Y no. No se espanten. Esto no se trata de mi debut en el travestismo, esas cosas no son para mi -no tanto por mi matrimonio con la masculinidad canónica como por mi pereza ante la sobreproducción. Y estarán de acuerdo que si se quiere ser mujer no se puede dar uno el lujo de ser sencilla. Antes muerta que...
-Hola, me llamo Selena.
-Hola, yo soy Manuel. ¿Cómo estás?
-Buenísima, ¿no se vé?
-(risas) Sí, claro. Era un sólo un formalismo.
-Los formalismos déjamelos a mi, que me la paso aplicando cenevales por toda la república y lo primero que hago es separar mujeres de hombres. A ellas les exijo mucho esfuerzo y a ellos bajarse la bragueta... Una que sabe utilizar la cuña.
Viernes de esitrar el cuello para ver a Maria Daniela bailar como quien hace un exámen de estrabismo con el micrófono al ritmo de los beats pegajosos y letras insulsas a propósito, mientras en la multitud se oían los vítores de fresas, indies y hardcoreros cantando "yo asesiné a mi novio, a solas en el dormitorio", segundos después de elogiarle las tetas a la cantante o gritar pidiendo alguna canción de su primer disco.
Sábado de estreno en el Spartacus, un antro democrático pero mucho menos trash de lo que me imaginé, un paraíso para los fumadores con su cielo exclusivo para los travestis -que tienen su escalerita para llevar consigo a sus fans que les demuestran su admiración de las más variadas y pintorescas formas. Imagínense ser testigo -a media luz- de un encuentro erótico entre un cargador de verduras del mercado de abastos y una mujer hecha a mano sin necesidad de darle play o pause a ningún control remoto.
Llegar al lugar fue una odisea justamente compensada por la experiencia y el regreso fue como una bajada en ruleta rusa. Creo que yo era el menos borracho del grupo y en algún momento del trayecto me visualicé hecho pedazos a un lado de la carretera o estampado en algún muro como graffitti angelino, pero afortunadamente Morfeo se apiadó de mi y me permitió llegar roncando a mi departamento. Antes de dormirme, pasamos por un bado que me puso las tripas en el cuello y sólo alcancé a gritar: ¡Vámonos a Reino Aventuraaaaaa!
Y eso fue este fin de semana: una aventura más que agregar a mis ojeras y mis líneas de expresión, que no puede uno andar por la vida borrándose las huellas como ola sisifesca.
lunes, julio 28, 2008
martes, julio 22, 2008
Soy idéntico a mí mismo hasta rayar en la idiotez
"...No quiero poner a la vista mis sentimientos tal como se hace en una película o en la televisión o en el teatro, donde uno lo escenifica de manera que los demás vean lo que a uno le pasa.
...Para mi no es simple, ni primario. Requeriría un esfuerzo que me destruiría el sentimiento. Yo percibo el contento de los demás exactamente igual que el mío. No me lo tienen que explicar.
... Cuando alguien cree tener que decir siempre en las comidas 'Vaya buen pedazo de carne' o 'La salsa está tremendamente buena', tengo la vaga sensación de que por los misteriosos motivos que sea cree tener que convencerse de ello. O si doy un paseo y el otro dice constantemente lo bonito que es dar un paseo conmigo y contemplar la caída del sol. Entonces digo: 'Ni hablar, muchas gracias'. Hasta aquí y nada más. Porque es alguien que siempre expermienta la necesidad de decir algo de lo que tiene que convencerse, aunque quizás incluso lo sienta (o no). Sobre esto hay une película maravillosa que vi muy pronto y me influyó mucho, La Felicidad (Le bonheur, 1965), de Agnès Varda. La película trata de que para hacer posible su felicidad, los seres humanos que, siendo objetivamente felices, siempre lo están expresando, también pueden ser tremendamente intercambiables. Un hombre está con una mujer y dos niños y todo lo encuentra siempre bonito. Entonces la mujer se mata, sí, y entonces él se casa con otra y todo sigue igual porque detrás no hay ningún sentimiento. Así es como yo vería el problema a grandes rasgos. No estoy fundamentalmente en contra de que aquí y allá se exprese lo que sea. Al contrario, el lenguaje es al fin y al cabo un vehículo esencial. Sólo que creo que no constantemente. En especial por lo que se refiere a los sentimientos reacciono de modo totalmente crítico.
