lunes, mayo 28, 2007

Global Warming & las fiestas del Pistic

Mientras en Cannes premiaban una película rumana sobre el aborto (y a dos mexicanos que no precisamente fruta vendían: Miller y Reygadas), a la entrada de las Fiesta del Pistic se repartían volantes de Pro-Vida, en Venezuela se vetaban los derechos de transmisión de una cadena televisiva anti-chavista y en Pakistán se condenaba a 3 años de cárcel a una pareja conformada por un transexual y una mujer (unos kilómetros más o menos hacia el este o el oeste es la grieta que separa las barras de la lapidación).

Pero no sólo se repartían mensajes de extrema derecha, también se presentaba la selección de invitados literarios más tibia en la historia de su edición (sobrevalorados ganadores de premios internacionales, escritoras ultra-light, dramaturgos tautológicos, etc.). Si el despiste panista se daba el lujo de anteponer su snobismo al cálculo ideológico (invitando a Marta Lamas!!!: el equivalente al demonio para estos promotores de partos compulsivos), la administración priísta dio muestras de salud en cuanto a estrategias de autopromoción: jamás presentar un evento que opaque el espectacular pendón con la imagen de nuestro gober-precioso, confirmando con su careto al lado del escenario principal ese protagonismo tan de chaparro con ego descomunal a juego (Napoleon style).

Musicalmente, la ópera ocupó un lugar inexplicablemente destacado en esta edición. Igual y yo no me entero de nada y lo que se lleva hoy son las sopranos anoréxicas, que a falta de mejor voz ofrecen cuerpazo (léase Gelipa Giordano). Si una gracia ha tenido para mi ese género ha sido ver a Carmenes obesas y geishas escapadas de cuadros de Botero (¡Hola, Regina!), pero como el eje temático de las fiestas fueron las musas, supongo que la objetivación de la mujer es otra de las tendencias cuyo regreso impulsa con mayor ahínco esta administración.

No se descarta tampoco que todo esto sea pura mala leche de uno, que no debería de quejarse por un fin de semana franco en el que se pueda pistear en la calle sin que te acose la policía y encontrarte con ese pasado que más bien quisieras evitar. ¿Qué importa si todo se reduce a una reinterpretación de la kermés si al menos no tenemos que sacarle la vuelta a una vaca o embarrarnos el calzado de boñiga?

Para toda esa clase media endeudada hasta las chanclas, es la oportunidad dorada de mostrar la pujanza regional con esa invasión de carriolas cargadas de escuincles atestiguando a cada tropezón el verdadero vínculo comunitario: el alcoholismo social y el sexo sin protección. Aparte de ser de los mayores consumidores de cerveza a nivel nacional, los sonorenses también debemos tener un lugar destacado en cuanto a tasa de natalidad. A menos que yo empezara a notar esa invasión de Gremlins a partir del quinto vaso… lo cual sólo tendría sentido sin Quintero Arce recibiendo a Mel Gibson en su casa o sin esos papelitos aleccionadores repartidos por mujeres sonrientes de piel ultra hidratada, como salidas de película de David Lynch.

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