jueves, diciembre 04, 2008

sore throat (quite is the new loud)

Hoy desperté de madrugada con un perrro atravesado en mi garganta. No, esta línea no es un intento de prosa surrealista sino la sensación de angustia compartida con un perro que me siguió varios metros camino al metrobús. Era negro, de cara triste, con un listón rojo amarrado a su pescuezo desnutrido y me veía con esos ojos que tan bien imitan los pedigüeños que acosan esta ciudad. Hubo un momento que al cruzar una avenida peligrosa cerré los ojos deseando que no le atropellaran, que dejaran al hambre seguir su curso consumiéndolo lentamente, que no me duerma esta noche con la imagen de sus vísceras expuestas y el sonido atroz de su grito al momento del golpe. Sólo alcancé a escuchar el freno debajo de la melodía de Kings of Convenience y al voltear vi al perro correr asustado hacia mi. Me quité los audífonos, me detuve y lo esperé para hablarle con la piedad que pocas veces he usado en un ser humano: -A donde quiera que crees que vas, no vas conmigo. No tengo donde llevarte. El perro quedó tan quieto como un niño regañado, pero yo me equivoqué: al perro lo llevo en mi garganta, me raspa y me impide respirar bien.

1 comentario:

Luisa dijo...

ouch