domingo, diciembre 30, 2007

Horas

Faltan pocas horas para que se acabe este año y juro que ya me urge. Que se acabe, es lo que me urge. Pero sobre todo que se acaben todos esas mamadas de los propósitos canjeables por despropósitos, como si de la noche a la mañana uno ya fuera más juicioso y ecuánime, como si tragarse doce uvas sin semilla equivaliera a meterse doce supositorios:

1. el de la buena voluntad,
2. el de la visión transformadora,
3. el de la apertura emocional,
4. el de la claridad de mente
5. el del utópico irredento
6. el de los calzones rojos y l'amour
7. el de los amarillos y la prosperidad
8. el de borrón y cuenta nueva como creer en la resurrección
9. el de bajar de peso como p'aligerar la rotación terrestre
10. el de los 9 pasos anteriores para rehabilitarte de vivir
11. el de reciclar la basura pa que vaya al mismo depósito que luego será un fraccionamiento de interés social
12. el de comprarte una mascota porque lo más romántico del mundo es limpiar las heces de alguien más sin que te lo pida.

Bien bonita que es esta época de arrepentimientos confundidos con amnesia provocada, de brindis apresurado, de desvelada forzada, de cuetes, de disparos porque así como se desvanece un petardo en el cielo, igualito se desintegran nuestros propósitos.

Ya basta de hipocresía, aceptemos que nos urge que se acabe este y el que sigue, que no nos queda más que improvisar y que el suspiro antes de dormirte el primero de enero no es tanto porque la libraste este año que pasó sino qué pereza nos deparará el que viene... Hay que hacerse el desentendido para darle oportunidad a la sorpresa.

*Aquí mi más reciente update fílmico.

miércoles, diciembre 26, 2007

Casualties of christmas

Desde la ventana del café puedo ver que mientras me tomo mi bebida de casi 50 pesos, al otro lado de la calle se detiene un coche repartiendo bolsas llenas de regalos a un grupo de indígenas que ambulantean en la zona rosa... Me pregunto muchas cosas y me flashea varias veces en la cabeza el término autoindulgencia, pero me quedan pocos juicios que repartir cuando no hace ni 12 horas le negué a uno de esos niños un juguete que me pedía -poniendo ojitos de gato de Shrek- en una tienda departamental.

Salgo a caminar y me topo con la sorpresa que el Paseo de la Reforma está lleno de familias tomándose fotos junto a los nacimientos que instalaron a lo largo de la avenida. Muchos de esos nacimientos no tienen en el pesebre al niño dios que para estas fechas ya debería estar en su puesto... Me pregunto que hubiera pasado si María hubiera tenido la opción de negarse al desiginio divino de dar a luz al hijo del supremo, por más promesas de parto sin dolor y paso automático a la historia como la primer mujer adúltera elevada a divinidad. La oportunidad de sentar un buen precedente feminista fue desperdiciada y tuvieron que pasar muchos siglos para que la maternidad dejara de ser el paradigma de la visibilidad femenina en nuestra sociedad.

Ahora una mujer puede dejar de ser invisible justo cuando se niega a pasar esos nueve meses disfrutando que desconocidos le soben el vientre y los conocidos la colmen de pañales... ahora la negación de la procreación es directamente proporcional al nivel intelectual de la mujer emancipada en cuestión.

Antes de llevar más lejos mi reflexión decido que es momento de llamar a mi ex. Calculo que el hecho que sea navidad y que cumplamos diez años de habernos conocido es pretexto suficiente para marcar su número, uno de los pocos que me sé de memoria.

Luego de mas de media hora de interrogatorios y sermones de su parte, de explicaciones parcas de la mía y de desearnos lo mejor vuelvo al terreno de las preguntas. No deja de asombrarme lo poco que hemos desarrollado nuestras habilidades comunicativas: nos decimos verdades a medias como cuando eramos pareja, nos alentamos forzadamente como entonces, por encima de nosotros mismos, sólo que creo que yo sí he aprendido a guardar silencio como corresponde, pues no tiene ningún sentido estropear la cordialidad con esa sobrevalorada sinceridad que mucha gente ejerce orgullosamente sin darse cuenta que equivale muchas de las veces a auto-boicot.

