Redefiniendo el término placer culposo, el Blog-Star Perez Hilton ha logrado posicionarse como un referente ineludible en la escena farandulera de Hollywood. ¿Quién diría que lo que empezó como una ocurrencia ociosa más de 2 años atrás se iba a convertir en uno de los sitios de Internet más visitados en la actualidad? -Se manejan cifras de hasta 6 millones de visitas diarias.
La combinación es tan elemental como exitosa: fotos de celebridades con comentarios irrespetuosos o halagadores (según dicte la tendencia del momento o el gusto personal del autor); exclusivas noticiosas generalmente relacionadas con la vida amorosa y sexual del susodicho; destapes chocantes para los involucrados pero fascinantes para los lectores (en caso de que leer un comentario al pie de una foto garabateada pueda llamarse lectura); recomendaciones musicales esporádicas y videos de sucesos actuales cuyo mérito más codiciado es la primicia, porque cualquier cosa que aparezca sin el timing adecuado está condenado a envejecer de inmediato. Y todos sabemos que envejecer en Hollywood es im-per-dona-ble.
¿Envejecer para Perez Hilton (Mario Armando Lavandeira Jr., de origen cubano y nacido en Florida en 1978) implicaría convertirse en la próxima Dame Edna? Eso lo dirá el tiempo y las decisiones que tome este personaje una vez que aproveche su éxito para moverse en la dirección adecuada. Todo esto, una vez superadas las demandas de compañías que en un principio fueron sus aliadas y que luego no soportaron el despunte mediático de Perez y su correspondiente actitud de diva.
El sueño americano por lo pronto le sonríe a Lavandeira, consentido de las Hilton (a las que trata con especial mesura) y un grupo de party-stars de élite a los que hace gracia la desfachatez y autoconciencia del gordito (se rumora que pronto recurrirá al by-pass gástrico), pero sobre todo por compartir con su público un hambre desmedida por las noticias intrascendentes pero magnificadas por la especulación maliciosa: equivalente directo de la comida chatarra, la noticia idem.
Pero, ¿quién se preocupa del potencial daño de la comida-basura al consumirla si sabe tan bien? Gracias a esa especie de relación amor-odio que la sociedad mantiene con la cultura del tabloide o la llamada prensa rosa, personajes como Perez Hilton no hacen sino aprovechar lo que servido está a la mesa y sólo espera de alguien con agallas para tomar su tajada. Al final de cuentas, el estómago bulímico de la industria da para eso y seguirá dando para más.
Abran paso para la siguiente generación de vampiros de Sunset Boulevard: Perez a la cabeza diciendo adiós con su boa de plumas a Joan Rivers, sus años, sus cirugías y su lengua viperina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario