martes, junio 20, 2006

Tijuana-San Diego

Justo ahora que ya no vivo en Tijuana me la paso aclarando que no nací allá. Y me la paso aclarándoselo a los mismos tijuanenses que no entienden porqué me vine a vivir a Sonora. Ni yo, pero así es esto, no todo se entiende ni hay obligación tampoco, que a fuerzas ni los condones entran. El caso que mi paso por Tijuana fue, por decirle de alguna manera, pintoresco. Tan pintoresco como el momento en que llego al Turístico a saludar a los pimientas y la comitiva hermosillense (que ya estaban rete bien servidos) mientras en la otra mesa estaban los guíasnocturnas ex de Coward.
Después de recuperarme de la impresión por el entusiasmo inaudito de estos nativos, paso a saludar a la otra mesa y el entusiasmo desbordado se extiende como la humedad, juntando las dos mesas conmigo al centro, saltando de una plática a otra. Ahí me di cuenta que lo mío es la contemplación, que para ser entusiasta se requiere demasiada energía y prefiero emplear la poca juventud que me queda en tareas más íntimas y reconfortantes a corta distancia.
La prometida visita al Zacazonapan no se cumple y la mitad de la delegación del cactus y la coyota se la pasa dialogando socráticamente con el escusado, una plática larga y, por lo que vi, muy profunda... (rewind: unos minutos antes entraba yo al Zaca... y fui más güereado que en La Merced o Tepito. Batallé varios segundos para divisar a los parroquianos por debajo de esa neblina verdosa y comprobar que mis amistades no estaban ahí).
En San Diego pasó que ni un servidor ni su ex parecen haber sacado bien las cuentas y todavía parecemos estarnos cobrando facturas por demás caducas, osea de hueva. Si yo pensaba que estaba en proceso de relajar la relación a un nivel más o menos armónico, me di cuenta que el dejavú es el deporte favorito de mi ex y a mi las únicas repeticiones que me gustan son.... creo que no me gustan las repeticiones. Menos cuando todas ellas se basan en la agresión emocional o la simulación provocadora. Creo que alguien tiene que decirle a mi ex que no estoy enamorado de él, aunque eso no quiere decir que no me importe, porque si se lo digo yo no sólo corro el riesgo de que no me crea (tiene el síndrome Monroe, piensa que todos lo desean) sino de que se ofenda.


PS: Nunca había cogido en la colonia Hidalgo, ¿debí clavar mi banderita?

2 comentarios:

No one dijo...

Los Pimientas eh?

La Fran dijo...

Sindrome Monroe necesito saber mas de eso??