martes, enero 23, 2007

This shoes where not made for walking

Soy un enorme zapato para mis pies. Cada mañana que ellos se despiertan suben por entre las cobijas y se meten por mi boca abierta, andando debajo de mi cuerpo, como si yo fuera al mismo tiempo que zapato, unas enormes pantimedias térmicas.
No ha habido decisión que haya tomado o camino que haya recorrido sin la anuencia de estas dos extremidades autosuficientes al punto de la tiranía. Cada vez que me he acercado a alguien, ha sido por sus ganas de aventurarse. Cuando he andado en dirección opuesta a mi deseo ha sido por que nunca podemos ponernos de acuerdo, somos siameses con gustos e intereses opuestos, condenados a estar siempre juntos.
Una día, harto de depender de ellos para todo, sentí el impulso de aventarnos a las vías del metro del DF, pero se agarraron con tal fuerza a la línea amarilla que terminé como un desquiciado, abrazado a mis rodillas y gritándoles en un llanto, mientras la gente pasaba como si yo no existiera.
No me quité los zapatos en varios días para evitar ver su risa burlona multiplicada por diez.

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