Supongo que no se puede esperar demasiado de dos personas que se conocieron en plena noche buena, saltaron casi inmediatamente a la cama y luego se preguntaron si era preciso comentarlo con sus respectivas parejas. Lo que menos se esperaría es que de ese revolcón surgiera un vínculo que hasta la fecha sigue ríspido y fluctuante, pero fuerte.

Afortunadamente la procreación no entra en esta ecuación, así cada quien se convierte en rehén de sí mismo.

lunes, diciembre 24, 2007

Miau

Mi compañía navideña (además de mis host) son cuatro gatos con personalidades muy definidas. Son los segundos dueños del departamento donde me dieron posada, en realidad son tres pero uno ha venido a pedir posada justo después de mi. Se llama Wok y se escondió casi por dos días la vez que su dueño vino a dejarla y alteró la dinámica en que Lola, la madrota, regía este mini reino gatuno que sigue en jerarquía Benito, un bellísimo gato negro, gordo, pesado y simpático que debe su nombre a haber sido encontrado en la calle desnutrido, piojoso y perdido. Benito dijo quítate que ahí te voy al cuento del patito feo, sin necesidad de la jotería del cuello estirado. Cierra el círculo Beto, un gato que puede pasar por ordinario pero que no lo es, su appealing es la profundidad dramática que le da el hecho de ser adoptado de un albergue y seguramente el haber sido víctima de todos los abusos a que un animal de ese tamaño puede sometérsele. Beto se escondía de mi y cuando daba la cara y yo me acercaba me gruñía, porque aparte de todo Beto no maúlla, es esa clase de personaje que se morirían por interpretar grandes actores ahora en decadencia como Robert de Niro o Al Pacino, pero nunca darían con el tono porque si algo tiene Beto es que no es sobreactuado, no es de método. Es como el Kevin Spacey de los gatos, ni bonito ni feo pero interesante.

Lola se cuece aparte, es una arpía que abusa de los demás a quienes considera más débiles, es una chantajista manipuladora, la única que he visto que recurre al llanto para conseguir lo que quiere. Lola sólo es enfrentada por Wok, que es su hija pero con lo perra que es para ser una gata, ni siquiera se acuerda que alguna vez parió. Lola es mi favorita, pero ella no lo sabrá nunca. Wok se mete entre mis sábanas de noche y ahora Beto ya no se asusta de mi presencia y hasta es capaz de acostarse a mi lado cuando estoy viendo la tele.

Yo odio a los animales por puro deporte, pero si me dan a escoger prefiero la displicencia de los gatos a la codependencia de los perros, que aparte de ruidosos, apestan. Nunca he considerado realmente tener una mascota pero es un buen ejercicio getting along with some of them. Tal vez así aprenda a lidiar con todas las cosas que no me gustan del exterior... de los seres humanos, por ejemplo.

jueves, diciembre 20, 2007

tan tan

El pretexto de Bourdain era un poco para describir mi experiencia de adaptación a la gran urbe. Pasa un poco esto, que uno tiene que ubicarse en el lugar del invasor, el huésped sin invitación, el extraño amistoso porque uno no puede venir a una ciudad como esta y declararle la guerra sino entender sus dinámicas y ajustarse lo mejor posible a ella. No fue lo mismo como readaptarse a Hermosillo, que fue un verdadero shock, es lo opuesto y como yo soy un hombre de extremos aquí estoy jalando la bola de estambre tan entusiasmado y ansioso como un gato siamés.

Y no me refiero a que he tenido que comer excremento, aunque de seguro lo he hecho y yo ni por enterado, me refiero a que no puede uno mudarse de ciudad y llevarse al pueblo con uno (como hacen los chilangos a donde quiera que van: Acapulco en la azotea anyone?). Tampoco me refiero a que me alimento de tacos de suadero o algo parecido, pero sí a adaptar el lenguaje lo más posible, porque luego pasa que uno saca los regionalismos justo en el momento que menos debería: ahí estoy yo diciendo zancudos en vez de mosquitos y pintoresquismos por el estilo. Tampoco es que uno tenga que ser policía de lo que dice sino dejarse llevar por la corriente y no señalarles a los defeños su acento, cuando el que lo tiene diferente es uno, el que está de visita, el advenedizo, el - t a m b o r e s - pueblerino.

