Mi compañía navideña (además de mis host) son cuatro gatos con personalidades muy definidas. Son los segundos dueños del departamento donde me dieron posada, en realidad son tres pero uno ha venido a pedir posada justo después de mi. Se llama Wok y se escondió casi por dos días la vez que su dueño vino a dejarla y alteró la dinámica en que Lola, la madrota, regía este mini reino gatuno que sigue en jerarquía Benito, un bellísimo gato negro, gordo, pesado y simpático que debe su nombre a haber sido encontrado en la calle desnutrido, piojoso y perdido. Benito dijo quítate que ahí te voy al cuento del patito feo, sin necesidad de la jotería del cuello estirado. Cierra el círculo Beto, un gato que puede pasar por ordinario pero que no lo es, su appealing es la profundidad dramática que le da el hecho de ser adoptado de un albergue y seguramente el haber sido víctima de todos los abusos a que un animal de ese tamaño puede sometérsele. Beto se escondía de mi y cuando daba la cara y yo me acercaba me gruñía, porque aparte de todo Beto no maúlla, es esa clase de personaje que se morirían por interpretar grandes actores ahora en decadencia como Robert de Niro o Al Pacino, pero nunca darían con el tono porque si algo tiene Beto es que no es sobreactuado, no es de método. Es como el Kevin Spacey de los gatos, ni bonito ni feo pero interesante.
Lola se cuece aparte, es una arpía que abusa de los demás a quienes considera más débiles, es una chantajista manipuladora, la única que he visto que recurre al llanto para conseguir lo que quiere. Lola sólo es enfrentada por Wok, que es su hija pero con lo perra que es para ser una gata, ni siquiera se acuerda que alguna vez parió. Lola es mi favorita, pero ella no lo sabrá nunca. Wok se mete entre mis sábanas de noche y ahora Beto ya no se asusta de mi presencia y hasta es capaz de acostarse a mi lado cuando estoy viendo la tele.
Yo odio a los animales por puro deporte, pero si me dan a escoger prefiero la displicencia de los gatos a la codependencia de los perros, que aparte de ruidosos, apestan. Nunca he considerado realmente tener una mascota pero es un buen ejercicio getting along with some of them. Tal vez así aprenda a lidiar con todas las cosas que no me gustan del exterior... de los seres humanos, por ejemplo.
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