martes, enero 31, 2006

Tom's

Yo era un chamaco sin demasiado interés en las series policiacas, ni en la literatura de Agatha Christie (ni siquiera en la de Barbara Cartland, eso vendría después), pero un día llegaron a mi universo televisivo las largas piernas velludas de Mágnum y nada volvió a ser igual.

En realidad eran las piernas largas y velludas de Tom Selleck, pero a esa edad uno no se fija demasiado en las fichas técnicas; gracia hacía uno en no creer que lo que vemos en esa caja de bulbos y espejos luminosas es la puritita verdad.

Si somos justos, no era tan difícil separar realidad de ficción, porque yo nunca había visto unas piernas como esas, coronadas por un bigotazo y dos (sí: dos, que no es ciencia ficción) ojos azules.

En ese entonces no metería las manos al suelo por el azul en sus ojos, porque si mi memoria no me falla, la televisión de mi casa era en glamoroso blanco y negro (tal vez de ahí mi perversión snobista proclive al alto contraste).

Mágnum era un investigador privado que siempre se salía con la suya, tenía dos compinches (uno calvo y el otro negro) y manejaba un auto deportivo rojo... para qué les voy a mentir, ni me acuerdo de qué se trataba, pero luego que con los años reconocí a Tom Selleck en una que otra mala película me dije que esas piernas merecían mejor destino que la serie zeta. A otros Toms les ha ido mejor:

Ahí tienen al oligofrénico Tom higadito Cruise, que no hay cientología que le quite lo pendejo, pero que con su careto de yo-no-fui sigue siendo el rostro más taquillero de Hollywood.

O Tom Hanks, que pasó de payasito buena-onda a gran dama de la actuación vía homosexual-sidoso-terminal en “Filadelfia”. A Selleck ni ese numerito le sirvió, pues en “In & Out” (un título por demás desperdiciado con ese casting) pasó sin pena ni gloria en su papel de reportero gay de clóset. Tal vez si hubiera tenido sida y sus jefes lo hubieran corrido de la televisora y hubiera metido una demanda y luego... bah! Creo que hubiera sido demasiado evidente la formulita, que difícilmente funciona dos veces igual.

Tom Berenger tuvo su etapa gloriosa en el cine, aunque ahora haga pura serie B y luzca desesperadamente en busca de un peeling.

¿Qué me dicen de Tom y Jerry? Nunca tuvieron que salir del clóset para mantenerse vigente en el gusto del público. Sólo están esperando que Pixar les haga justicia y lleve su historia al cine, lo cual suena descabellado pero después de sacar del clóset a los vaqueros, los romances inter-especies deberían tener su oportunidad.

Tom Welling es como hecho por computadora. Con él me pasa lo que con la belleza tradicional, para mi las cosas tienen que tener cierto grado de imperfección y retorcimiento para parecerme atractivas.

El caso es que ya los Toms no los hacen como antes...

(¡y pobre de Tom Jones o Tom Waits si levantan la mano!)

lunes, enero 30, 2006

El Mata-jotos


"No soy homofóbico, sólo libré a la sociedad de unos cuantos corruptores de menores"...tanta profundidad spicológica hay aquí que "La Mata-viejitas" queda como Jeffrey Dahmmer en comparación.
Osea, ¡hasta los serial-killers en México son wanna-be!... Chale.

miércoles, enero 25, 2006

Tipos

Cada vez que me preguntan cual es tu tipo de hombre hago un recuento de los que he probado y más me han gustado. La lista es tan heterogénea que no hay manera de quitar y poner para formar al hombre perfecto sin que quede un freak que muérete de risa Dr. Frankestein.

Luego pasa que quienes te saben el precio piensan que por ser uno _______ (poner aquí su mote favorito, que me viene dando lo mismo) ya uno consume lo que sea. Y aunque loquesea suena a demasiado hay que ser justos y recordar que hay momentos en que nuestra manga es tan ancha como las necesidades de cada momento y cada persona. Si nos limitáramos a un tipo determinado, nada nos garantiza que quienes corresponden a ese arbitrario estándar van a reparar en uno y eso sería un simple, sencillo y patético auto-boicot.

Mi primer ex-novio es bajito, porteño, linda gente pero con la debilidad de meter la vida en un cuadrado inamovible que tiene por cabeza. Su debilidad por mí era mi fortaleza, pero eso de tener las cosas siempre tan facilitas tiende a aburrir y uno, amante de la mala vida, siempre anda buscándole el tercer pié al gato, tendiendo cuatro.

