En medio del desierto las nubes intentaron quedarse más del tiempo establecido, pero el sol es implacable y hoy empezó a mostrar sus mejores greñas, como si se las acabara de teñir... al sol es al único a quien le sientan bien las mechas.
Y yo me levanté con ganas de dulce y eso nunca es un buen pronóstico: cuando mi cuerpo pide glucosa es la prueba irrefutable de que algo no anda bien. Tal vez sea la resaca de las vacaciones, el bajón inevitable ante tanta euforia y el ajuste de cuentas.
Por lo pronto, he visto más televisión que de costumbre: el domingo pasado fue maratón de “Desperate Housewives” y “Friends”, con intermedios de “E.R.” y “Related” y eso no hace sino comprobar que los guionistas de tele le están tomando demasiada ventaja al cine en el sentido de explorar territorios cotidianos sin perder por ello su interés ni agudeza. Podemos encontrar más profundidad y diversión en uno o dos capítulos de “Six Feet Under” que en toda la oferta cinematográfica del verano. Vamos, que ya ni es necesario rentar películas con tan adictivo panorama: “Nip/Tuk”, “Lost”, “Comander in Chief”, y hasta las ñoñeces de “The L Word” han cedido espacio a los planteamientos inteligentes (no hay que pedirle mucho más que a “Queer As Folk”).
No he llegado al punto de renegar del cine como aquellos que se cuestionan el porqué rodearse de extraños en una sala oscura, teniendo tu recámara para ver lo que a ti te de la gana sin que nadie te moleste pateando el asiento, hablando por teléfono o confundiendo la deglución de palomitas con un concierto acústico.
Aún disfruto la experiencia de la sala oscura y la pantalla gigante, sólo que cada vez hay menos razones de peso para continuar con ese ritual: la programación local obviamente no responde a gustos particulares y como todos sabemos el gusto masivo no hace sino cuestionarnos las verdaderas ventajas y desventajas de la democracia (que está a punto de evidenciar su crisis en las elecciones del próximo fin de semana).
Espero que este estado de ánimo no sean oscuras premoniciones porque ya hasta el pesimismo se ha convertido en un lugar común, un refugio bastante malcriado y poco productivo muchas de las veces.
jueves, junio 29, 2006
miércoles, junio 28, 2006
martes, junio 27, 2006
Rope
El matrimonio es el síndrome de Estocolmo llevado a sus últimas consecuencias.
El amor es el pretexto inventado que solemos poner por delante de un hecho superior a nosotoros: estamos solos. Sin importar cuanta gente nos rodea, nos negamos a reconocer que somos una isla desierta y que Babel fue la confirmación de que el lenguaje nunca ha podido describir con certeza este agujero negro que cubrimos con piel y vísceras.
Quienes ha estado dentro del cuerpo de alguien más, saben -sin verbalizarlo- que es como amarrarse los piés en medio de un abismo, coqueteando con la muerte. El placer real es salir de ese pozo después de comprobar que la cuerda no se ha roto.
El amor es el pretexto inventado que solemos poner por delante de un hecho superior a nosotoros: estamos solos. Sin importar cuanta gente nos rodea, nos negamos a reconocer que somos una isla desierta y que Babel fue la confirmación de que el lenguaje nunca ha podido describir con certeza este agujero negro que cubrimos con piel y vísceras.
Quienes ha estado dentro del cuerpo de alguien más, saben -sin verbalizarlo- que es como amarrarse los piés en medio de un abismo, coqueteando con la muerte. El placer real es salir de ese pozo después de comprobar que la cuerda no se ha roto.
jueves, junio 22, 2006
Sucker
Pasa que las euforias colectivas no me contagian para nada.
Pasa que ni siquiera las piernas de los jugadores de futbol son suficientes para que me una a la fiebre mundialista y pasa, desafortunadamente, que mi inevitable tradición aguafiestera se manifiesta en momentos inoportunos, pronosticando con la mayor impunidad y cinismo el fracaso de una selección hecha a imagen y semejanza de sus fanáticos: listos siempre para entusiasmarse unos a otros, esperando indefectiblemente la decepción para, desde las cenizas Fénix, levantarse para expirar nuevamente... y así hasta el fin de los siglos, Amén.
Pero el futbol sí es una buena oportunidad para conceder unos minutos de gloria a la articulación y congruencia de un discurso deportivo compuesto por una limitadísima lista de verbos conjugados al antojo y una lucidez estratégica de los aficionados que los hace acercase por momentos a las alturas intelectuales de Cicerón (que no he leído, pero a los filósofos no hay que leerlos hay que creerles) o el que quieran, reduciendo la ¿compleja? condición humana a su ubicación y funcionamiento dentro de un rectángulo geográfico delimitado, donde cada uno de sus once participantes hace lo posible para que con sus dos extremidades inferiores transporten un saco circular de piel inflado de aire (¿metáfora cerebral, acaso?) hacia un depósito que lo espera resguardado por una especie de dragón parapléjico cuyo trabajo es evitar a toda costa que el sueño del príncipe se haga realidad.
Yo sé que es tópico e inútil ridiculizar este deporte y que incluso hay quienes teorizan sobre sus implicaciones antropológicas y bla bla bla, pero eso habla más del oportunismo de quien las pondera que del deporte mismo. Y también respeto, aunque no comparta, esa afición genuina al deporte que te remonta a los días de infancia en que te forjabas la personalidad y definías el rol que jugarías en tu futura adultez: mediocampista, lateral, delantero o portero. Lo que me queda claro es que si algo hay que aprender en este mundo es a tomar el toro por los cuernos cuando haga falta, sacarle la vuelta a lo que no tiene remedio, marcar la pauta cuando no haya nadie más que lo haga por ti o de plano, ponerse de frente pa recibir el chingazo.
Pasa que ni siquiera las piernas de los jugadores de futbol son suficientes para que me una a la fiebre mundialista y pasa, desafortunadamente, que mi inevitable tradición aguafiestera se manifiesta en momentos inoportunos, pronosticando con la mayor impunidad y cinismo el fracaso de una selección hecha a imagen y semejanza de sus fanáticos: listos siempre para entusiasmarse unos a otros, esperando indefectiblemente la decepción para, desde las cenizas Fénix, levantarse para expirar nuevamente... y así hasta el fin de los siglos, Amén.
Pero el futbol sí es una buena oportunidad para conceder unos minutos de gloria a la articulación y congruencia de un discurso deportivo compuesto por una limitadísima lista de verbos conjugados al antojo y una lucidez estratégica de los aficionados que los hace acercase por momentos a las alturas intelectuales de Cicerón (que no he leído, pero a los filósofos no hay que leerlos hay que creerles) o el que quieran, reduciendo la ¿compleja? condición humana a su ubicación y funcionamiento dentro de un rectángulo geográfico delimitado, donde cada uno de sus once participantes hace lo posible para que con sus dos extremidades inferiores transporten un saco circular de piel inflado de aire (¿metáfora cerebral, acaso?) hacia un depósito que lo espera resguardado por una especie de dragón parapléjico cuyo trabajo es evitar a toda costa que el sueño del príncipe se haga realidad.
Yo sé que es tópico e inútil ridiculizar este deporte y que incluso hay quienes teorizan sobre sus implicaciones antropológicas y bla bla bla, pero eso habla más del oportunismo de quien las pondera que del deporte mismo. Y también respeto, aunque no comparta, esa afición genuina al deporte que te remonta a los días de infancia en que te forjabas la personalidad y definías el rol que jugarías en tu futura adultez: mediocampista, lateral, delantero o portero. Lo que me queda claro es que si algo hay que aprender en este mundo es a tomar el toro por los cuernos cuando haga falta, sacarle la vuelta a lo que no tiene remedio, marcar la pauta cuando no haya nadie más que lo haga por ti o de plano, ponerse de frente pa recibir el chingazo.
martes, junio 20, 2006
Tijuana-San Diego
Justo ahora que ya no vivo en Tijuana me la paso aclarando que no nací allá. Y me la paso aclarándoselo a los mismos tijuanenses que no entienden porqué me vine a vivir a Sonora. Ni yo, pero así es esto, no todo se entiende ni hay obligación tampoco, que a fuerzas ni los condones entran. El caso que mi paso por Tijuana fue, por decirle de alguna manera, pintoresco. Tan pintoresco como el momento en que llego al Turístico a saludar a los pimientas y la comitiva hermosillense (que ya estaban rete bien servidos) mientras en la otra mesa estaban los guíasnocturnas ex de Coward.
Después de recuperarme de la impresión por el entusiasmo inaudito de estos nativos, paso a saludar a la otra mesa y el entusiasmo desbordado se extiende como la humedad, juntando las dos mesas conmigo al centro, saltando de una plática a otra. Ahí me di cuenta que lo mío es la contemplación, que para ser entusiasta se requiere demasiada energía y prefiero emplear la poca juventud que me queda en tareas más íntimas y reconfortantes a corta distancia.
La prometida visita al Zacazonapan no se cumple y la mitad de la delegación del cactus y la coyota se la pasa dialogando socráticamente con el escusado, una plática larga y, por lo que vi, muy profunda... (rewind: unos minutos antes entraba yo al Zaca... y fui más güereado que en La Merced o Tepito. Batallé varios segundos para divisar a los parroquianos por debajo de esa neblina verdosa y comprobar que mis amistades no estaban ahí).
En San Diego pasó que ni un servidor ni su ex parecen haber sacado bien las cuentas y todavía parecemos estarnos cobrando facturas por demás caducas, osea de hueva. Si yo pensaba que estaba en proceso de relajar la relación a un nivel más o menos armónico, me di cuenta que el dejavú es el deporte favorito de mi ex y a mi las únicas repeticiones que me gustan son.... creo que no me gustan las repeticiones. Menos cuando todas ellas se basan en la agresión emocional o la simulación provocadora. Creo que alguien tiene que decirle a mi ex que no estoy enamorado de él, aunque eso no quiere decir que no me importe, porque si se lo digo yo no sólo corro el riesgo de que no me crea (tiene el síndrome Monroe, piensa que todos lo desean) sino de que se ofenda.
PS: Nunca había cogido en la colonia Hidalgo, ¿debí clavar mi banderita?
Después de recuperarme de la impresión por el entusiasmo inaudito de estos nativos, paso a saludar a la otra mesa y el entusiasmo desbordado se extiende como la humedad, juntando las dos mesas conmigo al centro, saltando de una plática a otra. Ahí me di cuenta que lo mío es la contemplación, que para ser entusiasta se requiere demasiada energía y prefiero emplear la poca juventud que me queda en tareas más íntimas y reconfortantes a corta distancia.
La prometida visita al Zacazonapan no se cumple y la mitad de la delegación del cactus y la coyota se la pasa dialogando socráticamente con el escusado, una plática larga y, por lo que vi, muy profunda... (rewind: unos minutos antes entraba yo al Zaca... y fui más güereado que en La Merced o Tepito. Batallé varios segundos para divisar a los parroquianos por debajo de esa neblina verdosa y comprobar que mis amistades no estaban ahí).
En San Diego pasó que ni un servidor ni su ex parecen haber sacado bien las cuentas y todavía parecemos estarnos cobrando facturas por demás caducas, osea de hueva. Si yo pensaba que estaba en proceso de relajar la relación a un nivel más o menos armónico, me di cuenta que el dejavú es el deporte favorito de mi ex y a mi las únicas repeticiones que me gustan son.... creo que no me gustan las repeticiones. Menos cuando todas ellas se basan en la agresión emocional o la simulación provocadora. Creo que alguien tiene que decirle a mi ex que no estoy enamorado de él, aunque eso no quiere decir que no me importe, porque si se lo digo yo no sólo corro el riesgo de que no me crea (tiene el síndrome Monroe, piensa que todos lo desean) sino de que se ofenda.
PS: Nunca había cogido en la colonia Hidalgo, ¿debí clavar mi banderita?
lunes, junio 19, 2006
Walking on Water
City: ya dije bastante, pero lo mejor fue el clima, los restaurantes y la clam chowder.
People: Ultra-civilizada que ya es una ventaja que tiende a convertirse en desventaja, dependiendo del punto de vista. Mis amistades de lo más hospitalarias a pesar del ajetreo diario de sus trabajos y demás actividades, pero como ambos trabajan para el condado se toman sus libertades como cualquier burócrata local.
Art: Si algo me ha gustado siempre de SF es que casi cada cuadra tiene una galería y una librería. No todo lo que se ve es fabuloso, pero al menos hay variedad de propuestas y diversidad de aproximaciones al arte. El MOMA nos quedó debiendo el piso 3 (estaban montando una mega instalación), pero la retrospectiva plástica que inicia con pintura de principios del siglo pasado (inluyendo Schielle’s, fridas et all) y termina en el último piso con lo más inn de lo contemporáneo que oscila entre lo ultra figurativo y lo conceptual. Me llamó la atención que tres de los artistas (uno desde Canadá, otro desde L.A. y el último desde NY) que destacan como lo NEW trabajan técnicas tradicionales desde una aproximación supuestamente moderna (pudo ser moderna incluso hace 50 años): Tim Gardner hace unas acuarelas y unos pasteles hiperrealistas que te cagas de lo virtuoso del trabajo, Marcelino Goncalves pinta una forzada cotidianidad que bien podría estar sacada de una campaña publicitaria de GAP o Banana Republic y Zak Smith (que además es actor porno) hace unos retratos muy curados con técnicas más relacionadas con el diseño gráfico y la ilustración (el Yerba Buena Center of The Arts tenía algo sobre los Black Panters que no alcancé a ver y me llama la atención que la vez pasada que estuve ahí había una expo sobre el Hip-hop. No tengo nada en contra de los negros y por lo visto este centro cultural tampoquísimo).
Men: Hay de todo y eso es lo bueno de SF, su diversidad racial. De chile, de dulce y de manteca (orgánica por supuesto).
Stores: Me di cuenta que el shopping está sobrevaloradísimo y que los nichos mercadotécnicos a uno, como consumidor ecléctico, no le convienen (más o menos pasa lo mismo con el sexo: todo tan segmentado y tan-tan que parece campana).
Food: La mejor de la que quieras (hasta peruana había y yo que pensaba que los peruanos comían sólo salchipapas, así como ellos han de creer que los mexicanos sólo comemos tacos... duh!, los sonorenses sí).
Transportation: Esta vez no usé el metro, caminé bastante. Los camiones parecen exclusivos para latinos y asiáticos y los taxis siempre tienen un conductor del medio oriente extrañando las tetas de su tierra y especialistas en economía global.
Fun: Los bares mientras más pintorescos mejores: mi favorito era uno leather-light donde el Dj se divertía como enano programando música curadísima y agradeciendo mi entusiasmo que contrastaba con la indiferencia del resto, embelesado con los jugadores de rugby que desfilaban por las pantallas de televisión. Un bar mexicano con mariachi y decoración navideña (que mantienen todo el año) fue toda una revelación (mención aparte merece el guapo solista del grupo, que departía con una clienta de mediana edad y sobradas carnes que no dejaba que se le calentara la bohemia).
Tourism: Esta vez sí me subí al Ferry, a pesar del frío. La bahía es hermosa y aunque temía que el Golden Gate estuviera destruido por cortesía de Mr. Magneto en X-Men III, lucía todo su esplendor arriba de un mar violento y de unos turistas de diferentes razas convertidos en compulsivos japoneses, tomando las fotos al puente que la neblina no permitía divisar desde tierra....
People: Ultra-civilizada que ya es una ventaja que tiende a convertirse en desventaja, dependiendo del punto de vista. Mis amistades de lo más hospitalarias a pesar del ajetreo diario de sus trabajos y demás actividades, pero como ambos trabajan para el condado se toman sus libertades como cualquier burócrata local.
