martes, marzo 25, 2008

El fango sigue siendo mi colchón

Cada vez que me levanto es una lucha a muerte con mi colchón inflable, que se niega a dejarme ir, como si los objetos conocieran el amor después de roncarles a diario por más de un mes. Y yo que soy feliz de visitar otros colchones más amorosos con mi espalda y otras partes de mi anatomía. Incluso confieso que he pecado: fuí a una tienda de colchones a pedir presupuestos, lo cual casi logra que ame el colchón prestado en el que duermo (supongo que si yo lo inflé debe haber algún tipo de conexión, pues más fluídos corporales he compartido con gente a la que ni recuerdo).
El caso es que el vendedor me iba dando los precios como si me enlistara los ingredientes de un platillo de nubes y resortes invisibles. Y cuando por fin le dije a la Chepina Peralta de los colchones cual era mi elección (que combinaba precio y consistencia, sin mencionar que era de fabricación italiana) me mandó con su supervisor que empezó a llenar de datos un sistema de cómputo de esos que pensé ya no existían.

--Se lo podremos entregar dentro de 2 ó 3 semanas.
--...Oiga, si quiere escojo mejor uno de fabricación nacional, para que no se molesten en ir a Roma por mi colchón individual y me lo puedan entregar en un plazo razonable.

Y como no estaba pagando con piedritas, le dije muy amablemente y sin nadita de ironía en el tono, que iría mejor a un lugar que tuviera productos menos extravagantes y con precios más razonables, pero sobre todo una bodega decente, que te venda colchones, porque yo no puedo dormir en una metáfora o en una promesa, que para el caso viene siendo lo mismo.

6 comentarios:

gaby rotten dijo...

qué risa!

casi cagada diarréica pero no importa porque anhelo talla cero

wiiiiiiiiiiii!

besos

Luisa dijo...

Yo nunca supe de lo que me perdía (supongo que eso no sólo pasa con los colchones) hasta que me compré un colchón de ésos que nada más faltaría que trajera incorporado un botón para que te arropara solito cuando te descubres por las noches. Eso sí, carísimo. Costó un huevo y la mitad del otro. Pero créeme, al día de hoy, vale cada peso invertido.Aunque duerma pocas horas,se descansa tremendamente bien.Mi consejo es que al menos en el colchón no escatimes.Es una delicia (y si pones unas sábanas suavecitas,una almohada de plumas y compañía incluída, ni te cuento) Beso

Manuel dijo...

Créme Luisa que lo tengo considerado, pero por lo pronto, ando pisando más de la mitad del precio que iba a pagar por ese promisorio colchón italiano. Tendré que dormir con mis zapatos nuevos puestos. Así son las prioridades, espalda aldolorida, pero pies felices.

Arriba la talla cero y los tacos de canasta, Gaby. Hugs!

Anónimo dijo...

¿Que tal que cada noche un colchón? No vaya a ser que por lo carísimo, sólo quede un colchón...
xox

Luisa dijo...

Manu,muchos zapatos fueron antes prioridad que otra cosa antes de dar con el colchón (bueno,exagero un poco,me encantan los zapatos -casi soy fetichista en ese sentido- pero lo que odio es no poderme quitar el complejo de culpa que me queda al gastar tanto en unos zapatos,así que verlos en un aparador es lindo y muchas veces me conformo. Te extrañaría saber que no tengo tantos zapatos como imaginas o como quisiera)El dichoso colchón lo compré a crédito...claro, tardé en pagarlo al menos un año, di la entrada (lo que me hubiera costado uno no muy bueno) y luego las mensualidades...No creo que tampoco me hubiera desprendido así sin más de 900 euros por un puto colchón, por muy bueno que me dijeran que era...
Pufhh...de qué cosas tan triviales me haces contarte.
doy asco.
un beso,pásatelo bien.

Unknown dijo...

Cuando vivía en Yucatán hice caso al refrán de "al pueblo que fueres haz lo que vieres" y dormí en hamaca por más de un año,ya se que suena extraño pero es rico! y si, también se puede acompañad@ porque vienen en tamaño individual, matrimonial, queen y king size! Las mejores hamacas las vende un maya urbanizado que siempre está en la plaza de armas de Mérida, mientras sus mujeres (esposa, hijas y nueras) tejen todo el día en Valladolid, además cuenta las mejores historias (mitad falsas) es algo así como el informante ideal de un antropólog@

Saludos