El siguiente ex-novio es menos chaparro, fronterizo emigrado, con un optimismo sólo comparable con su indolencia ante la realidad propia y la ajena, pero con una libido sólo comparable a mi apetito voraz. El paso lógico para alguien que (como yo) viene de una relación donde sólo sus chicharrones tronaban, era convertirme en la sumisa encarnación de una soldadera revolucionaria, diciendo a todo sí y agachando la cabeza mordiendo la trenza. Supongo que lo que me faltó fue caudillo, porque yo en la cama puedo ceder bastante si es necesario, pero fuera de ella tengo la mala costumbre de tener mi propia plataforma de campaña (aprovechando el léxico electoral).

Dicen que el amor dura lo que dura dura y créanme que se puede poner dura sin necesidad de comprometerse sentimentalmente con el de al lado (arriba, abajo o donde quiera que se esté). Así como se puede querer a alguien sin necesidad de tenerla dura todo el tiempo. Digo, lo ideal sería la combinación, pero lo ideal no tiene nada que ver con lo práctico y no sería para nada práctico andar ostentando una erección como señal de enamoramiento. ¿Qué necesidad? Para eso están los reality shows, o el día de San Valentín o la industria porno.

El fin de semana tuve la oportunidad de comprobar que eso de los tipos es casi como el ideal racial: no sirve más que para limitarse uno experiencias enriquecedoras y alimentar los libros con señales alarmantes de estupidez humana (ni siquiera voy a mencionar a ...ni al ......, no vaya a ser que nos salgan con otro libro u otra película).

El caso es que conocí dos especímenes , uno de ellos se suponía debía gustarme más que el otro y resultó al revés. Mientras mi adolorido cuerpo me recuerda lo fuera de forma que estaba para esos menesteres, mi lengua mantiene todavía el sabor de quien no pensé fuera a dejar huella, minimizando como por arte de magia el frustrante sabor a intrascendente one-night-stand del día anterior.

lunes, enero 23, 2006

Adiós

Sientes el mismo escalofrío, confirmandote que hay cosas a las que el cuerpo nunca se acostumbra. No sé si para bien o para mal, pero el hueco en el estómago y el frío que te recorre como por dentro de las venas pareciera ser tan extraño como la primera vez que una noticia así te cimbró, recordándote lo frágil de la existencia, la facilidad con que lo que te rodea se desvanece.
Una llamada es suficiente, y el buen sabor de boca por el desliz nocturno se convierte en agua salada. Un día que prometía ser luminoso de pronto se vuelve frío y sombrío.
No hay nada que te devuelva el semblante amable con el que amaneciste...
Ella ya no está, y da lo mismo cómo, cuándo y el insulso porqué.
Trato de evitarme las preguntas y recuerdo su rostro conmovido hasta las lágrimas por un paquete de coyotas, carne seca y machaca sonorense en un café defeño. A nadie había visto yo tan feliz de recibir un pedazo de esta tierra que tanto y tan inexplicablemente ella amó, mucho más de lo que nosotros llegaremos a hacerlo algún día.
Buen viaje, morra.
Un grande abrazo.

sábado, enero 21, 2006

Hang Over

¿Cómo se puede tener cruda sin haber tomado una gota de alcohol?
Pues si consideramos que ayer pudo ser el resumen de una vida aparentemente desperdiciada, donde pasaron enfrente de ti todas las oportunidades que te esperaban y que las viste como chamizal fotogénico...
O será que te esfuerzas demasiado o de plano no te esfuerzas...
O será que ayer siempre fue el día maravilloso que no disfrutaste y el hoy te suena más bien impostado...

O probablemente hacerse este tipo de preguntas con el pretexto de postear es tan de mal gusto como llorar comiéndote una torta...

Se Vale desdecirse...

jueves, enero 19, 2006

BB M Adventure II (...en retrospectiva)

