Anoche soñé con sitcoms y telenovelas de Televisa. Que era feliz viéndolas y hasta me conmovía con malas actuaciones cubiertas de plastas de maquillaje y peinados imposibles.
Yo hace añísimos que me salto cualquier canal de esa empresa cuando hago el nunca bien ponderado zapping, y no por que haya ido a la universidad y los teóricos hayan descubierto el hilo negro de la maldad hegemónica en sus contenidos o el profundo racismo -como si ocupara ayuda en este país- que propagan. Simple y sencillamente porque cuando uno crece te dan tanta risa los contenidos de las televisoras nacionales como los hallazgos "epistemológicos" de los pocos comunicólogos que no se han dedicado a representar farmacéuticas (y no sólo aquellos que no saben lo que es la sintaxis, algunos incluso saben redactar -mal) o no recitan noticias de agencia en su parodia sin chiste del periodismo.
Pero no se preocupen, que lo mío no fue una epifanía, no estoy en búsqueda de la felicidad ni creo que ese sueño haya sido un llamado espiritual o estético. Más bien es una versión retorcida de mis pesadillas.
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