Dice un libro que me encontré por ahí que debo desayunar como rey y cenar como pauper (no confundir con Lauper), evitar la cafeína y hacer hatha yoga para equilibrar mis niveles de estrés. Yo, tan obediente cuando nadie me lo pide y siguiendo las recomendaciones de ese gurú emergente de papel, llegué hoy al burger king y me compré un croissant con huevo y papas harsh browns acompañados de... café. Sorry, yo sin cafeína soy como la Guzmán sin tatuajes y sudor.
Como se trataba de desayunar como rey, me regalaron -gracias a mi compra- un coche rojo que poco hará por mi puntualidad y mi ánimo. Y creánme que lo menos que necesita esta ciudad es un coche más, aunque sea de menos de diez centímetros y tenga que empujarlo uno con la mano.
En ese libro no decía nada de hacer las cosas al contrario de lo que acostumbro, que es lo que he estado haciendo últimamente (con no muy promisorios resultados).
Pasa conmigo como seguro pasa con la realeza. Me aburro fácilmente.
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