...Tal como veo las cosas y tal como vivo, no tengo debilidades. Me lo he montado de manera que no tengo ninguna, lo que no quiere decir que objetivamente no las tenga sino solamente que, subjetivamente, vivo mi vida al máximo como me la imagino. Sé que es un privilegio. Quizás hacerlo sea mi debilidad. Pero yo contestaría a su pregunta así: no tengo debilidades en la medida en que aún trabajo en las cosas que me parecen equivocadas. Sólo serán debilidades cuando se paralicen, cuando se conviertan en estados terminales.
...La vida sólo está a mano y a dispocisión de uno cuando acepta la muerte como lo propio de la existencia. Mientras la muerte es tabú la vida no tiene interés. Una sociedad que se basa en la explotación de los seres humanos, tiene que convertir la muerte en tabú. En mi vida ha habido realmente momentos importantes en que mi cuerpo ha comprendido repentinamente que era mortal. Desde entonces, la vida es para mí mucho más divertida. Aunque no siempre lo parezca, como habrá observado alguna vez. Tuve esa historia de los dolores del corazón. Llegó un punto en que faltaba el aire y me dije okay, trágate todas las pastillas. Y cuando después de explorarme, el médico me dijo que orgánicamente estaba sano, cesó la obsesión. En el plazo de tres días. El cuerpo es realmente algo cruel.
Esta diferencia entre el cuerpo, al que en definitiva estamos sometidos, y el espíritu, que es verdaderamente inmortal, es una discrepancia terrible. Un espíritu que, hablando existencialmente, puede moverse libremente por el aire y un cuerpo con tripas, ¡puff..!
...Tengo una relación muy afectuosa con las posibilidades de placer, con el deseo, con todo lo que mi cuerpo es capaz de producir. Eso sí. Sin embargo, ni por un segundo deja de tener la contrariedad de que puede sustraerse a las necesidades de mi espíritu. El espíritu está ahí y seguramente sería diferente en otro cuerpo. Naturalmente el espíritu también tiene que realizarse con el cuerpo específico con el que lleva a cabo sus experiencias..."
Dijo Rainer Werner Fassbinder a Hella Schlumberger en 1977... y yo no hago sino asentir.
...Para mi no es simple, ni primario. Requeriría un esfuerzo que me destruiría el sentimiento. Yo percibo el contento de los demás exactamente igual que el mío. No me lo tienen que explicar.
... Cuando alguien cree tener que decir siempre en las comidas 'Vaya buen pedazo de carne' o 'La salsa está tremendamente buena', tengo la vaga sensación de que por los misteriosos motivos que sea cree tener que convencerse de ello. O si doy un paseo y el otro dice constantemente lo bonito que es dar un paseo conmigo y contemplar la caída del sol. Entonces digo: 'Ni hablar, muchas gracias'. Hasta aquí y nada más. Porque es alguien que siempre expermienta la necesidad de decir algo de lo que tiene que convencerse, aunque quizás incluso lo sienta (o no). Sobre esto hay une película maravillosa que vi muy pronto y me influyó mucho, La Felicidad (Le bonheur, 1965), de Agnès Varda. La película trata de que para hacer posible su felicidad, los seres humanos que, siendo objetivamente felices, siempre lo están expresando, también pueden ser tremendamente intercambiables. Un hombre está con una mujer y dos niños y todo lo encuentra siempre bonito. Entonces la mujer se mata, sí, y entonces él se casa con otra y todo sigue igual porque detrás no hay ningún sentimiento. Así es como yo vería el problema a grandes rasgos. No estoy fundamentalmente en contra de que aquí y allá se exprese lo que sea. Al contrario, el lenguaje es al fin y al cabo un vehículo esencial. Sólo que creo que no constantemente. En especial por lo que se refiere a los sentimientos reacciono de modo totalmente crítico.