Art: Si algo me ha gustado siempre de SF es que casi cada cuadra tiene una galería y una librería. No todo lo que se ve es fabuloso, pero al menos hay variedad de propuestas y diversidad de aproximaciones al arte. El MOMA nos quedó debiendo el piso 3 (estaban montando una mega instalación), pero la retrospectiva plástica que inicia con pintura de principios del siglo pasado (inluyendo Schielle’s, fridas et all) y termina en el último piso con lo más inn de lo contemporáneo que oscila entre lo ultra figurativo y lo conceptual. Me llamó la atención que tres de los artistas (uno desde Canadá, otro desde L.A. y el último desde NY) que destacan como lo NEW trabajan técnicas tradicionales desde una aproximación supuestamente moderna (pudo ser moderna incluso hace 50 años): Tim Gardner hace unas acuarelas y unos pasteles hiperrealistas que te cagas de lo virtuoso del trabajo, Marcelino Goncalves pinta una forzada cotidianidad que bien podría estar sacada de una campaña publicitaria de GAP o Banana Republic y Zak Smith (que además es actor porno) hace unos retratos muy curados con técnicas más relacionadas con el diseño gráfico y la ilustración (el Yerba Buena Center of The Arts tenía algo sobre los Black Panters que no alcancé a ver y me llama la atención que la vez pasada que estuve ahí había una expo sobre el Hip-hop. No tengo nada en contra de los negros y por lo visto este centro cultural tampoquísimo).
Men: Hay de todo y eso es lo bueno de SF, su diversidad racial. De chile, de dulce y de manteca (orgánica por supuesto).
Stores: Me di cuenta que el shopping está sobrevaloradísimo y que los nichos mercadotécnicos a uno, como consumidor ecléctico, no le convienen (más o menos pasa lo mismo con el sexo: todo tan segmentado y tan-tan que parece campana).
Food: La mejor de la que quieras (hasta peruana había y yo que pensaba que los peruanos comían sólo salchipapas, así como ellos han de creer que los mexicanos sólo comemos tacos... duh!, los sonorenses sí).
Transportation: Esta vez no usé el metro, caminé bastante. Los camiones parecen exclusivos para latinos y asiáticos y los taxis siempre tienen un conductor del medio oriente extrañando las tetas de su tierra y especialistas en economía global.
Fun: Los bares mientras más pintorescos mejores: mi favorito era uno leather-light donde el Dj se divertía como enano programando música curadísima y agradeciendo mi entusiasmo que contrastaba con la indiferencia del resto, embelesado con los jugadores de rugby que desfilaban por las pantallas de televisión. Un bar mexicano con mariachi y decoración navideña (que mantienen todo el año) fue toda una revelación (mención aparte merece el guapo solista del grupo, que departía con una clienta de mediana edad y sobradas carnes que no dejaba que se le calentara la bohemia).
Tourism: Esta vez sí me subí al Ferry, a pesar del frío. La bahía es hermosa y aunque temía que el Golden Gate estuviera destruido por cortesía de Mr. Magneto en X-Men III, lucía todo su esplendor arriba de un mar violento y de unos turistas de diferentes razas convertidos en compulsivos japoneses, tomando las fotos al puente que la neblina no permitía divisar desde tierra....
jueves, junio 15, 2006
SF II
San Pancho también son calles oliendo a orines a dos cuadras de calles oliendo a azahares, parques perfectos con gente perfecta jugando con sus perros perfectos. ¿Qué ondas con esta ciudad y sus perros? La gente sólo tiene contacto físico casual con sus animales y cuando salen a pasear al perro y se encuentran con amigos o vecinos en lo que ellos hablan del clima (que casi siempre es el mismo en la bahía) o del nuevo restaurante de moda, sus perros parecieran hablar entre ellos del nuevo acondicionador repelente a pulgas o del nuevo suplemento de hierro hecho croqueta.
El camión que tomo de la Mission para bajar al centro está tapizado con el promocional de la película “Nacho Libre” y haciendo compañía al protagonista está Hector, un amigo de Tijuana al que ahora seguro le saldrán infinidad de amigos de debajo de las piedras al verlo caminar por la alfombra roja del Teatro Chino de LA.
Le pido a mi compañero de viaje que me tome una foto en una pared llena de los carteles de la película, lástima que el del monólogo de La China no aparezca en ella, pero me da gusto que esta Sirena del Corazón tenga la corriente a su favor y que su fogueo en el teatro underground y los bares de Tijuana le estén dando estos frutos.
En SF hay un bar justo en la esquina donde se juntan la Castro y la Market, a una cuadra del cine, al que se refieren como The Wax Museum entre cientos de motes que tiene que ver con la edad de la clientela habitual, “adultos mayores” que es el eufemismo de moda para referirse a las personas de más de sesenta años. Te atiende una anciana que bien podría ser tu abuelita o la jefa de celadoras, entre dulce y rígida, el lugar es de una elegancia en constante decadencia y tiene unos ventanales donde puedes ver el desfile de trasnochado, algunos paran aquí a tomarse la ultima cerveza.
