viernes, marzo 07, 2008

Of mirrors and... men

Nunca me han gustado los espejos de techo. Creo que sólo en una o dos ocasiones anteriores me había tocado un hotel así y creo que fue en Tijuana, cuando me iniciaba en este asunto de los hoteles de paso (¿es que hay de otros?), pero hay algo en ellos que desde entonces me incomoda, que supongo tiene que ver con el temor de ser visto en posiciones compremetedoras por alguien no invitado, un tercero en discordia que en una de esas viene a ser dios (que no existe, pero bien que chinga), el mayor de todos los mirones. No me incomoda al punto de inmovilizarme, pero pues agrégale a eso el temor al desempeño, o a que aparezca por ahí algún barrito buscando protagonismo o simplemente que no se encuadre tu mejor ángulo.

Y eso fue más o menos lo que pasó, que una incipiente relación empezó a no dar su major cara justo cuando hubo oportunidad de mostrarlas todas. Y estoy hablando metafóricamente para no caer en vulgaridades (no vaya ser que me vete Lichita de Biel), pero luego es un riesgo darle opciones al lector, que anda viendo genitalidades en los manuales para programar un control remoto.

Mi propósito (loable, hay que reconocer) de consumir el producto local resultó más ceremonioso de lo que yo esperaba y pensé que por una vez que hiciera las cosas de manera inversa a como las hago habitualmente podría sorprenderme positivamente. Pero la realidad se empeña en darme siempre la razón, no importa cuanto tiempo tarde en darme su veredicto: yo no soy de comprar fruta y esperar que madure para comérmela (he aquí otra procaz metáfora) y al parecer cambiar de hábitos a mi edad puede resultar contraproducente.

En el cuarto estuvo todo el tiempo flotando la frase de “y nada que un vez que cojamos no me vuelves a hablar”, que surgió en una conversación una semana antes, a la entrada de un cine, con una mesa y un café con pastel como escenario, con la consigna (sugerida no exactamente por mi) de tomárnoslo con calma. Para mi que lo que hay que tomar con calma es lo otro, el sexo es sexo y no va a ser maravilloso sólo por que lo reprimas un tiempo.

Si hay algo que no hay que encarcelar es el deseo, los sentimientos, esos sí deben tener un dique porque luego no sabe uno que hacer con ellos. Luego se convierten en ese grandulón ingenuamente destructivo que George Milton tiene que llevar a la orilla del río y dispararle en el cráneo como a una mascota herida, un Lennie Small tan cándido al punto de no caber en este mundo.

Y ahí me tienen llamando al siguiente día sólo para deshonrar la frase entrecomillada, sin tocar el tema y volviendo a los mensajes corteses y tibios de las primeras veces. No me queda opción más que bloquear la escena de aquella habitación pequeña, con dos personas desnudas reflejadas en el espejo del techo formando un bizarro signo de interrogación y concentrarme en la ruidosa discusión de aquella pareja rusa que nos sirvió de pretexto para irnos y enfocar nuestro nerviosismo en algo ajeno a estos dos cuerpos que se declararon irreversiblemente incompatibles.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay Manu como eres..mira que quitarnos el post anterior y dejarnos sin expectativas (éstas sçí que efímeras) el implacable fuiste tú, ésta vez.
Ahh y Anónimo...los abrazos escritos o dados (o recibidos)siempre son sin espacio entre los cuerpos...al menos los que yo doy.
Y para tí, Manuel (que estás allí,leyendo) otro, enorme, grande como la admiración y la empatía que comienzo a sentir por ti.
Y por cierto Manu(me parece una falta de cortesía no mencionar algo sobre el post),¿no te ha pasado que en esos tipos de espejos, el reflejo que proyectan (sólo a veces) eres otro tú?refleja a una persona que está haciendo cosas que no haces ni sientes tú, como un desdoblamiento.
Hay muchas cosas que quisiera comentar con un "café con pastel como escenario" ...qué ganas...de verdad.

Anónimo dijo...

fe de erratas
donde dice: sçí
debe de decir: sí

Anónimo dijo...

Shall we?
o ¿chale?
(Un sonrojado anónimo)

Manuel dijo...

Is it Blogger becoming the next Facebook?

Anónimo, como que para hablar en esos términos hay que dejar de firmar como anónimo, no crees?