...Tal como veo las cosas y tal como vivo, no tengo debilidades. Me lo he montado de manera que no tengo ninguna, lo que no quiere decir que objetivamente no las tenga sino solamente que, subjetivamente, vivo mi vida al máximo como me la imagino. Sé que es un privilegio. Quizás hacerlo sea mi debilidad. Pero yo contestaría a su pregunta así: no tengo debilidades en la medida en que aún trabajo en las cosas que me parecen equivocadas. Sólo serán debilidades cuando se paralicen, cuando se conviertan en estados terminales.
...La vida sólo está a mano y a dispocisión de uno cuando acepta la muerte como lo propio de la existencia. Mientras la muerte es tabú la vida no tiene interés. Una sociedad que se basa en la explotación de los seres humanos, tiene que convertir la muerte en tabú. En mi vida ha habido realmente momentos importantes en que mi cuerpo ha comprendido repentinamente que era mortal. Desde entonces, la vida es para mí mucho más divertida. Aunque no siempre lo parezca, como habrá observado alguna vez. Tuve esa historia de los dolores del corazón. Llegó un punto en que faltaba el aire y me dije okay, trágate todas las pastillas. Y cuando después de explorarme, el médico me dijo que orgánicamente estaba sano, cesó la obsesión. En el plazo de tres días. El cuerpo es realmente algo cruel.
Esta diferencia entre el cuerpo, al que en definitiva estamos sometidos, y el espíritu, que es verdaderamente inmortal, es una discrepancia terrible. Un espíritu que, hablando existencialmente, puede moverse libremente por el aire y un cuerpo con tripas, ¡puff..!
...Tengo una relación muy afectuosa con las posibilidades de placer, con el deseo, con todo lo que mi cuerpo es capaz de producir. Eso sí. Sin embargo, ni por un segundo deja de tener la contrariedad de que puede sustraerse a las necesidades de mi espíritu. El espíritu está ahí y seguramente sería diferente en otro cuerpo. Naturalmente el espíritu también tiene que realizarse con el cuerpo específico con el que lleva a cabo sus experiencias..."
Dijo Rainer Werner Fassbinder a Hella Schlumberger en 1977... y yo no hago sino asentir.
jueves, julio 17, 2008
Cirugía Méndez
¿Porqué no podemos ver todos la vida como Lucía? Su optimismo galopante -a prueba de balas y tabloides- es encomiable y deberíamos todos imitarla... y no me refiero al drag, pero cada quien siéntase libre de interpretar las sagradas scrituras a su manera:
Lucía moments:
En una entrevista, donde era evidente su visita al cirujano (quien seguro toma de modelo el rostro de Schwarzenegger) la mujer contesta fresca y campechana que tan sólo se hizo un corte de pelo. Supongo que omitir el detalle de que eran los de la nariz y las orejas los que se recortó no califica como "mentir".
Así como sus ojos amarillos en la telenovela deudora del terror serie B amasiado con melodrama, fueron supuestamente por consejo de su amigo Robert de Niro, igualito seguro siguió las recomendaciones de alguna otra luminaria hollywoodense para -según dijo- subir varios kilos de peso para dar en el papel de prostituta en un capítulo de la vergonzante serie Mujeres Asesinas (versión Chiconcuac). La Méndez, como toda una primera actriz, se toma la interpretación tan serio como la Streep y en dicho capítulo, donde interpreta a Cándida, no tiene tapujos en llamarse a si misma piruja desde chiquita y simular una felación en un coche. En fin, ni La Doña (de quien también se juraba amiguísima) hizo semejantes desfiguros para ganarse el respeto de un público que en realidad despreciaba. Claro, la Doña no estudió diplomados con Stella Adler ni supo quien era Stanislavski, ni hizo audiciones en Broadway con la sola intención de darse el lujo de rechazar papeles.
