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Lo conocí un domingo en que los demonios eran perseguidos por el calor de principios de junio y a punto estuve de eliminarlo de cualquier pronóstico a causa de sus shorts con estampado de camuflaje a los que soy alérgico. Digo, no es lo mismo ser víctima de la moda en los veinte que rebasando la cuarentena: la pendejez debería tener fecha de caducidad también, igualito que el galón de leche...
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