Yo por más que haya visitado en el pasado esta ciudad, que me encanta y me aterra a partes iguales, nunca había ligado con un local, por ejemplo. Y eso no me lo perdonaría ni San Bourdain ni Anabel Ochoa, gurú chilangachupina del sexo cosmo. Y pues esa asignatura ya la pasé con calificación sobresaliente, so my big mamma gotta be proud! Y no le agradezcamos eso a la escena gay de la ciudad, que es muy variada pero es la misma boring crap que cualquier otra ciudad que se sienta capital de algo, como si la promiscuidad ocupara pasaporte o reglas de etiqueta. La escena antrera del DF es la imitación de la imitación de lo que ustedes ya conocen, pero con mayor presupuesto, pero cuando uno escucha en el metro conversaciones sesudas sobre el indie internacional entre unos usuarios average, se sorprende de la falta de cultura de los DJs citadinos, que es probable estén restringidos por darle gusto al respetable que posa su ron con cola, su absolut tonic o su cosmopolitan al ritmo de thalías, rihannas, nigga´s y ese etcétera que vh1 y mtv nos han hecho conocer de sobra. Humildemente uno -con su cerveza tibia en la mano, faltaba más- hace la de antropólogo pseudo-sexual aka Carrie Bradshaw pero menos ñoño y sin esa compulsiva afición por los juanetes revestidos de zapatos de marca… sólo a una mujer se le puede ocurrir abatir la depresión torturándose con unos tacones imposibles no sólo de andar sino de combinar (a no ser que sea con su nariz).

¿Qué me espera en esta ciudad mítica de grandes pistas de hielo, distribuidores viales de avanzada, derecho al aborto y a uniones de hecho, seguro de desempleo, un centro histérico maravilloso, un clima envidiable, una violencia alimentado prensas, una tensión política apenas perceptible, una libido tan desbordada como sus vialidades, tan extrema como asfixiante, tan tan que la campana de Hidalgo queda como adorno de arbolito navideño?

lunes, diciembre 17, 2007

Black Gourmet Kiss

Anthony Bourdain es mi nuevo gurú: sus enseñanazas van más allá de afilar o distender el paladar, Bourdain lo que hace es compartir su experiencia de vida, la experiencia de alguien que ve al mundo tal como es y acepta las limitantes que tiene uno para cambiar lo que nunca pidió ser diferente.

Como Bourdain, uno tiene que aprender a comer huevos cocinados entre cenizas cercanas a heces humanas y animales, aprender que para apreciar las bondades culinarias alrededor del mundo hay que descender a los infiernos de la pobreza y la marginación donde no importa de qué lado está el cubierto, en caso de que exista ese lujo urbano en la mesa de La Martinica, Namibia o cualquier otro lugar que redefina esa figura retórica llamada tercer mundo.

Como Bourdain, uno tiene que aprender a comer en una carreta porque no comer no es opción, o entender que despreciar el bocado ofrecido por quien apenas cuenta con lo necesario es una ofensa peor que pedir agua embotellada donde ni siquiera conocen el drenaje.

Lo que tal vez no todos compartamos con Bourdain -supongo- es una excelente cobertura médica o ese romanticismo de cinco estrellas que desciende desde su cadena de restaurantes y sus libros publicados, o sus viajes en primera y helicóptero al infierno que hace posible el paraíso cosmopolita; y no por querer descubrir el hilo negro de la dinámica global sino precisamente porque todo para él es exotismo, todo eso que nosotros vemos de reojo o tapándonos la nariz a Bourdain le fascina, o asume que a su público le asombra. Su público con televisión de paga, con pretensiones clasemedieras y complejas conjeturas sobre asuntos pendejos e intrascendentes elevados a máximas snobistas de necia miopía.