La parte que menos me interesa de este personaje que se niega a morir y que le dieron papel de narradora en la adaptación latina de Desperate Housewives para no lidiar con su rostro a punto de estallar, es su etapa de empresaria con perfumes y toda la cosa. Es que no me imagino a Gloria Swanson sacando una línea de ropa para pagarse el whisky o a Bette Davis dejando el cigarro y apoyando la ley anti tabaco.
Las comparaciones pueden resultar exageradas, pero yo creo que el mérito principal es hacer de la falta de talento una marca, un sello que perdura desde "Más negro que la noche" hasta "El Maleficio" y "Los renglones torcidos de Dios". Y todo eso con apenas la primaria terminada y la nalga puesta en el lugar y el momento correcto. El oportunismo vuelto artesanía.
Lucía moments:
En una entrevista, donde era evidente su visita al cirujano (quien seguro toma de modelo el rostro de Schwarzenegger) la mujer contesta fresca y campechana que tan sólo se hizo un corte de pelo. Supongo que omitir el detalle de que eran los de la nariz y las orejas los que se recortó no califica como "mentir".
Así como sus ojos amarillos en la telenovela deudora del terror serie B amasiado con melodrama, fueron supuestamente por consejo de su amigo Robert de Niro, igualito seguro siguió las recomendaciones de alguna otra luminaria hollywoodense para -según dijo- subir varios kilos de peso para dar en el papel de prostituta en un capítulo de la vergonzante serie Mujeres Asesinas (versión Chiconcuac). La Méndez, como toda una primera actriz, se toma la interpretación tan serio como la Streep y en dicho capítulo, donde interpreta a Cándida, no tiene tapujos en llamarse a si misma piruja desde chiquita y simular una felación en un coche. En fin, ni La Doña (de quien también se juraba amiguísima) hizo semejantes desfiguros para ganarse el respeto de un público que en realidad despreciaba. Claro, la Doña no estudió diplomados con Stella Adler ni supo quien era Stanislavski, ni hizo audiciones en Broadway con la sola intención de darse el lujo de rechazar papeles.
La parte que menos me interesa de este personaje que se niega a morir y que le dieron papel de narradora en la adaptación latina de Desperate Housewives para no lidiar con su rostro a punto de estallar, es su etapa de empresaria con perfumes y toda la cosa. Es que no me imagino a Gloria Swanson sacando una línea de ropa para pagarse el whisky o a Bette Davis dejando el cigarro y apoyando la ley anti tabaco.
Las comparaciones pueden resultar exageradas, pero yo creo que el mérito principal es hacer de la falta de talento una marca, un sello que perdura desde "Más negro que la noche" hasta "El Maleficio" y "Los renglones torcidos de Dios". Y todo eso con apenas la primaria terminada y la nalga puesta en el lugar y el momento correcto. El oportunismo vuelto artesanía.
