Desde la ventana del café puedo ver que mientras me tomo mi bebida de casi 50 pesos, al otro lado de la calle se detiene un coche repartiendo bolsas llenas de regalos a un grupo de indígenas que ambulantean en la zona rosa... Me pregunto muchas cosas y me flashea varias veces en la cabeza el término autoindulgencia, pero me quedan pocos juicios que repartir cuando no hace ni 12 horas le negué a uno de esos niños un juguete que me pedía -poniendo ojitos de gato de Shrek- en una tienda departamental.
Salgo a caminar y me topo con la sorpresa que el Paseo de la Reforma está lleno de familias tomándose fotos junto a los nacimientos que instalaron a lo largo de la avenida. Muchos de esos nacimientos no tienen en el pesebre al niño dios que para estas fechas ya debería estar en su puesto... Me pregunto que hubiera pasado si María hubiera tenido la opción de negarse al desiginio divino de dar a luz al hijo del supremo, por más promesas de parto sin dolor y paso automático a la historia como la primer mujer adúltera elevada a divinidad. La oportunidad de sentar un buen precedente feminista fue desperdiciada y tuvieron que pasar muchos siglos para que la maternidad dejara de ser el paradigma de la visibilidad femenina en nuestra sociedad.
Ahora una mujer puede dejar de ser invisible justo cuando se niega a pasar esos nueve meses disfrutando que desconocidos le soben el vientre y los conocidos la colmen de pañales... ahora la negación de la procreación es directamente proporcional al nivel intelectual de la mujer emancipada en cuestión.
Antes de llevar más lejos mi reflexión decido que es momento de llamar a mi ex. Calculo que el hecho que sea navidad y que cumplamos diez años de habernos conocido es pretexto suficiente para marcar su número, uno de los pocos que me sé de memoria.
Luego de mas de media hora de interrogatorios y sermones de su parte, de explicaciones parcas de la mía y de desearnos lo mejor vuelvo al terreno de las preguntas. No deja de asombrarme lo poco que hemos desarrollado nuestras habilidades comunicativas: nos decimos verdades a medias como cuando eramos pareja, nos alentamos forzadamente como entonces, por encima de nosotros mismos, sólo que creo que yo sí he aprendido a guardar silencio como corresponde, pues no tiene ningún sentido estropear la cordialidad con esa sobrevalorada sinceridad que mucha gente ejerce orgullosamente sin darse cuenta que equivale muchas de las veces a auto-boicot.
Supongo que no se puede esperar demasiado de dos personas que se conocieron en plena noche buena, saltaron casi inmediatamente a la cama y luego se preguntaron si era preciso comentarlo con sus respectivas parejas. Lo que menos se esperaría es que de ese revolcón surgiera un vínculo que hasta la fecha sigue ríspido y fluctuante, pero fuerte.
Afortunadamente la procreación no entra en esta ecuación, así cada quien se convierte en rehén de sí mismo.
2 comentarios:
Un abrazo Manuel.
Hola, Fran. Te mando un abrazo a ti y saludos a la clicka. :D
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