No sé si es buen momento para escribir la segunda parte de mi aventura cinematográfica con la recién premiada película de vaqueros enamorados que parece estar conmoviendo a medio mundo (supongo que a los Wyomingenses no tanto, pero el mundo es más grande que ese estado y no tienen mucho que decir después del caso Matthew Shepard tan bien documentado en "The Laramie Project", que bien podría servir de complemento en una función doble de las que ya no se usan). El asunto rebasa cualquier juicio estético o cualquier peregrina objetividad científica, porque quisiera que Brokeback Mountain (relato y película) fuera sólo para mi, la experiencia sensorial de un egoísta consumado que se niega rotundamente a compartir el placer y el dolor de sumergirse en pantalla para revivir esos momentos donde el mundo desaparece a tu alrededor y nada importa más que perderte en las pupilas de quien amas y dejarte llevar por esa inconciencia suicida que se vuelve en una adicción difícil de superar.
Pregúntenme qué pasa en la película cuando los personajes no están juntos y no sabría decirles porque sólo registré los momentos en que Jack y Ennis estón juntos. Y debo confesar que de no haber leído el cuento, no habría entendido una palabra de los diálogos con ese acento críptico del medio oeste donde parecen tragarse sus palabras en lugar de soltarlas al viento.
Para mi la película fue -en sus mejores momentos- como si hubiera dibujado en un cuaderno los pasajes que más me conmovieron de la historia y que son tres: el momento donde surge el romance, cuando se reencuentran y cuando se despiden definitivamente.

El personaje de Jack creo que creció bastante en la adaptación: más luminoso y fresco que en el libro. Ennis, por su lado, es tal como lo pinta Annie Proulx y es quien da el tono melancólico a la cinta. Hubo momentos en que pensé que la actuación de Ledger era exagerada en su contención y rictus hermético, comparada con la soltura de Gyllenhaal, pero al final -que no contaré aunque muchos sepan- el australiano y la película en general se ganaron todos mis respetos.
Lo que no le perdono es tener que reconocer lo mucho que me hizo extrañar esos momentos que uno hace lo posible por no recordar sin lograrlo realmente y tener que darle la razón de nuevo a la Rivera Garza: el amor se vive siempre en retrospectiva.

lunes, enero 16, 2006

BB M Adventure Part I

En diciembre pasado, por puro despecho mal administrado y al ver que no se me cumpliría el antojo de ver en estreno “Brokeback Mountain” me desquité con mi presupuesto y compré como contratado montones de cosas que en realidad no ocupaba. ¿Pero quién dijo que el acto de consumir tenía que ver con la necesidad? El consumismo es la válvula de escape de cualquier cosa y el bálsamo que te mantiene lejos -o en el borde- de la depresión.

Esta vez, parecieran que las voluntades ajenas estaban también interponiéndose para que yo viera la película de la que ya he hablado cansonamente en este espacio. Pero cuando yo me propongo algo (y cómo está cabrón para qué yo me proponga algo) me importan muy poco las voluntades ajenas o la alineación de los astros.

Una de mis condiciones de compañero emergente de viaje fue esa parada obligada en el Loft Cinema de Tucson, AZ y al líder de la excursión se le ocurrió que era más importante comprarle barritas de chocolate a su madre y pastillas para el dolor de cabeza a su padre en alguno de las tiendas departamentales que estaban por cerrar. Obviamente cada quien tiene sus prioridades y como yo para esas cosas soy muy claridoso dejé mi postura más que clara, pasando por encima de promesas futuras e intentos pucheriles de chantaje sentimental.

Pero la odisea no paró ahí: llegando al cinito nos encontramos con una fila que no parecía tan amenazante si no fuera por que el establecimiento es tan pequeño. Nos formamos y en una de esas mi acompañante es abordado por alguien que le vende el boleto. Le digo que lo compre y yo espero mi turno en taquilla sólo para enfrentarme con la noticia que los boletos se han acabado y que sólo podré comprar para la función que empieza dentro de dos horas y media.

-¡Qué verga!, pienso en voz alta y el taquillero me pone cara de what?, seguida por la de apúrate a decidirte, ¿no?

Compro el boleto y me reúno con mi amigo, que pone mi misma cara de ¿y ahora qué pedo? Entre la negociada de quién entra primero y quién después se llega la hora de la función y el afortunado -por decisión unánime- soy yo y justo cuando me dirijo a la sala veo que no hay nadie controlando la entrada, así que lo llamo y le propongo que entremos juntos.

Unos minutos más tarde ahí nos tienen: frescos, sentados en las primeras filas, con sendos vasos con vino tinto en la mano y rodeados de gringos de todos colores y edades (sabores no tuve oportunidad de averiguar, aunque para mi todos ellos saben y huelen igual).

Al final de la función (en medio de ella estuvieron las miradas furtivas a mi entrepierna del gringo de al lado o los ronquidos de su sugar-daddy) se escuchan los aplausos y la voz de Willy Nelson cantando “He was a friend of mine” y yo pensando: ojalá hubiera sido amigo mío también.

En lo que esperamos que pasen por nosotros vendo el boleto que nunca me pidieron agradeciendo con un guiño de ojo al incauto que me sonríe en lo que le doy sus dos dólares de cambio:

-You’re very welcome!

