jueves, enero 11, 2007

Sonambulismo...

...o el poder de los objetos.

Se supone que debía limpiar mi departamento y recibir el año nuevo con energía renovada (y sí, uso términos gnósticos por que lo de hoy es la anti-ciencia), mi idea es deshacerme de ropa y zapatos que ya no uso, cds que ya no escucho y libros que ya leí o que no pienso leer. Mantengo la idea, pero la inercia me gana y la única relación armónica que me queda es con mi cama, la más seductora de todas, la irresistible y puta plataforma acolchonada y sin cabeza que corona la escena de ropa desperdigada en esa habitación asaltada por el polvo.

Mi cama es ancha y fría, pero se parece a mí en que nomás me tocan y me enciendo (no me rompo como La Tesorito). Dicen que todas las cosas se parecen a su dueño, pero también dicen que existe un dios que todo lo ve y lo escucha, así que mejor dejamos los dichos para cuando se nos acabe la imaginación o la retórica (¿es lo mismo?) y si, en una de esas, el ser omnipresente existiese realmente, entonces ser voyeur se convertirá en mero trámite a la divinidad.

El amor a mi cama encuentra su cúspide a eso de las seis de la mañana, cuando tengo que levantarme. Lucho con el despertador y espero siempre ganarle con otros cinco minutos más de sueño, me enrollo aún más en las cobijas, me pongo boca abajo, besando las almohadas y hundiéndome en ellas para no escuchar la alarma que, necia, insiste en arrancarme del abrazo mañanero.

Empiezo a sospechar que hay una complicidad entre mi vejiga y el despertador, porque cuando éste no logra levantarme, la otra empieza a oprimirme desde dentro hasta que mi sexo empieza a hincharse y no es posible aguantar más y ahí voy, tropezando con todo o que está en el piso y que parece arreglado para que dilate aun más mi llegada al escusado.

De camino al baño la miro como el amante que abandona para siempre al objeto de su deseo, sin poder despegar la mirada de ella pero ansioso por terminar el trámite.

Al final, cuando el chorro de agua golpea mi cuerpo, por cada extremidad resbala la culpa camino al resumidero.

Misión cumplida (al menos por ahora)...

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