Puede ser que su público no se lo merezca, que su antropología culinaria y su humanismo de lujo esté muy por encima de quienes elevan una garnacha al nivel de epifanía cosmo, pero a mi me gustaría tanto conocer a Tony, hablarle de tú (lo lindo del inglés es que no existe el usté) y preguntarle qué opina del beso negro.

miércoles, diciembre 12, 2007

Casi todo

Afuera se escuchan los cuetes guadalupanos, me avisan que sólo me he cambiado de esquina. Termino un trabajo express escuchando música new wave que nada tiene que ver con el fervor religioso ni con las viñetas deportivas que me encargaron hacer: push ups, sentadillas, extensiones y un etcétera que me recuerda que tengo que regresar al gimnasio.
El primer destello de nostalgia se me aparece a la 1:42, pero ni siquiera pudiera precisar nostalgia de qué o si la estoy confundiendo con sueño. Si no fuera porque tengo que apagar las luces del arbolito para encender la laptop yo ni me enteraba que es época navideña... tal vez si fuera a la pista de hielo a patinar, me pusiera una bufanda que no ocupo o hiciera caso a un Santa Claus barítono de Sears el espíritu navideño me convertiría en el grinch de todos los años, ese que se niega a recordar su primera navidad lejos de casa, con gente casi extraña que no pudo evitar un llanto ridículo que causó más aflicción que las inundaciones y me enseñó que llorar en público tiene sus perversiones.
Tal vez fue la tristeza contagiosa de Alex, combinada con certeza y resignación. Ella que guarda un secreto en su entrepierna y que se niega a convertise en el centro de atracción del puerto uruguayo al que la llevaron a esconder. Al igual que la Calliope de Eugenides y que el oráculo Tiresias, son personajes que nos recuerdan que el ser humano es la verdadera especie en extinción, porque las inventadas vírgenes morenas pudieron convertirse en patrimonio nacional sólo para rasgar sus vestiduras y lucrar con ellas, o ese mesías que un dios nos mandó a la tierra sólo para reafirmarnos como los sadomasoquistas que siempre seremos, con el gen de la autodestrucción bien incrustado en el ADN. Es que... qué bonito es casi nada.

viernes, diciembre 07, 2007

Britney, caníbales y musicales...

Estoy rodeado de fans de Britney. Y yo que pensaba que mi fascinación con las mujeres decadentes era muy original. El otro día, camino a un billar, escuché buena parte de su disco que no es más que una puesta al día (no me pregunten qué día) de lo que ya hicieron la Jackson, la Minogue y -porsu- Madonna. En fin que después de tanto folclor mezclado con reaggetton esto pudiera ser el paraíso si no tuviera yo tantos prejuicios.
Al menos en el billar había rockola con buen música para programar y algo que parece que en esta ciudad no conocen: cerveza fría...ah, y resultó que esta vez no soy el peor jugador de billar en la bola, lo cual no habla tan bien de mi como mal del resto.
He visto cine: Accross the Universe pudo ser buena y tiene sus momentos, pero como que la Taymor tiene muy poca idea de la progresión dramática, lo suyo es lo visual. Además, la Rachel Wood no tiene una voz muy expresiva y su co-star estará mono y todo pero recuerda demasiado al McGreggor de Moulin Rouge. Lo de versionar canciones de los Beatles no es nada original, pero la idea de dramatizar a través de sus canciones pudo haber sido algo genial (tengo que decir que el momento donde sale la Hayek es de los buenos) de haber tenido un poco más de atrevimiento y no resultar en un derivado de The Wall y sucedáneos. La intención antibélica es tan tópica como inútil y ya teníamos el ST del tear jerker I am Sam, que es muy superior.
También vi 30 days of night, que basa casi todo su impacto en el diseño de sonido, porque visualmente sólo se diferencia de las demás por el uso de la nieve como contraste del rojo sangre. Los vampiros aquí parecen darkis chilangos, tienen mucho apetito, son la pesadilla no anunciada y no conocen lo que es un kleenex; como si fuera difícil creerles su vampirismo si no tuvieran la cara embarrada de sangre (siempre fresca aún con el supuesto que se les acabaron las víctimas). En fin, la gente tiende a ser muy condescendiente con las adaptaciones de comics prácticamente desconocidos, pero ¿qué pedo con que ahora Josh Hartnett salga en todas las películas?
Gone baby Gone pude habérmela evitado: más Mystic River, Affleck no es Eastwood, pero su hermano al menos parece mejor actor y ya sabemos que el crimen no paga (tan derivativa que almost cry).
También vi Hannibal Raising, que no es que esté mal, pero yo era feliz sin conocer el pasado de este personaje, porque eso de que las cosas se justifiquen pierde chiste, como que la gratuidad debería tener mejor reputación. Otra cosa, al parecer la dieta de carne humana de Lecter algo le hizo en el rostro, porque mira que mutar de ese efebo exquisito a casi señor barriga es tooodo un misterio más grande que sus inicios delictivos.