miércoles, julio 09, 2008
Hecho en México
Mis ojeras cuelgan hasta las mejillas. Las líneas de expresión de la risa se acentuaron con estos cinco días de visita y mi déficit de sueño me seguirá cobrando la factura por varios días. Intuyo que mucho del daño que esta diversión intensa me dejará será de por vida, pero así es esto. No hay nada que podamos hacer para borrar de nuestro rostro ese desgaste que implica vivir al límite del hedonismo y la irresponsabilidad programada. No hay perdón divino para quien recuerda -apenas empezando la cena- el nombre del único hit de las gemelas Ivonne e Ivette al tiempo que confiesa saberse casi todo el repertorio de Marisela sin siquiera tener un solo disco de ella en su colección. Esa noche de confesiones y resbalones sería un ataque terrorista al ego de un psicoanalista. De Fassbinder a La Bogue, del arte de Julio Galán y Vic Muniz al arte de anudar tallos de cereza con la lengua, de las nubes y la lluvia al lavado de olla y otras manifestaciones del sexo oral (sobre todo el hablado), de la metrópoli al rancho que llevamos siempre con nosotros como exiliados con un cactus de mascota, de hablar sólo de lo inmediato a disfrazar la nostalgia con sarcasmo, de los palillos chinos inventados en América a la broma del sake en lugar del meta, oversexualizing todo como ejercicio ingenuamente transgresor, del museo al puesto de porno haciendo reir al vendedor con nuestro acento de pronto exagerado, prisioneros del albur y tardíos descubridores del porno hardcore Hecho en México. De ir a un bar donde hay un 25% de sonorenses dándose un bañito de ciudad a salir dando tumbos y despertar a fuerzas al siguiente día con más ojeras pero con un buen humor irrebatible (que esperemos dure). De no decir adiós por text message porque es inútil despedirse de lo que siempre se tendrá cerca.
lunes, julio 07, 2008
No nace para todos
Me hace gracia cómo se parece mi fin de semana al encuentro forzado de las inseparables pre-menopáusicas de Sex and the City. No lo comenté con ellos, porque así como hay cosas que me reservo de comentar en este blog, hay otras tantas que me callo en mi interacción con los demás, por puro ejercicio de contención.
Llegaron el viernes y pedí el día para ejercitar esa faceta de anfitrión para la que no me considero muy talentoso. Llegué por ellos al aeropuerto y todo aquello se convirtió en un caos gracias a la no tan novedosa estrategia de dividir las llegadas nacionales en dos terminales diferentes, mientras sus usuarios alegan al teléfono estar en la misma puerta de salida sin que correspondan los escenarios. Como en dos realidades paralelas difíciles de empatar... (¿así o más metafórico el asunto?)
Apenas ocho meses sin vernos y no hemos cambiado demasiado. De este lado menos kilos, de allá los mismos, si acaso un poco más de vello facial y el mismo entusiasmo hedonista que vuelvo a ejercitar con la misma soltura: como quien vuelve a andar en bicicleta después de un largo período de sedentarismo.
Paseo obligado en metro, baño de pueblo forzado por la ocurrencia de llegar a la hora en que el tráfico hace necia la sola idea de tomar un taxi. Camino siempre delante de ellos, como queriendo evitar que reciban la bofetada cosmopolita de un zopetón ya que les llevo cierto tiempo de ventaja asimilando la violenta dinámica ciudadana.
Inmediatamente después de instalarlos iniciamos formalmente la plática que veníamos marinando en una mesa instalada en la acera de Álvaro Obregón, degustando exquisita pasta con vino de mesa, interrumpidos de vez en cuando por el chillante monólogo de una promotora artística que le agradece a su pseudo interlocutor ser de las pocas personas con las que puede "platicar". Coincidimos en que aquello que en unas partes es folclore, en ciudades como éstas es un lastre tan annoying como los vendedores de todo a diez del metro.
Después de la beauty nap de rigor hacemos triunfal aparición en el lugar al que tienes que ir para sentirte moderno. El Patrick Miller lo que tiene es que todo le da igual, su dinámica no parece haber sido alterada por su repentino auge, si acaso que la cerveza ahora cuesta 5 pesos más, pero sigue igual de fría y dispuesta a ser disfrutada. Los círculos de baile se multiplican y el espaci0 para los bailarines de a pié como uno es reducido, pero no importa. Las estrellas siguen siendo las mismas, sólo que con mayor diversidad de espectadores (un verdadero ejemplo de convivencia y respeto que no es común ver en un lugar de diversión nocturna).
Seguimos el recorrido en lugares menos santos y diversos, como tachando en una planilla de must do. Terminamos exhaustos en una taquería de la que apenas recuerdo lo que pedí y de no haber sido por el nublado que acosa esta ciudad, habríamos visto el sol ponerse en el cielo antes que nosotros la pijama. ¿Quién iba a pensar que a quien más iba yo a extrañar (palabra casi prohibida en mi vocabulario) era al Sol?
