¿Quién pensaría que, años después del papel que diera su primer Oscar a Tom Hanks en la película "Filadelfia", una película como "Brokeback Mountain " (del director taiwanés Ang Lee sobre dos vaqueros -Jake Gyllenhaal y Heath Ledger- enamorados) estaría en las listas de fin de año como la mejor película del 2005?
Quienes piensen que el mundo está de cabeza recapitulen y se darán cuenta que ese es su estado natural y que los ciclos naturales no sólo explican los ajustes geológicos (temblores, tsunamis et al) sino que gracias a la globalización todos los temas y todas las causas encuentran cauce.
La emblemática imagen del hombre ultra-varonil, de sombrero y chaparreras, piel ajada y cigarro en la boca es ahora irrespetada gracias no tanto al progresismo (la homofobia no pierde vigencia) sino al dogma de la salud y las campañas contra el cada vez peor visto hábito de fumar. En la polémica por el tamaño de la advertencia cancerígena en las cajetillas de cigarros -que cada vez más compite con el tamaño del logo- el hombre Marlboro fue perdiendo fuerza y ese rostro que antes representaba lo sexy se convirtió en el rostro del enfisema pulmonar o el cáncer de próstata.
El arquetipo se volvió vulnerable y la masculinidad fue invadida por los consejos nutricionales, el conteo calórico, el yoga, el naturismo y la cosmética avanzada llena de colágeno, vitamina E y filtros solares. El metrosexual de principios de siglo enterró esa imagen ruda y desaliñada institucionalizada en la segunda mitad del siglo pasado y vigente hasta los sidosos ochenta (si no la enterró, al menos la mandó al terreno de lo retro trasnochado).
A partir de la aparición del Sida, la apariencia saludable se convirtió en una obsesión tanto para varones homosexuales como heterosexuales, los condones se convirtieron en la alegoría más bizarra del miedo al contacto físico, al contagio y a la vejez prematura como se manifestaba entonces la temible enfermedad.
Los noventas fue la consolidación de esa tendencia y la corrección política se convirtió en otro más de los mandamientos. La industria de la moda y la cosmética aprovechó más que ninguna otra esa obsesión generalizada con el bienestar y el bien-lucir y el nuevo siglo está cosechando nuevas generaciones obsesionadas con la hidratación de la piel vía el consumo responsable y libre de crueldad a las especies que antes eran el principal sostén proteínico de las familias tradicionales.
¿Cuándo se había escuchado antes de vacas locas? Ahora, con la tendencia yingyanesca, el trato justo a los animales y la ola vegetariana-zen, las vacas están en crisis existencial y tiemblan ante cada cultivo de soya que se les atraviesa en el camino, pues están viendo cómo se asolea y reverdece su principal competencia.
Hay que empezar a preguntarse sin tanto pollo con gripe en Asia no es una llamada de atención, una válvula de escape existencialista avícola o algo por el estilo. Mientras tanto, esperemos a ver qué otros ídolos caen y si en el futuro se podrá decir: "cuéntame una de metrosexuales", así como se contaban las de vaqueros.
2 comentarios:
(ya chole con las flores al manuel), pero lo siento, me encanto este post...eres grande!
Gracias Fran... y por el silencio no me preocupo. Como el que calla otorga.
Publicar un comentario