-Very Happy, actually!

jueves, enero 12, 2006

Solip..¿qué?

“Todos vosotros os marcharéis conmigo porque soy un solipsista. Yo os he imaginado a todos. Cuando me marche, todo esto se convertirá en un vacío”
G.V.

martes, enero 10, 2006

Switch

Qué curioso es cuando tu cuerpo recobra la memoria en un tris. Cuando tan sólo un hola como estás enciende ese switch que aparentaba tener falso contacto y no prendía la luz cuando debía.
Es agradable cuando la energía te recorre otra vez el cuerpo y tu piel se vuelve una sábana lista para ser manchada.
Entre los convencionales saludos y trivialedades el lenguaje corporal se impone y terminamos diciendo casi al mismo tiempo:
-- ¿Ya amerita, no?

Marlboro Man

¿Quién pensaría que, años después del papel que diera su primer Oscar a Tom Hanks en la película "Filadelfia", una película como "Brokeback Mountain " (del director taiwanés Ang Lee sobre dos vaqueros -Jake Gyllenhaal y Heath Ledger- enamorados) estaría en las listas de fin de año como la mejor película del 2005?

Quienes piensen que el mundo está de cabeza recapitulen y se darán cuenta que ese es su estado natural y que los ciclos naturales no sólo explican los ajustes geológicos (temblores, tsunamis et al) sino que gracias a la globalización todos los temas y todas las causas encuentran cauce.

La emblemática imagen del hombre ultra-varonil, de sombrero y chaparreras, piel ajada y cigarro en la boca es ahora irrespetada gracias no tanto al progresismo (la homofobia no pierde vigencia) sino al dogma de la salud y las campañas contra el cada vez peor visto hábito de fumar. En la polémica por el tamaño de la advertencia cancerígena en las cajetillas de cigarros -que cada vez más compite con el tamaño del logo- el hombre Marlboro fue perdiendo fuerza y ese rostro que antes representaba lo sexy se convirtió en el rostro del enfisema pulmonar o el cáncer de próstata.

El arquetipo se volvió vulnerable y la masculinidad fue invadida por los consejos nutricionales, el conteo calórico, el yoga, el naturismo y la cosmética avanzada llena de colágeno, vitamina E y filtros solares. El metrosexual de principios de siglo enterró esa imagen ruda y desaliñada institucionalizada en la segunda mitad del siglo pasado y vigente hasta los sidosos ochenta (si no la enterró, al menos la mandó al terreno de lo retro trasnochado).

A partir de la aparición del Sida, la apariencia saludable se convirtió en una obsesión tanto para varones homosexuales como heterosexuales, los condones se convirtieron en la alegoría más bizarra del miedo al contacto físico, al contagio y a la vejez prematura como se manifestaba entonces la temible enfermedad.

Los noventas fue la consolidación de esa tendencia y la corrección política se convirtió en otro más de los mandamientos. La industria de la moda y la cosmética aprovechó más que ninguna otra esa obsesión generalizada con el bienestar y el bien-lucir y el nuevo siglo está cosechando nuevas generaciones obsesionadas con la hidratación de la piel vía el consumo responsable y libre de crueldad a las especies que antes eran el principal sostén proteínico de las familias tradicionales.

¿Cuándo se había escuchado antes de vacas locas? Ahora, con la tendencia yingyanesca, el trato justo a los animales y la ola vegetariana-zen, las vacas están en crisis existencial y tiemblan ante cada cultivo de soya que se les atraviesa en el camino, pues están viendo cómo se asolea y reverdece su principal competencia.

Hay que empezar a preguntarse sin tanto pollo con gripe en Asia no es una llamada de atención, una válvula de escape existencialista avícola o algo por el estilo. Mientras tanto, esperemos a ver qué otros ídolos caen y si en el futuro se podrá decir: "cuéntame una de metrosexuales", así como se contaban las de vaqueros.

lunes, enero 09, 2006

Un soldado en cada hijo...

Después de ver Una historia violenta, la última película de David Cronenberg me quedó una amarga sensación en el paladar, como cuando comes tacos de cabeza y por más que te lavas la boca es prácticamente imposible deshacerse de toda la grasa adherida a tu pared bucal.

Así de viscosa es la violencia, se adhiere a nuestros genes con mayor persistencia que cualquier otra cosa. El ser humano tiene a la violencia como la respuesta más genuina e inmediata, incluso más fuerte que el impulso sexual. Juntos son un combo por demás explosivo.