Llegaron el viernes y pedí el día para ejercitar esa faceta de anfitrión para la que no me considero muy talentoso. Llegué por ellos al aeropuerto y todo aquello se convirtió en un caos gracias a la no tan novedosa estrategia de dividir las llegadas nacionales en dos terminales diferentes, mientras sus usuarios alegan al teléfono estar en la misma puerta de salida sin que correspondan los escenarios. Como en dos realidades paralelas difíciles de empatar... (¿así o más metafórico el asunto?)
Apenas ocho meses sin vernos y no hemos cambiado demasiado. De este lado menos kilos, de allá los mismos, si acaso un poco más de vello facial y el mismo entusiasmo hedonista que vuelvo a ejercitar con la misma soltura: como quien vuelve a andar en bicicleta después de un largo período de sedentarismo.
Paseo obligado en metro, baño de pueblo forzado por la ocurrencia de llegar a la hora en que el tráfico hace necia la sola idea de tomar un taxi. Camino siempre delante de ellos, como queriendo evitar que reciban la bofetada cosmopolita de un zopetón ya que les llevo cierto tiempo de ventaja asimilando la violenta dinámica ciudadana.
Inmediatamente después de instalarlos iniciamos formalmente la plática que veníamos marinando en una mesa instalada en la acera de Álvaro Obregón, degustando exquisita pasta con vino de mesa, interrumpidos de vez en cuando por el chillante monólogo de una promotora artística que le agradece a su pseudo interlocutor ser de las pocas personas con las que puede "platicar". Coincidimos en que aquello que en unas partes es folclore, en ciudades como éstas es un lastre tan annoying como los vendedores de todo a diez del metro.
Después de la beauty nap de rigor hacemos triunfal aparición en el lugar al que tienes que ir para sentirte moderno. El Patrick Miller lo que tiene es que todo le da igual, su dinámica no parece haber sido alterada por su repentino auge, si acaso que la cerveza ahora cuesta 5 pesos más, pero sigue igual de fría y dispuesta a ser disfrutada. Los círculos de baile se multiplican y el espaci0 para los bailarines de a pié como uno es reducido, pero no importa. Las estrellas siguen siendo las mismas, sólo que con mayor diversidad de espectadores (un verdadero ejemplo de convivencia y respeto que no es común ver en un lugar de diversión nocturna).
Seguimos el recorrido en lugares menos santos y diversos, como tachando en una planilla de must do. Terminamos exhaustos en una taquería de la que apenas recuerdo lo que pedí y de no haber sido por el nublado que acosa esta ciudad, habríamos visto el sol ponerse en el cielo antes que nosotros la pijama. ¿Quién iba a pensar que a quien más iba yo a extrañar (palabra casi prohibida en mi vocabulario) era al Sol?
jueves, julio 03, 2008
Dos hermanas y un bebé
El sábado pasado vi a una de mis hermanas mayores después de más de dos años. Comimos en un restaurant naturista-chic, acosados por vendedores de baratijas y gitanas con odio en sus ojos. Supongo que entre un sorbo de sopa de lentejas y otro mis NO sonaban más categóricos que de costumbre, sin importar la edad o la discapacidad del inoportuno.
A mi otra hermana se le enfríaba su sopa de hongos en lo que trataba de ser amable, mientras la otra me contaba de la segunda opinión médica que vino a pedir a esta ciudad. Según la comunidad médica, tendrá que prescindir de un par de centímetros de estatura para dejar de padecer esos dolores de espalda que le aquejan. Sin contar con que mi sobrino está a pocos meses de convertirla en abuela, cosa que parece emocionarla más que angustiarla. Su serenidad no me sorprende, siempre ha tenido un doble estándar para juzgar a los demás y su familia se queda con la vara pequeña (al menos oficialmente). No ha cambiado mucho, pero al parecer la menopausia la ha apaciguado.
