Confieso que he leído… que para enero ya había superado la media de lecturas por mexicano al año, y por más predecible que uno pueda ser, esto no me detendrá no tanto por romper un record sino porque muchas veces la vida fuera de los libros es tan aburrida, previsible o patética que a uno no le queda más que quemarse las pestañas a falta de mejores sucedáneos. No todo ha sido bueno, pero a diferencia de la realidad, la ficción literaria al menos se impone un orden y te genera cierta expectativa que si de plano no cumple, al menos puedes presumir de leyedor y hasta intelectual (lo cual no es nada alentador en un país que desconfía de aquellos con opinión propia).
Confieso que he cogido… que si para casi la mitad del año no he peinado el rancho es porque he conservado al mejor de mis amantes y tachado de mi calendario al de la gorrita y todo aquello que se acumule. La promiscuidad es muy retro, pero yo le voy más a esa old fashion trend que a las sobrevaloradas drogas, tan autocomplacientes como sus usuarios. El sexo, seamos honestos, no siempre es la gran cosa pero al menos hay todo un culto a su alrededor que te permite tener -a parte de buen cutis- temas de conversación, imágenes frescas para el ritual masturbatorio, algo que presumirle a tus enemigos, estimula el sentido del humor, quemas calorías, etc.
Confieso que he mentido… no sistemáticamente, pero convenciéndome a cada momento que a veces mentir es una labor social. Y yo, como la Jolie, puedo ser muy caritativo sin llegar al extremo de querer adoptar a todo el chamaco lombriciento que se me atraviese con ojos de Remi queriendo telenovela. Mentir puede ser un arte, pero en épocas en que todo lo que implique repartir responsabilidades para no aceptar las propias es considerado un arte mayor, todo suena más a vulgaridad bien enmarcada.
Confieso que he asistido… al festival de danza local (el peor en mucho tiempo), que no es más que la confirmación de una crisis creativa que no tendrá rumbo hasta que sus creadores dejen e verse al ombligo un ratito y empiecen a tomar, al menos un momento en cuenta, la posición del espectador (que quede claro de una vez: hasta ver un cuerpo bonito hacer contorsiones tiene su fecha de caducidad). Buena enseñanza trajo el grupo suizo, ojala la retomaran los antares, quiatoras y demás etcéteras.
Confieso que he sentido… sí, confieso que me he conmovido con las cosas más extrañas, que he visto la nostalgia alojada en unos párpados y que por más que quiera competir con la tristeza, siempre habrá algo indescriptible que la hará más fotogénica, entrañable y menos corrosiva.
Confieso que me he pasado... de cursi. Pero sólo para visitar todos los estilos.
4 comentarios:
"seamos honestos...el sexo no siempre es una gran cosa"?...what?...viniendo de ti esta reflexión realmente me asusta.
Francely, viniendo de mi es como oir a un millonario decir: "el dinero no es importante". ;)
Manolín, no nos presumas ¿eh? tranqui...
Supongo que la ironía se pierde en la traducción...
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