Unidimensionales y estereotipados, los personajes de estos melodramas femeninos se mueven por la ficción por la misma ruta que les hubiera dado cualquier escritor varón, sólo diferenciados por cierto romanticismo queriendo ser refinado y moderno en un caso (Emilio Larrosa creyéndose Paul Thomas Anderson), o una vulgaridad impostada que se siente alivianada en el otro (“Cachún Cachún ra ra” dirigido por “El Güero” Castro).
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