Después de escuchar la crónica de la siesta que se echó mientras su instructor de chi-kung daba testimonio de las bondades de dicha disciplina milenaria (vuelta moda clasemediera), la otra soltaba que se va a Egipto en unos días como quien dice que va a comprar flor de calabaza al mercado p'hacer unas quesadillas.
Me dejan en mi departamento y nos despedimos como si nos vieramos diario. Cuando me bajo, la mayor alcanza a decirme: -Estás delgado. Yo sólo sonrío y digo adiós con la mano.
Cuenta la leyenda familiar que esta hermana mía -la rebelde hippie, la china que atendía en una tienda de botas con pantalones a la cadera y tops diminutos, de cinturita y piernotas largas, entrona y popular entre la tropa- gustaba de poner al bebé que fuí sobre su vientre y arrullarme hasta el sueño.
A mi otra hermana se le enfríaba su sopa de hongos en lo que trataba de ser amable, mientras la otra me contaba de la segunda opinión médica que vino a pedir a esta ciudad. Según la comunidad médica, tendrá que prescindir de un par de centímetros de estatura para dejar de padecer esos dolores de espalda que le aquejan. Sin contar con que mi sobrino está a pocos meses de convertirla en abuela, cosa que parece emocionarla más que angustiarla. Su serenidad no me sorprende, siempre ha tenido un doble estándar para juzgar a los demás y su familia se queda con la vara pequeña (al menos oficialmente). No ha cambiado mucho, pero al parecer la menopausia la ha apaciguado.
Después de escuchar la crónica de la siesta que se echó mientras su instructor de chi-kung daba testimonio de las bondades de dicha disciplina milenaria (vuelta moda clasemediera), la otra soltaba que se va a Egipto en unos días como quien dice que va a comprar flor de calabaza al mercado p'hacer unas quesadillas.
Me dejan en mi departamento y nos despedimos como si nos vieramos diario. Cuando me bajo, la mayor alcanza a decirme: -Estás delgado. Yo sólo sonrío y digo adiós con la mano.
Cuenta la leyenda familiar que esta hermana mía -la rebelde hippie, la china que atendía en una tienda de botas con pantalones a la cadera y tops diminutos, de cinturita y piernotas largas, entrona y popular entre la tropa- gustaba de poner al bebé que fuí sobre su vientre y arrullarme hasta el sueño.
miércoles, julio 02, 2008
roll over it...
El video que tanto ha escandalizado al país, gracias al patrocinio de López Dóriga (dueño absoluto de la verdad y la superioridad moral a eso de las 10 de la noche) donde un policía es obligado a arrastrarse encima de su propio vómito es un ejemplo que todos deberíamos seguir, independientemente del tipo de entrenamiento de vida que estemos llevando.
Ese vómito es producto de una decisión tomada con un mal cálculo, tal vez una señal de que el señor no estaba listo para pasar de extorsionar ciudadanos a torturarlos o simplemente una advertencia de que no hay que desayunar tacos de suadero antes de un entrenamiento pseudo-israelí.
Que alguien piense que un proyecto como el del gobierno de Guanajuato es creado para combatir la delincuencia y no para mantenerla lejos de quienes la promueven es harina de otro costal. Al final de esa administración podrán al menos sentirse orgullosos de tener delincuentes mejor entrenados.
Ese vómito es producto de una decisión tomada con un mal cálculo, tal vez una señal de que el señor no estaba listo para pasar de extorsionar ciudadanos a torturarlos o simplemente una advertencia de que no hay que desayunar tacos de suadero antes de un entrenamiento pseudo-israelí.
Que alguien piense que un proyecto como el del gobierno de Guanajuato es creado para combatir la delincuencia y no para mantenerla lejos de quienes la promueven es harina de otro costal. Al final de esa administración podrán al menos sentirse orgullosos de tener delincuentes mejor entrenados.
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