Un día alguien me dijo que tenía los ojos tristes. Yo contesté sorprendido cómo era posible que mis ojos estuvieran tristes sin mi permiso, porque yo no me sentía así.
De ahí en adelante empecé a monitorear mis ojos. Cada mañana lo primero que hacía, antes de lavarme los dientes o la cara, examinaba esos dos globos simétricos incrustados en mi cara y trataba de entender la tristeza que los aquejaba y que yo no había sido capaz de notar antes.
Mis ojos eran unos siameses ignorados por más de dos décadas, dos preguntas gemelas, dos mudos lamentos sin perro que les ladrara.
Los miré por minutos mientras el agua corría por el grifo y toqué mis cuencas para ver si algo los oprimía. Levanté mis párpados para ver si alguna historia se había quedado adherida a ellos. Una de esas historias necias que aprovechan cualquier espacio inaudito, historias como hongos invadiendo un esqueleto.
Había una, dos, tres... varias de ellas que en realidad eran la misma y que al soltar mis párpados empezaron a correr por mis mejillas y las atrapé con mi lengua.
Me pregunto que habría pasado si las hubiera dejado correr hasta mi cuello y devorarme... eran dulces.
6 comentarios:
¿Por qué la gente se mira a los ojos y no a la nariz?
¿Por qué la historia queda atrapada en la mirada y no en la oreja?
¡Qué gran invento son "los siameses"!
Muy padre post.
(Ah, y tus ojos no sólo son tristes; son agudos, son irónicos, son irreverentes, herméticos...
Tal vez porque con los ojos reflejamos muchas cosas. La menor y la mayor saben despues de una mirada, cuando les va ir mal.
Detras de nuestros ojos se encuentra nuestra verdadera historia.
Si, padre el post!
Pero tampoco salgan con que los ojos no mienten, porque son re-buenos pa mentir.
Què miedo no tener ojos...
Y pa ofrecerse ni se diga...
marian?
no sabre de sus ojos... no los enseña y no visita...
y todavia me estoy riendo de la idea de decirle a alguien: "tienes una nariz triste..."
y yo que pensaba que la historia era entre los dedos...
go figure.
;-)
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