Hooligans, una película con Elijah Wood , pretende convencernos de que la violencia bien encauzada puede llevarte a ganar el respeto de los demás, gracias al nunca mejor ponderado amor a la camiseta de tu equipo de futbol favorito, convertido en templo inmaculado del machismo más romántico y estúpido (como si hubiera de otro).

Es evidente que la violencia como espectáculo ha permeado los productos culturales y el cine es el mejor ejemplo de esa tendencia. Cronenberg reflexiona, echando mano de las mismas reglas del thriller de acción, sobre las repercusiones políticas de dicha violencia. La familia Stall es el microcosmos de un país que se sonó bueno y generoso pero que se encuentra con el agua hasta el cuello, sin salida aparente y sin más remedio que aceptar al enemigo como líder: unirse al bully de la clase como estrategia de supervivencia y vivir esperando con temor el momento que esa decisión se vuelva en su contra, exorcizando sus demonios vía la xenofobia o metiendo la cabeza en la tierra como la avestruz.

Y de pronto, en el momento en que se pretende revivir a Rambo y su parafernalia intervencionista de Terrorismo de Estado, una película como Brokeback Mountain se gana el corazón de la crítica y el público que en otras circunstancias no habría ni volteado a verla la pone en su lista de obligados, poniéndose el chaleco de la tolerancia sentimentaloide y la corrección política.

Suponemos que una película con temática homosexual nominada a tantos premios nacionales y ya ganadora en festivales internacionales debería servir como termómetro para medir la salud emocional del pueblo norteamericano... si tan sólo la película no cuestionara sólo la imagen ya desgastada del vaquero hipermacho y sus protagonistas no vieran condenado su amor al fracaso y uno de ellos fuera víctima de un crimen homofóbico... si tan solo no hubiera cierto placer oculto por el trágico destino de Jack y Enis del Mar disfrazado de buenos sentimientos.

El otro lado de la moneda es el hecho que una película como Jarhead, del británico Sam Mendes y protagonizada por Jake Gyllenhaal (el mismo Jack de Brokeback...) fue prácticamente ignorada por crítica y público pues la referencia bélica es mucho más inmediata y el fenómeno avestruz se hace presente.

Ningún norteamericano parece querer ver cómo el intervencionismo de su país ha convertido en un desastre no sólo sus relaciones con el mundo entero sino la salud mental de sus ciudadanos, convirtiendo a cada uno de ellos en una bomba de tiempo, en su peor enemigo, en el soldado que -en cada hijo- Dios les dio.

lunes, enero 02, 2006

Dosmilséis

Dicen que no hay peor lucha que Lucha Villa, que tiempos pasados fueron mejor decía don Simón, pero de seguro ni Simón ni la Villa tuvieron que pasar por el trance del 2005, un catálogo tragicómico con un saldo más bien sombrío(corrijo: la Lucha lo padeció igual que los demás, pero creo que ni recuerda su pasado vernáculo, instalada en paciente obsesa -y obesa, claro- de la dupla de Nip/Tuck).

Hasta el momento nuestra meteoróloga de cabecera, Ninel Conde, no parece tener noticias de una versión 2005 del surimi (sic) que tomó de sorpresa a Asia el fin de año pasado. La madre naturaleza, como toda madre lacaniana, baila a su ritmo sin importarle el caprichoso urbanismo de los seres humanos y muestra en su modelo de comportamiento una testarudez y un arrojo propios del terrorismo moderno.

Nuestro Tata Dios, por su parte -entre que se decide si existe o no- es puro buenas intenciones y tolerancia rayana en la indolencia. Y Yo, contemplativo y reflexivo a la vez, saco cuentas y salgo quebrado en logros y proyectos: y no me siento tan mal.

OK, lets face it: demasiado nivel etílico en la sangre, mucha diversión y frivolidad, poco sexo (pero bueno), cero cerrar capítulos, pendientes regados por ahí y por allá, expectativas en su lugar, cultivando el único amor que rinde frutos: el propio. Agusto en mi propia piel (incluyendo esos kilitos de más que me darán mucha personalidad pero no estaban en los planes), buenas lecturas, buen cine, buenos amigos, buena -aunque poca- relación familiar.

Pendiente el loto completo, la vida espiritual (¿siete años en el Tibet serán suficientes?), el peso ideal, la estabilidad económica, la visita al podiatra, comprar casa, viajar a Italia (La Habana no estaba en los planes, pero bienvenida).... un e t c é t e r a inquietante pero promisorio, una lista ni tan lista de propósitos donde la idea no es vivir by the book, pero sí contratar varios guionistas emergentes que le pongan sal y pimienta al difícil pero gozoso arte de vivir.