la fiesta de los periodistas y yo le bailé toda la noche al percusionista del grupo Pernett… ¡Por favor!, que alguien apoye mi moción de alinear de otra manera a los grupos y que se ponga la batería al frente del escenario, al menos cuando se tenga semejante bizcocho.
Posdata: que mal bailan los periodistas, espero que escriban mejor.
4 comentarios:
¡Qué pico tiene la Pepa! -dijo Candela...
Saludos desde el nublado Hillo. Por cierto, la otra noche me preguntaron por ti, una amiga tuya (que no recuerdo el nombre), y me hizo un drama porque le di la noticia de que te habías ido.
oh... empieza la saga "Victorio goes to south"? igual que José te mando un bonche de saludos, aca esta nubladísimo, ¡de lo que te pierdes burro! (...)
siguele tecleando, que seguiremos leyendo.
(el comentario fue borrado por el usuario por equivocación táctil)
¿Quién se anima a llevar el record de suicidios?
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