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El infierno sigue instalado en Birmania, un lugar con un nombre tan bonito (que para mayor inri ya no se llama así) y con muchas ganas de protagonizar, celoso de la atención acaparada de todo lo que huela a Talibán, burkas y demás disfraces de la necedad. California en llamas no es más título para película porno gonzo, sino una triste realidad que no hace sino darle la razón a Barton Fink y todo aquel producto cultural que asocia a este estado tan rete bonito con el pecado y la descomposición social: ¿quién le manda tener tanta rubia bronceada, restaurantes asiáticos, estudios de cine, parques de diversiones y todo lo que rime con hedonismo al tiempo que pandillas, indocumentados, intolerancias de todos los colores y sobre todo víctimas de la moda?
¿Y qué hacía yo mientras empezaba el fin del mundo?
Dormir, abrir los ojos y ver “Ventaneando” con la esperanza de que caiga una bomba de racimo en medio de esa horrible sala de utilería (y que alcance hasta Televisa) y acabe de tajo con la estupidez que se cree simpática.
¿Qué quieren, pues? Soy un optimista.
5 comentarios:
Sofisticado y conciso "review" de la realidad local-global. Pero leída en tu entrada pareciera más divertida de lo que resulta al leerse/verse/oírse en los medios y las pláticas de café/soda/cerveza.
Saludos,
Rafael Barceló Durazo
Hola,
Acabo de descubrir tu blog en una búsqueda en Google y me ha gustado mucho. Te agreagré a la lista de blogs que leo en mi blog.
Un abrazo!
Gracias Raael y Alex. Un sauldo a ambos.
un sauldo es mas fregon que un saludo? :)
-eskizo
ja! La risa es lo que chinga, eskizo. Eso lo deberías saber. ;)
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