Sólo he salido una vez y creo que mi presupuesto no me permitirá muchas más, pero alcancé a registrar que la escena nocturna de esta ciudad (así como en muchas) es un curso express de NO TE LO PONGAS, el programa de esas dos arrogantes británicas que se ganan la vida con el mal gusto ajeno: a ese llamo yo un nicho explorable, hasta propuestas de ley se podrían hacer. No ma...!

martes, diciembre 04, 2007

Resumen tapatío

La FIL estuvo genial y pregúntenme cuántos libros compré:
Coro: ¿Cuántos libros compraste, Manuel?
R: De puras letritas ninguno, pero me compré el primer tomo de una novela gráfica del PIT II (que me podría caer bien por hocicón solamente, pero hay algo por ahí que no me cuadra en la suma) adaptada gráficamente por el genial francés Amêzian que -lindo él- se tomó la molestia de dibujar algo en cada libro que le dimos a firmar. También me compré algunos comics que estaban a la venta de la editorial Caligrama, pero más por research y curiosidad que por gusto consumista.
Logré vencer la tentación en los puestos de Planeta y Colofón, pero me vine cargadito de libros que regalaban de promoción. Obviamente no los que yo hubiera querido, como Lispector, Lemebel, Bellatín, Vallejo, Yoshimoto, entre muchos otros, pero algo es algo.

Los tapatíos lo que tienen de guapos lo tienen de fashion victims, sobre todo tienen un issue con los zapatos blancos (ho-rro-ro-sos), aunque por otro lado rulea allá el look neo hippie chic y alcancé a notar un trend de bigote zapatezco que para qué les cuento. Muy orgullosos del tequila y el mariachi, muy putas pero eso sí muy devotas y respetuosas de las instituciones (sobre todo del matrimonio)... quienes dicen que Guadalajara es el SF mexicano es evidente que nunca han estado en San Francisco.

La Mutualista es como el Pluma Blanca más sobrevalorado aún, aunque ligeramente más limpio y con la cerveza al doble del precio. Obvio es el lugar snob por excelencia y se pone hasta las chanclas, por más que la salsa sea el ritmo que gobierne el lugar (deberían institucionalizarse las rockolas para todo antro que se digne, si no todo mundo va a enterarse lo bien que bailo).

La ciudad es muy bonita, se come bien y es menos ruidosa que el DF, pues aún le queda ese resabio provinciano a pesar de ser ciudad-ciudad (es decir, tiene más de 2 Starbucks). Camino al hotel, me enteré que estaba cerca del barrio libanés y no resistí la tentación de comerme un plato combinado de humus, empanadas, falafe, tabbule y jocoque (três light!). Pregúntenme cuántas tortas ahogadas me comí... Pues ninguna -que no soy fan- pero sí me hice fan de unos tacos de carne al vapor combinada con chicharrón en tortilla de maíz recién hecha y salsa picante (priceless!, well, me costó empujar el carro del que me los invitó porque se descargó las batería, pero anyway, gajes de la gorra).

Rechacé la última invitación a bailar salsa porque yo tengo una reputación indie que cuidar (risas grabadas) y ya me sentía repitiendo mis patrones hermosillenses de no salir del mismo muladar... Fin de mi aventura jalisciense 2007 y bye bye galán tequilense, tan romántico que dejó pegosteado mi oído.

¿Y Colombia? Bien, gracias. Muy interesantes sus proyectos de rehabilitación urbana y rural, y promoción de la lectura y las arañas, pero pareció no existir sin la presencia de Gabo, Mutis y Shakira (que no vino a recordarnos la ubicación de su país en el mapa). El desinterés fue generalizado, a pesar del exitazo de sus grupos de folclor y demás fusiones caribeñas guapachosas de exportación. Ahí será pal’otra, al menos tienen ese excelente suplemento “Babelia” que publicó El País.