Sientes el mismo escalofrío, confirmandote que hay cosas a las que el cuerpo nunca se acostumbra. No sé si para bien o para mal, pero el hueco en el estómago y el frío que te recorre como por dentro de las venas pareciera ser tan extraño como la primera vez que una noticia así te cimbró, recordándote lo frágil de la existencia, la facilidad con que lo que te rodea se desvanece.
Una llamada es suficiente, y el buen sabor de boca por el desliz nocturno se convierte en agua salada. Un día que prometía ser luminoso de pronto se vuelve frío y sombrío.
No hay nada que te devuelva el semblante amable con el que amaneciste...
Ella ya no está, y da lo mismo cómo, cuándo y el insulso porqué.
Trato de evitarme las preguntas y recuerdo su rostro conmovido hasta las lágrimas por un paquete de coyotas, carne seca y machaca sonorense en un café defeño. A nadie había visto yo tan feliz de recibir un pedazo de esta tierra que tanto y tan inexplicablemente ella amó, mucho más de lo que nosotros llegaremos a hacerlo algún día.
Buen viaje, morra.
Un grande abrazo.
3 comentarios:
Tus palabras, tu adiós
que estes muy bien Manuel
Esta chava amanda gris, no entiende el misterio de la Montaña.....
MANUEL, si me regalas carne seca y machaca, yo tambien me pongo contenta.
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