Nosotros pasamos al otro día y me sorprendo que es tan amable de día como de noche. Le tomo una foto a mi acompañante parado en el ventanal y justo cuando hago click a la cámara uno de los ancianos sentados dentro del bar acaricia la cabeza semicalva de su pareja y no puedo evitar conmoverme por el registro accidental de un gesto amoroso genuino, espontáneo y gratificante en medio de una vorágine de frivolidad…
El camión que tomo de la Mission para bajar al centro está tapizado con el promocional de la película “Nacho Libre” y haciendo compañía al protagonista está Hector, un amigo de Tijuana al que ahora seguro le saldrán infinidad de amigos de debajo de las piedras al verlo caminar por la alfombra roja del Teatro Chino de LA.
Le pido a mi compañero de viaje que me tome una foto en una pared llena de los carteles de la película, lástima que el del monólogo de La China no aparezca en ella, pero me da gusto que esta Sirena del Corazón tenga la corriente a su favor y que su fogueo en el teatro underground y los bares de Tijuana le estén dando estos frutos.
En SF hay un bar justo en la esquina donde se juntan la Castro y la Market, a una cuadra del cine, al que se refieren como The Wax Museum entre cientos de motes que tiene que ver con la edad de la clientela habitual, “adultos mayores” que es el eufemismo de moda para referirse a las personas de más de sesenta años. Te atiende una anciana que bien podría ser tu abuelita o la jefa de celadoras, entre dulce y rígida, el lugar es de una elegancia en constante decadencia y tiene unos ventanales donde puedes ver el desfile de trasnochado, algunos paran aquí a tomarse la ultima cerveza.
Nosotros pasamos al otro día y me sorprendo que es tan amable de día como de noche. Le tomo una foto a mi acompañante parado en el ventanal y justo cuando hago click a la cámara uno de los ancianos sentados dentro del bar acaricia la cabeza semicalva de su pareja y no puedo evitar conmoverme por el registro accidental de un gesto amoroso genuino, espontáneo y gratificante en medio de una vorágine de frivolidad…
viernes, junio 09, 2006
SF
San Francisco es una ciudad tan hermosa como una estrella de cine: fría, distante e impunemente puedes caminar por encima de ella. Es un coctel de razas y estilos, puedes ver los físicos más extravagantes y las caras más familiares.
San Francisco es una fashion victim, también. Como todos lo somos eventualmente, sólo que ella es la quintaesencia de la fashionvictimez. Sucede con todas las grandes ciudades y con el primer mundo que echa a perder a sus habitantes y de pronto sucede que nos vamos a vivir a una concha a donde sólo entran los bills que hay que pagar y la correspondencia de una vida hipotética y virtual.
San Francisco habla mucho por teléfeono celular y sólo a ese aparato diminuto le cuenta sus iuntimidades. Uno puede enterarse de la vida del vecino con sólo afinar el tímpano: puedes enterarte que el nuevo novio de una rubia es so cute porque se interesa en la salud del perro de la interesada o también del nuevo departamento de un japonés que viste como reina de Ross. Pero sobre todo puedes enterarte que SF está sola... pero sola con su glamour y sus beggers.
San Francisco es una fashion victim, también. Como todos lo somos eventualmente, sólo que ella es la quintaesencia de la fashionvictimez. Sucede con todas las grandes ciudades y con el primer mundo que echa a perder a sus habitantes y de pronto sucede que nos vamos a vivir a una concha a donde sólo entran los bills que hay que pagar y la correspondencia de una vida hipotética y virtual.
San Francisco habla mucho por teléfeono celular y sólo a ese aparato diminuto le cuenta sus iuntimidades. Uno puede enterarse de la vida del vecino con sólo afinar el tímpano: puedes enterarte que el nuevo novio de una rubia es so cute porque se interesa en la salud del perro de la interesada o también del nuevo departamento de un japonés que viste como reina de Ross. Pero sobre todo puedes enterarte que SF está sola... pero sola con su glamour y sus beggers.
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