¿Qué pasa cuando se junta el new age con el metrosexualismo?: pues pasa que la espiritualidad nunca tuvo mejor corte de cabello y la flexibilidad corporal no pudo tener mejor uso que el que le dan Madonna o Ricky Martin.
El New-new-age es la vertiente moderna del exclusivismo que imita -sin reconocerlo- las excentricidades pequeño-burguesas tratando de desmarcarse del vulgo, la chusma o la plebe (para seguir con los anacronismos lingüísticos).
Si la gentuza tiene la superchería, la magia y esas cosas tan pintorescas, ¿porqué la clase ilustrada no puede tener su propia versión del imaginario popular revestido de brochazos filosóficos siempre abordados por encimita y acomodándolos para que armonicen con el decorado feng-shui del departamento?
Las religiones tradicionales no se han dado cuenta que la pérdida de feligreses no ha sido tanto por la rigidez de sus dogmas, sino por su anacrónico sentido de la estética y una liturgia cargada más bien hacia el kitsch y por tanto al ridículo.
El catolicismo, por ejemplo, le ha apostado a la bondad y el sacrificio de los pobres poniéndole de frente la opulencia del Vaticano y sus templos, prometiéndoles que tendrán un paraíso mejor después de muertos. Un timo como ese no podía ser tomado en serio por aquellos con mayor poder adquisitivo y, por tanto, acceso a más información que el catecismo.
Gracias al mejor invento del hombre después de la rueda -la educación informal- las necesidades espirituales de los individuos pudieron ser colmadas con velas, inciensos, comida macrobiótica y harto tiempo libre para dedicarle a no hacer nada en beneficio del cutis y lo que hay dentro (le dicen alma, espíritu... etcétera también).
No hay nada mejor para combatir las depresiones y las crisis (sobre todo las de la edad) que tener una vida interior a juego con la decoración minimalista de catálogo y eso lo saben las celebridades, quienes se convierten en verdaderos modelos de comportamiento e impulsores de tendencias tan alucinantes como sacadas de cualquier mal guión de ciencia ficción Serie B.
Ahí tenemos el ejemplo de Tom Cruise, que se da el lujo de desacreditar a la psiquiatría y el uso de fármacos, elevando las técnicas de superación personal al nivel de dogma.
Las opciones son muchas, sólo que todas se nutren de un elemento esencial que es tan indispensable como el agua para la vida terrestre: la fe. Y esa no la venden en frasquito, pero es tan fluctuante como el tipo de cambio del dólar, así que a defender la fe propia por encima de cualquier racionalismo aguafiestas.
2 comentarios:
Mueran los burgueses y sus hijos, los pequeños burgueses, jaja.
Saludos,
Rafael
Saludos, Rafa (me encanta la terminología arcaica, y la ironía, obviamente).
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